La despedida a Dani Rivas combinó la liturgia religiosa y la de las motos. Al lado del ataúd estaba la moto del piloto moañés. El viernes por la tarde se vivió uno de los momentos más emotivos cuando se encendió para acelerar su motor, una ceremonia que se volvió a repetir ayer antes de la salida del cuerpo. El padre de Dani Rivas solicitó permiso al sacerdote y a continuación se puso en marcha el motor, cuyo rugido inundó todo el pabellón deportivo de Reibón.

Los encargados de dar esos acelerones fueron los pilotos Julián Simón, Pol Espargaró y el propio Willy Rivas, que no pudo evitar abrazarse de nuevo al féretro de su hijo al acabar. Gas a tope hasta el final.