A DÍAS DE LA LIBERTAD

La memoria de las víctimas de JFV, el asesino en serie de Castellón

El sistema penal y penitenciario español le reconoce ya el derecho a rehacer su vida tras pagar su culpa, pero el olvido no se rige por las leyes porque sus crímenes son imborrables

JFV ha cumplido ya su pena, pero los nombres de sus víctimas le acompañarán siempre.

JFV ha cumplido ya su pena, pero los nombres de sus víctimas le acompañarán siempre. / MEDITERRÁNEO

Mónica Mira

Matar. Acabar con la vida de otra persona por voluntad, por creerse con la capacidad y la oportunidad puede que sea una de las acciones humanas más aterradoras e ininteligibles, en especial cuando cuesta encontrar una causa —aunque nunca, bajo ningún pretexto, pueda justificarse un desenlace mortal—, cuando la pregunta principal, por qué, no tiene respuesta o es demasiado absurda como para asimilarla. El matar por matar.

La ficción literaria y cinematográfica está llena de personajes que, dependiendo de la intención del autor, pueden ser especímenes malvados, crueles, perversos o ciudadanos ejemplares, incluso aburridos de tan comunes, que encuentran en la posibilidad de arrebatarle la existencia a sus semejantes una motivación que se escapa a la razón.

El público siente por esas historias cierta fascinación, puede que por la paz que suele reportar la expectativa, generalmente cumplida, de que el desenlace siempre se decantará del lado de los buenos. Esas historias acaban con el villano entre rejas. Y fin.

La vida real, aunque inagotable fuente de inspiración, tiene poco que ver con esas tramas casi siempre impersonales a las que asistimos como meros espectadores, desde la distancia. La cosa cambia y mucho cuando no es un relato efectista para llamar la atención, sino la crónica de un suceso tan cercano que abruma y que tiene secuela sin buscarla, porque el tiempo pasa y la vida sigue, también para los malos de la película.

JFV, en libertad

El próximo sábado, Joaquín Ferrándiz, el hombre que asesinó a cinco mujeres en Castellón entre 1995 y 1996, será libre. Ha saldado la deuda que le reclamó la Justicia en cumplimiento de las condiciones que establecen el Código Penal y el sistema penal y penitenciario de este país. Un hecho objetivo y con pocos matices. Tras imponerle la pena que se consideró más acorde a lo que establece la ley para la gravedad de sus crímenes, se le debe reconocer el derecho de reinserción en la sociedad y así será.

Las leyes no contemplan --no se les puede pedir algo semejante-- las cicatrices que ciertos actos criminales imprimen en la memoria, y a esa sociedad a la que vuelve JFV le cuesta bastante olvidar según qué hechos. 

Los nombres propios de quienes ya no están se diluyen, llegan a perderse --algo que no sucede con el criminal--, pero hay muertes que permanecen para siempre, que por el impacto que produjeron son pérdidas colectivas. Las de Sonia Rubio Arrufat, Natalia Archelós Olaria, Francisca Salas León, Mercedes Vélez Ayala y Amelia Sandra García Costa están entre ellas. Cinco fotografías, en eso han quedado, tristemente vinculadas a la crónica negra de Castellón y de España, y que merecen todas las reflexiones que las ayude a permanecer.

Durante los próximos días hasta el sábado, cuando las puertas de la prisión se abran para el asesino en serie de Castellón, Mediterráneo dedicará este espacio a hacer memoria de lo que sucedió. Recordaremos no por sacar más punta a un lápiz que ha dado casi todo de sí de tanto escrito y analizado, sino por la necesidad de incidir en que detrás de un criminal atroz hay seres humanos inocentes, siempre lo son, porque la culpabilidad le pertenece en exclusiva al verdugo, y porque la vida no sigue para todos.

Cosificación de sus víctimas

JFV le dijo a la criminóloga Carmen Balfagón que no recordaba «ni que cara tenían» las tres mujeres a las que abandonó en Vila-real. Sobre sus crímenes le dijo que «no se piensa, es como un autómata. La mente no da para más y yo creo que se puede tender a hacerlo más fácil».

Sus acciones le acompañarán de por vida, incluso le sobrevivirán. Ha pagado, cierto, pero siempre será el asesino de Sonia, Natalia, Francisca, Mercedes, y Amelia.

Pues bien, el cadáver de Sonia lo dejó abandonado entre unos arbustos entre Benicàssim y Orpesa. A Amelia la encontraron de una forma muy similar en una balsa de Onda. Tras su detención por estos dos crímenes, reconoció haber hecho lo mismo antes con Natalia, Mercedes y Francisca, cuyos cuerpos descompuestos fueron hallados en la zona de Vora Riu en Vila-real. 

Otras mujeres tuvieron más suerte. Víctimas también de JFV, fueron agredidas o frustraron los planes del violador confeso y pusieron a las autoridades sobre su pista. Su papel valiente y determinante merece un espacio en cualquier retrospectiva.

JFV puede haberse rehabilitado por completo, no puede descartarse esa posibilidad, pero sus acciones le acompañarán de por vida, incluso le sobrevivirán. Ha pagado, cierto, pero siempre será el asesino de Sonia, Natalia, Francisca, Mercedes, y Amelia