A la familia del empresario gondomareño Jaime Carrera Cortegoso, secuestrado el pasado 3 de junio en una granja avícola de su propiedad en el estado venezolano de Aragua, le costaba creer ayer en la evidencia de un fatal desenlace en el que apenas se habían permitido pensar. "Estamos destruidos del dolor, teníamos esperanza...", aseguraba María Isabel Riveiro, una de sus sobrinas residente en Venezuela, apenas unas horas después de conocer el hallazgo del cadáver de su tío, enterrado en una zona montañosa junto a los dos trabajadores con los que fue raptado hace un mes, Ángel María Seijas y Yorman Acosta.

La detención de un hombre que reconoció su participación en el secuestro guió a las autoridades policiales venezolanas hasta el lugar donde se encontraban los cuerpos, que los medios de comunicación locales asociaron desde el primer momento con los tres desaparecidos.

Las familias, sin embargo, esperaban la confirmación oficial de las identidades, que a mediodía (hora local) truncaba cualquier resquicio de esperanza y permitía a sus allegados recuperar los restos mortales de sus seres queridos y darles sepultura -en el caso de Jaime Carrera ayer mismo por la tarde-.

Aunque el deseo de la familia del empresario gondomareño es enterrarle en la villa pontevedresa, las autoridades no se lo permiten por el momento, señaló María Isabel Riveiro, debido a su condición de víctima de un crimen. "Cuando nos lo permitan nos lo llevamos a donde sus hermanos y su madre", aseguró a FARO desde su cuenta de Facebook, en la que ayer recibió cientos de mensajes de condolencias y muestras de cariño.

El mal trago fue igual de amargo, o incluso más, en la distancia. En Gondomar, la familia directa del fallecido enmudeció ante las informaciones que iban llegando desde Venezuela. Ninguno de los tres hermanos de Jaime Carrera quiso comentar lo ocurrido, informados a cuentagotas y conmocionados por la noticia de su muerte que, pese al tiempo transcurrido desde el secuestro y la inseguridad creciente en el país latinoamericano, ninguno esperaba.

Lograr su liberación fue, desde el principio, el principal objetivo de la familia. Por ello pagaron parte del rescate que les reclamaron los captores, unos 4,5 millones de bolívares ( en torno a 632.000 euros), a las pocas horas del secuestro, que se produjo a las seis de la madrugada del día 3 de junio en la granja de pollos que la víctima tenía en la localidad de San Sebastián de los Reyes.

Aunque las cámaras de seguridad del recinto lograron captar imágenes de la banda armada que perpetró los hechos, sus integrantes iban enmascarados, lo que dificultó su identificación por parte de los funcionarios del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) que se hicieron cargo de la investigación.

El rapto del empresario avícola gondomareño, que tenía 68 años, dio un vuelco a la tranquila vida de los Carrera Cortegoso hace un mes a ambas orillas del Atlántico. Hombre soltero, "trabajador" y "familiar", llegó a Venezuela en 1958 de la mano de su hermana Marcelina y su cuñado Manuel, con los que vivió hasta que ellos decidieron regresar a España hace unos meses, dejando allí también a sus tres hijos y sus respectivas familias.

Un segundo padre para sus sobrinos, María Isabel Riveiro destacaba ayer de él "lo especial que era para todos", para los suyos y para sus amigos "que dicen que hablaba y reía mucho" y siempre "ayudaba al que se lo pidiera".

En ello incidió también José Antonio Amorín, una de las personas con las que solía quedar durante sus estancias en Gondomar y al que las pasadas Navidades Jaime -de visita como cada año para celebrar el cumpleaños de su madre, Gumersinda, de 103 años- confesó "los problemas cada vez mayores" que acucian a Venezuela y que le llevaron incluso "a contratar un guardaespaldas", aseguró, aunque "no dijo que hubiera ninguna amenaza concreta contra él o su entorno".