José Luciano Núñez Villanueva, el bodeguero de Vilanova asaltado por tres encapuchados que le golpearon y prendieron fuego en su propia cama, niega tajantemente que se trate de un ajuste de cuentas relacionado con el narcotráfico. "En su día anduve con chocolate -denominación popular del hachís- y ya pagué por eso con la cárcel. Desde entonces no estoy metido en narcotráfico ni en nada de eso. Tengo una empresa, una vida y una familia que ya no me permitiría volver ahí. Y para mí lo más importante es la familia".

El empresario hace estas declaraciones desde la unidad de Quemados del hospital Povisa de Vigo, donde está ingresado desde el miércoles. Él está convencido de que lo ocurrido fue un robo. "Venían buscando una caja fuerte. Es por lo que preguntaban. Pero en mi casa no la tengo, y cuando se lo dije así empezaron a golpearme. En casa había entre 800 y 1.000 euros, y eso fue todo lo que se llevaron", añade.

Luciano Núñez es un vecino de Tremoedo, de 67 años. A finales de la década de los 80 fue detenido en una operación contra el narcotráfico, y procesado y condenado unos años más tarde en el macrojuicio de la Operación Nécora como miembro de una banda relacionada con los Charlines. En la actualidad regenta una bodega de albariño que produce unas 120.000 botellas anuales.

Los investigadores del asalto del que fue víctima no descartan ninguna hipótesis, como la del robo, pero tampoco rechazan la posibilidad del ajuste de cuentas por un asunto de drogas. Luciano Núñez lo niega de plano.

"Hace más de 20 años que no tengo nada que ver con las drogas. Lo que yo tengo que hacer es ganarme la vida con la bodega, que es lo que tengo", declara. También quiere dejar claro que no tuvo relación alguna con el alijo del Non Stop, en 2005, como se ha publicó por error.

El bodeguera relata lo ocurrido. "Vi entrar a un hombre con una linterna. Creí que sería policía, porque traía un traje ajustado y porque sé que me han echado encima la fama de que ando con todo (en referencia a las drogas), pero pronto me di cuenta de que no. Así como entró me dijo que me diese la vuelta y empezó a atarme".

Los asaltantes entraron por la ventana de un cuarto de baño que da a la parte trasera "porque por delante tengo cámaras", y no está seguro de que fuesen tres, como cree la Guardia Civil. Le ataron las manos a la espalda y los pies con bridas y empezaron a golpearle con los puños y la culata de una pistola en la cabeza y otras partes del cuerpo mientras le preguntaban por la caja fuerte.

Luciano Núñez explica que también le introdujeron entre las piernas un artilugio que no vio "pero que era como una pata de cabra", y con el cual "me hicieron daño en los genitales. Empezó a sangrar abundantemente por la cabeza y en ese momento, recuerda, "tenía tanto dolor que llegué a pedir que me mataran".

A continuación rociaron su cuerpo con un líquido inflamable y le prendieron fuego. "Creo que era alcohol porque no me olía a gasolina. Hizo una llama muy grande y ellos mismos se asustaron porque me echaron un nórdico y apagaron el fuego". Según su relato, después encontraron el dinero en una especie de vitrina y se fueron. "Me senté en cama y fui a saltos pequeños hasta el balcón y desde allí pedí ayuda al vecino. Acercó una escalera al balcón. Subió y me cortó las bridas".

La víctima está molesta con la Guardia Civil porque, según él, la primera patrulla que llegó procedía de Valga, a pesar de que están más cerca los cuarteles de Vilagarcía y Cambados. "Es una vergüenza. Tardaron más de media hora en llegar. De hecho llegó antes la ambulancia y tuvo que esperar por ellos antes de llevarme al hospital". Luciano Núñez niega haber sufrido lesiones por fuego en los genitales. "Las quemaduras son en un brazo y en la espalda. La del brazo sí que es bastante fuerte, y me han dicho que a lo mejor tienen que hacerme un transplante".

Sobre sus agresores sostiene: "Fueron unos desalmados. Me golpearon con la pistola en la cabeza cuanto quisieron". En su opinión "fue un acto de cobardes. No puedes ir así por la vida para robar, no puedes ser tan desalmado". Sostiene que no reconoció la voz de ninguno de los agresores, y ni siquiera puede determinar si tenían algún acento característico. Además, avanza que "en casa solo tengo unas cámaras, pero no alarma. La alarma la tengo en la bodega, pero ahora también la pondré en mi domicilio".