El héroe gallego de “la sociedad de la nieve”

Rafael “Vasco” Echavarren Vázquez, que sobrevivió al accidente de los Andes y resistió 37 días en el fuselaje, era nieto de un gallego de Curtis

Pese a sus terribles heridas, no dejó de animar a sus compañeros y siempre mantuvo la fe

Su hermana, que volvía del Centro Gallego cuando se enteró de la desaparición del avión, lo recuerda como un joven alegre, seductor y bromista

En el recuadro, el “Vasco”.  En la foto grande, el actor Benjamín Segura en el papel del “Vasco” en “La sociedad de la nieve”. La zamarra roja original la conserva la familia.

En el recuadro, el “Vasco”. En la foto grande, el actor Benjamín Segura en el papel del “Vasco” en “La sociedad de la nieve”. La zamarra roja original la conserva la familia. / FDV

Rafa López

Rafa López

El “Vasco”, el pasajero 32 del vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya, uno de los miembros de “la sociedad de la nieve” retratados en la película de J.A. Bayona candidata al Óscar, no tenía nada de vasco. Su primer apellido, Echavarren, procede de su bisabuelo navarro, que abandonó el pueblo de Egüés en 1866 para marcharse a Uruguay. Y su segundo apellido, Vázquez, le viene de su abuelo gallego, Ricardo Vázquez García, que nació el 21 de junio de 1893 en Castro de Vilarullo (Curtis, A Coruña) y emigró de allí a los 13 años no por precariedad, ya que su familia era acomodada, sino por la voluntad de labrarse su propio futuro en América. Allí se casó con una argentina, Sara Isoba Piñeyrúa, de origen asturiano. Este matrimonio tuvo en 1925 a Sara Vázquez, la madre de Rafael “Vasco” Echavarren, viajero de aquel fatídico vuelo del 13 de octubre de 1972 con destino a Santiago de Chile.

El “Vasco” Echavarren sobrevivió al impacto del avión contra un saliente rocoso y al posterior choque contra el glaciar (murieron 13 de los 45 ocupantes del avión); y también a la avalancha de nieve (que mató a otras 8 personas) del 29 de octubre. Pero una horrible herida en su pierna, que le impedía caminar, terminó infectándose y matándole por septicemia el 18 de noviembre. Fue el penúltimo ocupante del avión en morir. Semanas después, el 11 de diciembre, expiró Numa Turcatti, cuyo personaje desempeña un papel central en la película de Bayona.

El abuelo gallego del “Vasco” y su esposa, 
en primer término. Detrás (izquierda), 
sus padres, en una foto familiar.  | // ARCHIVO FAMILIAR

Rafael “Vasco” Echavarren en el centro / Archivo familiar

“Tenía una fe ciega”

“Rafael tenía una fe ciega, estaba convencido que iba a salir y nos embromaba a los demás –cuenta a FARO Daniel Fernández Strauch, que mañana, 12 de febrero, cumplirá 78 años–. Nos decía que él con una pierna nos ganaba a todos. Era tremendo cómo mostraba esa voluntad que tenía de salir y de vivir”, recalca el mayor de los primos Strauch, encargados de la terrible tarea de obtener el alimento de los cadáveres sin que los demás pudiesen identificar de quién procedía. “El ‘Vasco’ fue un chico extraordinario en la montaña –señala Gustavo Zerbino, otro de los supervivientes, y estudiante de primer año de Medicina en aquel entonces--. Tenía una gran lesión, una hélice le había cortado la pierna izquierda, le colgaba del tendón y de un pedazo de hueso”, añade.

“Sufrió mucho el frío. Pero nos matábamos de risa con sus chistes y sus bromas”

Daniel Fernández Strauch - Superviviente de la tragedia

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Aquella lesión le dejó postrado en una de las hamacas improvisadas que los otros miembros de “la sociedad de la nieve” prepararon en la parte superior del fuselaje del avión para los heridos, y le condenó a pasar un frío extremo. “Dormíamos todos apretados en el avión para no morirnos de frío. Éramos una estufita de 37° –dice Zerbino–. Pero él, para que no le presionara la pierna y no sentir dolor, dormía en las hamacas al lado de Arturo Nogueira [otro de los heridos]. Y sufría mucho frío”. “Yo a veces subía a dormir con él –apunta Daniel Fernández Strauch--. No nos podíamos juntar porque si le rozaba le dolía más la pierna, así que nos moríamos de frío ahí arriba, pero nos matábamos de risa con sus chistes y sus bromas”, comenta.

