Ana Soto arrastraba una depresión desde hace tiempo por lo que estuvo a tratamiento y se medicaba para combatirla.Recientemente se había separado de su marido,con el que compartía la custodia de sus dos hijas, de 2 y 4 años de edad, y el cúmulo de problemas por la resolución de los últimos flecos de su matrimonio, así como el miedo que sentía a perder la custodia de las niñas,pudieron llevarla a tomar la decisión de lanzarse con ellas en el coche desde elmirador de Baredo,según los primeros datos que barajan fuentes próximas al caso. Una vez que las tres resultaron ilesas y fueron rescatadas,la joven intentó saltar al mar otra vez, algo que impidió, reduciéndola, uno de los agentes de la Guardia Civil que la había ayudado a subir el acantilado Ayer,a su llegada a los juzgados vigueses,uno de los guardias que la custodiaba llevaba en la mano un neceser transparente con los medicamentos de Ana Soto.De hecho,el martes por la noche, tras recibir el alta en Urgencias de Povisa e ingresar en los calabozos de la Guardia Civil de Baiona, se le habrían facilitado las medicinas aconsejadas en el último tratamiento que tenía prescrito. Las dos niñas, que resultaron ilesas, se encuentran con su padre desde que poco después de la caída por el precipicio en coche se les dio el alta en el Hospital Xeral de Vigo, donde se las sometió a un exhaustivo reconocimiento a petición de su progenitor.El hombre, que alertó a las fuerzas de seguridad tras recibir una llamada de su mujer comunicándole lo que iba a hacer, se tomó ayer el día libre en su trabajo para atender a lasmenores.