Nadie podía sospechar hace una década que dos futbolistas formados en A Madroa y un joven punta brasileño cedido al Celta por el Atlético de Madrid conformarían el ataque de la poderosa selección española en la cita futbolística más importante del planeta. Corrían entonces tiempos muy difíciles para el club celeste, que digería el amargo trago de un descenso del que le costaría cinco años recuperarse.

Diego Costa, que contaba solo con 18 años, era uno de los muchos futbolistas que Ramón Martínez, el director deportivo, incorporó en el primero de los diversos proyectos que el Celta construyó sin éxito (ni presencia de la cantera) en aquellos difíciles años para recuperar la categoría. Diego Forlán y Segio Agüero le cerraban el paso al primer conjunto del Atlético de Madrid y el equipo colchonero pensó que el Celta sería un buen destino para que el chico, por aquel entonces un perfecto desconocido, fuese creciendo.

Costa no cuajó en un proyecto fallido desde su misma concepción, con algunos buenos futbolistas, pero un grupo mal dirigido y sin sentido de equipo, pero dejó algunos destellos de inmensa calidad. Su paso por el Celta se recordará por algún episodio incómodo, en el que el futbolista nacido en Lagarto sacó a relucir todo su indomable carácter, pero sobre todo por el golazo que Costa anotó al Numancia en los Pajaritos después de recorrer con el balón sesenta metros dejando atrás a todos los contrarios que le salieron al paso.

En aquellos tiempos Iago Aspas defendía la zamarra del filial. Pasaría todavía un año antes de que el artillero de Moaña conquistase para siempre el corazón del celtismo rescatando al equipo de la ruina con aquellos dos memorables goles al Deportivo Alavés.

La temporada 2007-08 fue, con todo, la temporada de su debut con el primer conjunto celeste. Su mentor fue Alejandro Menéndez, que a última hora se hizo cargo del equipo e hizo debutar al morracense contra el Salamanca en El Helmántico en el penúltimo partido de aquella triste Liga.

Menéndez, cuya primera decisión fue incorporar al asturiano Miguel Pérez Cuesta, Michu, al primer equipo, aprovechó la ausencia de Diego Costa para hace debutar a Iago Aspas. La expulsión del hispano-brasileño en el encuentro previo contra el Tenerife propició el estreno de Aspas en El Helmántico, donde el moañés fue titular y llegó a disputar 60 minutos.

En el siguiente partido, Costa volvió a la convocatoria de Menéndez y Aspas regresó al filial. No volvió al primer equipo hasta que Eusebio Sacristán recurrió a él en el famoso partido contra el Deportivo Alavés en la antepenúltima jornada de la temporada siguiente. El resto es historia.

Rodrigo Moreno es la tercera pata con pasado celeste del ataque de la Roja. El actual delantero del Valencia es hijo del brasileño Adalberto Machado, primo en segundo grado del gran Mazinho, padre de Thiago y Rafinha Alcántara, quien durante un tiempo fue técnico de las categorías inferiores del Celta. A diferencia de Costa y al igual que Iago Aspas, Rodrigo es un genuino producto de la cantera de A Madroa, en la que permaneció cinco años.

En el curso 2007-08, cuando Diego Costa defendía la zamarra del primer equipo y Aspas militaba en el filial, Rodrigo jugaba con el juvenil de División de Honor. Fue su última temporada en el club, pues la siguiente campaña, de la mano de Ramón Martínez, el hoy delantero internacional se incorporó a las categorías inferiores del Real Madrid.