Sus discursos suscitaron una ola de rechazo. Uno de sus principales críticos fue Francisco de Soto y Marne que le atacó por desvirtuar el milagro de las flores de San Luis que él defendía. Feijoo consiguió con sus escritos que se parase la canonización de Ramón Llul. El rey Fernando VI prohibió en 1750 que le atacasen.