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José Manuel Ponte

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José Manuel Ponte

Stefan Zweig y Chaves Nogales

Está reciente el estreno en España de Stefan Zweig: Adiós a Europa, una película hecha en Alemania sobre la vida y la muerte del gran escritor austriaco de origen judío. Y fundamentalmente sobre el periodo de tiempo que va desde su exilio a varios países para huir de la persecución de los nazis hasta su suicidio en la ciudad brasileña de Petrópolis junto a su segunda esposa Lotte. Fui a verla, como tantos otros admiradores de su obra literaria, con la secreta ambición de saber si el cine habría sabido dar el tratamiento adecuado al escritor que fue un maestro en recrear biografías ajenas (Castellio contra Calvino, Fouché, María Estuardo, Erasmo de Rotterdam, etc.) hasta el espléndido legado de la suya propia (El mundo de ayer) que fue publicada después de su muerte. Y lo cierto es que, la película que dirige Maria Schrader no defrauda pese a la frialdad aséptica con que se abordan los cinco pasajes sobre otros tantos momentos de la vida del autor de Momentos estelares de la humanidad. Un relato que comienza durante la celebración en 1936 de un congreso del Pen Club en Buenos Aires y concluye con la estancia última del matrimonio en Petrópolis y su posterior suicidio. Cinco pasajes que traslucen la voluntad del escritor en no convertir en espectáculo su radical oposición al nazismo a la espera de que la coyuntura política pudiese cambiar a mejor. No tuvo ocasión de verlo y la angustia ante lo que él creía una expansión incontenible de aquel régimen odioso le llevó a poner fin a su vida en febrero de 1942. La obra de Stefan Zweig permaneció discretamente olvidada durante muchos años, pero desde hace un tiempo ha vuelto a merecer numerosas reediciones. Sobre todo desde que las ideas sobre la unidad política de Europa entraron en crisis ante el auge de los populismos de derechas que tanto aborrecía el escritor. Un burgués liberal que aspiraba a merecer lo que Montaigne consideraba lo más difícil de alcanzar en este mundo: "vivir para sí mismo, ser libre y llegar a serlo cada vez más". La película sobre Stefan Zweig y el merecido atractivo de su obra me llevan a establecer una comparación, un tanto envidiosa, sobre el distinto trato que damos en España al talento propio. Hace dos semanas, con ocasión de un cumpleaños, le regalé a un amigo dos libros de reportajes de Manuel Chaves Nogales, el escritor y periodista sevillano que falleció en el exilio a los 47 años de edad. Uno lleva por título La vuelta a Europa en avión y como subtítulo Un pequeño burgués en la Rusia roja. Y el otro, La agonía de Francia sobre la derrota militar de la Francia democrática por los ejércitos de Hitler, la ocupación de su territorio, y la complicidad vergonzosa del régimen colaboracionista de Vichy. No los conocía y quedó deslumbrado. Tanto, que los leyó casi de un tirón y luego me comentaba en el café los pasajes y las observaciones que le habían parecido más interesantes. Muchas de ellas perfectamente válidas para interpretar los acontecimientos de hoy en día. Resumió su impresión con una frase: "Chaves Nogales no tiene nada que envidiar como cronista de su tiempo a Stefan Zweig".

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