El matrimonio de octogenarios hallados muertos y abrazados en un piso de Vigo descansarán para siempre juntos. Antonio Pouso Bello y Arsenia Rodríguez Sanromán reposan desde el sábado en el cementerio de Puebla de Sanabria (Zamora) tras el sepelio conjunto celebrado en la localidad de donde era originaria la mujer y donde la pareja se había conocido antes de trasladarse a la ciudad olívica, en la que convivieron más de treinta años hasta su muerte.

El fallecimiento del matrimonio causó consternación y dolor en la villa sanabresa, donde era una pareja muy conocida y entrañable. El hombre, guardia civil retirado, falleció al parecer de un infarto cerebral. Junto a él permaneció Arsenia, maestra jubilada, que murió por deshidratación después de tres días junto al cuerpo de su marido. "Ella se dejó morir a su lado, por amor", afirmó un familiar que se trasladó a Vigo. Y es que la escena de esta muerte sobrecogió al personal de emergencias que acudió a la llamada de aviso de su vecina en el piso de Coia, alertada por el olor que salía de la vivienda y por la falta de noticias de los octogenarios.

Sus sobrinos de Puebla se desplazaron a Vigo a hacerse cargo de los restos de sus familiares, temerosos en un primer momento de que les hubieran entrado a robar en casa. Pero la realidad que revela el informe forense es que los dos fallecieron de muerte natural, primero Antonio y luego Arsenia.

Murieron juntos igual que vivieron, el uno pendiente del otro, como relata un familiar muy cercano. Su última voluntad también se cumplió, la de ser enterrados juntos en Puebla, municipio natal de Arsenia y lugar de querencias para Antonio. Su casa en la céntrica calle de las Animas estaba cerrada desde hacía unos cinco años, ya que por su edad habían dejado de viajar. Aún así Sanabria había sido su lugar habitual de vacaciones, donde la mujer tenía a sus familiares y sus amistades, con los que estaba en contacto cada 15 días. Sus familiares se desplazaban con frecuencia hasta su residencia viguesa. "Eran personas humildes y sencillas, que ayudaban a todo el mundo", relatan en Puebla. Antonio era una persona muy recta y estricta, por su trayectoria castrense, pero "con un corazón impresionante". Arsenia, antigua profesora, mantenía las amistades de juventud.