Neurociencias
Los cabezazos en el fútbol podrían producir deterioro cognitivo y modificaciones en la microestructura cerebral
Las consecuencias serían similares a las observadas en lesiones cerebrales traumáticas leves
Pablo Javier Piacente
Un grupo de científicos sostiene que los cabezazos en el fútbol podrían estar relacionados con una disminución mensurable de la estructura y función del cerebro durante dos años. Aunque investigaciones anteriores han examinado los efectos adversos en el cerebro relacionados con los cabezazos en el fútbol durante el mismo juego, estos nuevos hallazgos son los primeros en mostrar cambios cerebrales en un plazo más largo de tiempo.
Un nuevo estudio realizado en el Centro Médico Irving de la Universidad de Columbia, en Estados Unidos, vincula a la práctica de impulsar o rechazar la pelota en el fútbol utilizando la cabeza, popularmente conocida como cabezazo, con una disminución en la estructura y función del cerebro durante un período de dos años. La investigación se ha presentado recientemente en la reunión anual de la Sociedad de Radiología de América del Norte, realizada esta semana en la ciudad de Chicago.
“Existe una enorme preocupación mundial por las lesiones cerebrales en general y la posibilidad de que los cabezazos en el fútbol causen efectos cerebrales adversos a largo plazo en particular. Una gran parte de esta preocupación se relaciona con la posibilidad de que los cambios en la edad adulta joven confieran riesgo de neurodegeneración y demencia en el futuro”, indicó en una nota de prensa el autor principal de la investigación, el científico Michael L. Lipton.
El científico Michael L. Lipton habla sobre su investigación en torno a los efectos de los cabezazos de fútbol repetitivos en el cerebro, incluida una nueva investigación que vincula esta práctica deportiva con una disminución de la estructura y función del cerebro con el tiempo. Créditos: Columbia Radiology / YouTube.
Primer estudio a largo plazo
Mientras las investigaciones previas se habían centrado en las posibles consecuencias de los cabezazos en el instante mismo en que suceden durante el juego, este nuevo estudio ha desarrollado un enfoque distinto, que buscó determinar la existencia de posibles efectos a largo plazo. En concreto, los investigadores han hallado que esta práctica deportiva podría vincularse con cierto deterioro cognitivo y con algunas modificaciones sustanciales en la microestructura cerebral.
El estudio incluyó a 148 jugadores de fútbol aficionados adultos jóvenes, con una edad promedio de 27 años. Se evaluó el aprendizaje verbal y la memoria de los participantes y se les realizó una resonancia magnética (IRM) en el momento de la inscripción y, posteriormente, cuando habían pasado dos años.
Los voluntarios también completaron un cuestionario especializado, desarrollado por el equipo de científicos para determinar cuántos cabezazos realizaban en promedio en los encuentros futbolísticos. A partir de esta información, la exposición al rumbo de dos años se clasificó como baja, media o alta.
Efectos concretos en la cognición y la estructura cerebral
Los especialistas emplearon en su análisis una técnica de resonancia magnética llamada imágenes con tensor de difusión (DTI) y otra técnica de vanguardia denominada imágenes de densidad de dispersión de orientación de neuritas (NODDI): ambas permiten caracterizar la microestructura del cerebro al rastrear el movimiento de las moléculas de agua a través del tejido cerebral.
Midiendo cómo se comporta el agua al pasar por estas estructuras, los científicos son capaces de apreciar los efectos en el cerebro y relacionarlos con un número cada vez mayor de impactos en la cabeza. En comparación con los resultados de las pruebas iniciales, el grupo con alta exposición a cabezazos, en concreto más de 1.500 cabezazos en dos años, demostró cambios concretos en las estructuras del cerebro, parecidos a los que se pueden observar en lesiones cerebrales traumáticas leves.
Al mismo tiempo, la exposición elevada a los cabezazos también se asoció con una disminución en el rendimiento del aprendizaje verbal en la prueba de memoria que efectuaron los voluntarios. Por el contrario, los participantes que realizaron pocos cabezazos demostraron una mejora en el rendimiento del aprendizaje verbal durante un período de dos años.
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