Por eso, son de los primeros socorristas en prestar atención al llamado ‘ahogamiento silencioso’, común en nuestras playas y al que, hasta ahora, no se le otorgaba la importancia que merece. Lo sufren bañistas con una patología cardiaca a quienes les da un infarto o una angina de pecho en el agua. “No pueden hablar, se mueven de manera errática y solo tienen un minuto antes de quedarse prácticamente inconscientes y boca abajo. ¿Cómo se detecta? Quien lo ve piensa... ¿qué está haciendo ese, qué cosa más rara”, explican los socorristas.
