En su regreso a Domaio, el párroco Samuel Aristizábal recordó también el apoyo recibido por parte del Arzobispado de Santiago de Compostela. "La Iglesia se portó de maravilla. Todo el estamento eclesial estuvo conmigo. Me llenaron constantemente y estuvieron atentos, preocupados y disponibles. Me llamaron también muchos curas de la zona", apunta.
La agresión obligó incluso a acordonar la casa rectoral y la iglesia de Domaio durante el pasado viernes, para que agentes de la Policía Científica pudiesen recabar las pruebas necesarias.
El colectivo vecinal O Monte Faro pidió estos días una actuación en la casa del cura, pues el mal estado de puertas y ventanas quedó patente en el asalto.
