Personas de todas las edades y profesiones, trabajadores y parados, forman el plural conjunto de la plataforma de afectados por las participaciones preferentes y obligaciones subordinadas del Baixo Miño, que cumple dos meses de encierro en el Concello de O Rosal, actualmente paralizado por las sonoras "pitadas" que realizan a diario, lo que impide trabajar en su interior, lo que también ocurre desde hace semanas en el de Tui.

Xulio Vicente, uno de los portavoces, detecta que "después de dos meses de encierro, dada la interrupción de actividad de los Concellos (en O Rosal y en Tui), parece que las corporaciones se toman en serio las reivindicaciones y se están moviendo para tratar de acelerar los arbitrajes, que es una de las soluciones a nuestro problema. Esperamos no tener que estar otros dos meses aquí, encerrados".

Argimiro Martínez es miembro del colectivo que luce camisetas de color naranja, con mensajes alusivos a la "estafa". Insta a sus compañeros a no enfrentarse con funcionarios y asegura que "estamos dispuestos a seguir hasta que cobre su dinero el último afectado. Queremos que esto acabe de una vez. No queremos una quita sino la devolución del dinero al cien por cien".

Ana Belén Álvarez, gerocultora en A Guarda, casada y con una hija, reclama los 12.000 euros que le deben. "Son mis ahorros y vale la pena seguir aquí, hasta que nos paguen a todos, aunque vivimos momentos de tensión". Recuerda que "todos nos perdimos la Navidad en familia" e incluso falleció el padre de un afectado y, después del entierro, en Cerdedo, la familia volvió al encierro. Juan Carlos Villa Alonso, de 55 años, con una hija pendiente de operación y otra estudiando, no tiene ingresos y necesita el dinero para cubrir gastos. "Seguiremoe encerrados y espero que esto se resuelva, para bien de todos. Por ahora, llamaron a unos pocos compañeros al arbitraje", dice.

Domitila Vicente, de A Guarda, tiene 80 años. "Estoy aquí desde el primer día, y luchando desde marzo de 2012, porque me deben los ahorros de toda mi vida. Camino con andador, soy viuda y vivo sola. Este año mi hija tuvo que ayudarme a pagar el gasoil para la calefacción". Cuenta que llega al encierro con un bocadillo por la mañana y se va por la noche, dependiendo siempre de que alguien la lleve de vuelta a A Guarda.

Conchi Baz, de 52 años, empleada de Correos, relata que "tenía 30.328 euros, pero puse todo a la venta y solo vendieron la mitad. Además perdí en la venta 1.000 euros". Sigue en el encierro desde el primer día y su salud se deteriora "estoy a 18 de tensión, a pesar de que tomo pastillas. Discuto en casa, a mi marido lo han despedido hace siete meses y tengo derecho a mi dinero". Reconoce que "ya no tengo esperanzas porque llaman al arbitraje a los que están en su casa. Yo me sacrifico con los demás".

A Rosa Alonso Alonso, de 72 años, vecina de Tabagón, el banco le debe 12.600 euros. "Me pagaron algo, pero tengo a mi marido enfermo de Alzheimer desde hace tres años y necesito el dinero para adecuar la casa y para pagar a una cuidadora. Vengo al encierro cuando puedo, por mis circunstancias", puntualiza.

Florinda Azucena, de O Rosal y de 76 años de edad, es otra de las afectadas. Su marido Enrique es quien está encerrado desde el primer día. "Me deben 6.000 euros de preferentes y 2.400 de subordinadas. Esto cada día es peor pero tengo la pequeña esperanza de que estando aquí se solucione el problema. Aquí estuvimos, en Nochebuena".