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Profundidad con mínimos trazos

Con "La vida es buena si no te rindes", que ahora se reedita, el canadiense Seth transformó el panorama del cómic desde el reducto de la historieta independiente, con una obra sensible, honda y compleja

Dibujo de la obra de Seth.

Gregory Gallant, de alias artístico Seth, nació el 16 de septiembre de 1962 en Clinton, al sur de Ontario, en Canadá. Como autor de cómics comienza a colaborar en 1991 con la editorial canadiense Drawn & Quarterly. Casi toda su producción en historieta ha sido publicada en su revista "Palookaville", en la que alternará relatos breves con obras extensas.El estilo de Seth bebe directamente de los cómics clásicos. En su trazo se advierte el influjo de los ilustradores del "The New Yorker", dibujantes humorísticos como Cobean, Peter Arno o Whitney Darrow Jr. Además un joven Gallant descubrirá, cursando Bellas Artes, el arte de maestros del cómic como Hergé, John Stanley (autor de "La pequeña Lulú"), Charles Schulz (creador de Snoopy) o la visceralidad underground de Robert Crumb.

Todo este bagaje resulta fundamental para entender, cuanto menos, el estilo gráfico de Seth, un dibujo simplificado, o mejor dicho, llevado a una esencia equilibrada donde el estilo esconde más significado que lo meramente estético. El propio Seth lo explicó mejor: "El artista de cómic trata de reducir la experiencia de la vida real a una imagen capaz de transmitir la profundidad de la vida simplemente sugiriéndola. (?) Ver a un buen historietista sugerir un día de invierno en sólo un par de líneas es comprender la belleza de algo bien hecho" (extractado de una entrevista realizada por el autor para "Carousel Magazine", y traducida al castellano por la web "Entrecomics").

Llegar a lo profundo con trazos mínimos también conecta a Seth con la cultura oriental en cierto grado. Con las estampas japonesas o con los haikus. En sus cómics vemos recursos tendentes a lo económico, economía a través de la cual Seth elabora relatos tan complejos y bellos como "La vida es buena si no te rindes", una obra de importancia capital en el desarrollo de la novela gráfica en el siglo XXI, que nacía en 1993 en el seno de "Palookaville" entre los números 4 y 9. Su primera recopilación en formato libro será en 1997. En España tendría varias ediciones, pero todas ellas en manos de editores hace tiempo extintos. Salamandra Graphic se ha encargado afortunadamente de que una de las novelas gráficas capitales no quede descatalogada.

"La vida es buena si no te rindes" narra una historia de apariencia volátil y autobiográfica: el propio Seth descubre, como personaje de sus páginas, a un ignoto autor de "The New Yorker", llamado Kalo y a partir de la admiración que le genera su escasa obra decide emprender la búsqueda de dicho dibujante. Este viaje es el marco para otro viaje interior, de reflexión personal y autoconocimiento. En el trayecto Seth desgrana temas trascendentes con engañosa ligereza: la identidad personal, la familia, las amistades (para el caso, otros dibujantes de historieta), y por descontado también el amor. Y a la vez, a través de la admiración manifestada hacia el trabajo del misterioso Kalo, trata cosas como la belleza del arte, de la ilustración, del cómic.

Hay más que desgranar. Seth es ese hombre que a las puertas del siglo XXI vestía como un ciudadano de los cuarenta o cincuenta: elegantemente trajeado, con gafas Harold Lloyd, con sombrero? y ello no solo como personaje de tebeo, sino también en la vida real. Esto refleja el amor del autor por el pasado, otra constante de "La vida es buena si no te rindes". El pasado como un modo de huida del presente, de lo que a Seth no le gusta del mundo y de su propias circunstancias, cabe imaginar. Pero cuidado, porque este cómic? también es una gran mentira.

Porque cuestión importante de "La vida es buena si no te rindes" es la reflexión sobre los géneros narrativos y sus códigos. Esta novela gráfica entraría en el género autobiográfico. El propio autor se retrata y nos cuenta su obsesión por Kalo. Pero Kalo es una invención. No existe, es una milonga de pura ficción. Más falso que los Gremlins, vamos. Es casi legendario el movimiento de búsqueda de Kalo por parte de los lectores tras leer el cómic. Incluso la indignación. Seth, con ese tono amable y liviano, nos ha perfilado el trampantojo perfecto. Creías que había un largo pasillo con una mesa llena de deliciosas viandas al fondo. Y te comes un muro pintado al fresco. Tan bien pintado que te ha convencido de que era real.

En fin. Todo esto, así como la superación del formato seriado en una revista (finalmente "La vida es buena si no te rindes" se publicaría en forma de libro, y así y de ningún otro modo se comercializa en sus reediciones: la obra, de un modo natural, aspiraba a ese formato), ha influido en la moderna novela gráfica: temas para lectores maduros, superación del estricto campo de los géneros narrativos, estilo de dibujo superando lo artesanal y lo naturalista en pos de un discurso artístico profundo, una obra cerrada en sí misma? No se me ocurre mejor arranque para un "movimiento" que este libro. Un movimiento y un libro, concluyamos, que no solo "dinamitó" la cabeza de muchos lectores clásicos de cómics (el que esto firma sin ir más lejos) sino que encontró nuevos lectores ajenos a las cerradas cuatro paredes del fandom de los tebeos.

Pero "La vida es buena si no te rindes" es un cómic importantísimo que sin embargo no tiene (como sí, por ejemplo, "Maus", "Arrugas" o "Persépolis") el reconocimiento de los mass media merecido, quedándose como "obra para connaisseurs". Ahora vuelve a nuestras librerías, es el momento de descubrirlo -o de revisarlo.

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