La elevación de la hamaca le salvó de morir en la avalancha de nieve, pero soportaba un frío extremo, lo que también permitió que la herida no se infectase rápidamente. “Nunca se quejaba, era fuerte de mente y de espíritu”, señala a FARO Beatriz, una de las tres hermanas de Rafael Echavarren, que tenía 16 años en el momento del accidente y ahora tiene 68. Tras el rescate, el 25 de diciembre, Daniel Fernández Strauch le contó a la familia Echavarren Vázquez cómo Rafael fue un ejemplo de coraje y valor hasta su muerte. “Lo conocí en el avión –detalla Fernández–. Entablamos una relación muy buena porque él era el único hijo varón con tres hermanas, y yo también era el único hijo varón. Yo me gradué como ingeniero agrónomo y los dos pensábamos en casarnos e ir a vivir al campo. Nuestras conversaciones eran sobre temas agropecuarios. Y además se dio la coincidencia de que en Montevideo, mientras estaban buscándonos, mi padre se hizo muy amigo del padre del Vasco”, relata.

El héroe gallego de “la sociedad de la nieve”

María Sara (2ª i.) y Beatriz, hermanas del “Vasco”, con J.A. Bayona, (1º iz.) Daniel Fernández, superviviente (c.) y Pablo Vierci, autor del libro “La sociedad de la nieve”. / FDV

“Daniel me contó que mi hermano nunca se quejó, a pesar de tener la pierna colgando –cuenta Beatriz “Baty” Echavarren--. Solo tenían algunas aspirinas. No había antibióticos, pero a él le decían que sí se los daban, mintiéndole, como placebo. Después de morir le encontraron pedacitos de pastilla en la camilla que guardaba para cuando tuviera un dolor insoportable. Demostró ahí su valía. Era un simpático, un seductor, pero no te imaginabas que iba a infundir tanto coraje, que se hiciera querer tanto”, confiesa la hermana.

Beatriz Echavarren se enteró del accidente cuando volvía con su hermana pequeña de bailar en el Centro Gallego de Montevideo. “Pasamos por casa de mi abuela Echavarren. Allí unas tías nos dijeron: ‘parece que el avión se cayó’. Como tenían que coger el vuelo el día anterior pensamos que no podía ser cierto”. Y es que el vuelo hizo escala en Mendoza, Argentina, debido al mal tiempo en los Andes, por lo que no sobrevoló esta cordillera el jueves 12 de octubre, como estaba previsto, sino el viernes 13. Se produjo entonces otro requiebro del destino: “A mi hermano lo invitó el Tito Regules y se durmió”. Beatriz se refiere a un amigo de su hermano, Gilberto “Tito” Regules, que lo invitó al viaje. Durante la escala en Mendoza se fue de fiesta hasta muy tarde y se quedó dormido, por lo que no llegó a embarcar en el trágico vuelo. Veinte años después, volvió a quedarse dormido, esta vez al volante de su coche, y se estrelló contra la parte posterior de un camión, falleciendo en el acto. “Había quedado muy impactado por el accidente de los Andes, donde perdió muchos amigos. Años después, un remolque lo decapitó. Es como si lo agarrara el destino”, lamenta Beatriz Echavarren.

El héroe gallego de “la sociedad de la nieve”

El “Vasco”, a la izquierda, con camisa azul, en asiento de pasillo, mira a su amigo Moncho Sabella. Luego intercambiaron sus lugares. / FDV

Hubo más regates del destino: Moncho Sabella, amigo desde la infancia del “Vasco” Echavarren, cuenta que estaba a su lado en un asiento de ventanilla del avión, pero 4 o 5 minutos antes del impacto le pidió al “Vasco” si podía salir a hacer una foto a la cabina de los pilotos. El “Vasco” accedió, por lo que intercambiaron sus lugares. Así, la hélice seccionó la pantorrilla del “Vasco” pero apenas cortó el exterior de un zapato de Sabella, que sigue vivo para contarlo.

Sabella fue compañero del “Vasco” en el colegio de los Jesuitas, conocido como “Seminario”. Eran del grupo de pasajeros que no estudiaba en el colegio Stella Maris, hogar del equipo de rugby Christian Brothers. Aunque no iban a disputar el partido, completaban el pasaje para que el billete saliera más barato. Así que el “Vasco” no conocía a muchos en aquel vuelo, pero terminó siendo uno de los más queridos por todos.

En particular, se hizo muy amigo de Daniel Fernández Strauch y de Ricardo Nogueira, el “filósofo” del grupo, como le llama su personaje en la película. Aunque tenían inquietudes e ideas muy diferentes “eran compañeros en el dolor”, comenta su hermana Beatriz. “A Rafael no le gustaba estudiar pero era muy trabajador, fue a la escuela de lechería y tenía un pequeño tambo [granja lechera]. Mi hermano era un tipo sumamente alegre, lleno de vida, divertido, muy pícaro. Fue un tipo que se bebió la vida, todo lo que quiso hacer en su corta vida lo hizo. Y todo lo hacía con el corazón y el alma. Tenía muchísimos amigos”, recuerda Beatriz Echavarren.

