En el punto de control de Pedras Negras se registró ayer un contratiempo, ya que el vigilante de la cofradía exigía a los buzos que volcaran los capazos que llevaban cargados de erizo para comprobar si todo tenía el mismo tamaño. Los trabajadores, que regresaban agotados tras extraer el producto mediante la técnica de buceo con suministro de aire desde superficie, se negaron a hacerlo. Explicaron que lo lógico sería volcarlos en la lonja para que el propio vigilante y los compradores vieran que todo el producto era igual de grande. Finalmente todo quedó en una anécdota de la primera y exitosa jornada de extracción del equinodermo.