J.A. Bayona ha explicado que en el casting buscaron actores “no solo con parecido físico, sino que también compartieran rasgos de personalidad” con los héroes del vuelo 571. Vista la película, acertó. Las familias no pueden estar más contentas. Las hermanas del “Vasco” han contado que conocer al actor argentino que interpretó a su hermano, Benjamín “Chori” Segura, ha sido como tener a su hermano otra vez en vida. “Quedamos con una relación muy linda con el actor que hizo de Rafael. Para imbuirse de su espíritu, además de estar mucho con Daniel [Fernández] y hablar mucho con nosotras, pasaron el hambre que pasaron los chicos. Segura se metió tanto en el personaje que le propuso a Bayona si escribía unas payadas”. Y es que el “Vasco” era aficionado a la guitarra y a las payadas, rimas típicas de Uruguay y Argentina que se recitan a modo de réplica, algo parecido a las regueifas gallegas o las “batallas de gallos” del rap. Esas payadas aparecen en una de las escenas más simpáticas de la película, aunque el montaje final dejó fuera el protagonismo del “Vasco” en ellas.

El héroe gallego de “la sociedad de la nieve”

El actor que dio vida al “Vasco” en “La sociedad de la nieve” se abraza a las hermanas del héroe gallego del vuelo 571. / Archivo Familiar

Llegado un momento, el “Vasco” supo que iba a morir y comunicó que quería dejar su jeep a su novia, Ana –que aún vive y mantiene relación con los Echavarren–, y su moto a su empleado en la granja. Pero no dejó carta alguna. “Decía que los que dejaban notas se morían, tenía esa superstición, por lo que no escribió ninguna carta”, precisa su hermana. La noche antes de morir, comenzó a delirar. “Yo le curaba la herida y le ponía alcohol o alguna pomadita, pero se le fue poniendo toda la zona muy negra –lamenta Gustavo Zerbino–. Se veía que ya se estaba infectando todo. La infección le arrancó por la pierna y después le tomó todo el cuerpo. Murió de septicemia”, certifica. Tenía 22 años.

Un aspecto que hace único a Rafael Echavarren es que es el único de los fallecidos en el Valle de las Lágrimas cuyos restos descansan en Uruguay. Está enterrado en el panteón familiar del Cementerio del Buceo de Montevideo gracias a la increíble determinación de su padre, que le preguntó a Daniel Fernández si podía ir a buscarlo a la montaña. Los cuerpos de los tres fallecidos por infección fueron colocados aparte y estaban íntegros, no fueron utilizados para alimentar a los demás. “Lo que le hubiera contestado hubiera dado lo mismo, porque ya lo había decidido, lo tenía que hacer, y allá fue”, explica Fernández.

El “Vasco”, a la izquierda,
con camisa azul, en
asiento de pasillo, mira a su
amigo Moncho Sabella. Luego
intercambiaron sus lugares.

Los padres del “Vasco” Echavarren, ya fallecidos. La madre, Sara, era de origen gallego. / Archivo familiar

El rescate del cuerpo a casi 4.000 metros de altitud daría para otra película. Gracias a unos amigos de Mendoza (Argentina), los Franchetti, y del arriero René Lima, el padre del “Vasco” montó una expedición a la montaña que estuvo llena de dificultades. Llevaba el cuerpo a lomos de una mula y las autoridades argentinas lo detuvieron por “tráfico de cuerpos”. Quedó detenido en un calabozo, pero se salió con la suya. Así, el “Vasco” tuvo dos entierros, uno en San Rafael, Mendoza, en la tumba de los Franchetti; y después de los papeleos judiciales, el 11 de abril de 1973 fue repatriado al Uruguay.

Su memoria, así como la de otros fallecidos en la tragedia, motivaron que su madre, Sara Vázquez Isoba, entre otras madres destrozadas como ella, fundaran la Biblioteca Nuestros Hijos, iniciativa benéfica que todavía funciona, medio siglo después, y a la que J.A. Bayona y Netflix donaron los 50.000 euros del Premio del Público del Festival de San Sebastián.

El actor que dio vida al “Vasco” en “La sociedad de la nieve” se 
abraza a las hermanas del héroe gallego del vuelo 571.

El abuelo gallego del “Vasco” y su esposa, en primer término. Detrás (izquierda), sus padres, en una foto familiar. Rafael “Vasco” Echavarren, en el centro. / Archivo familiar

El “Vasco” Echavarren debió de heredar la fortaleza de sus padres y también de su abuelo, que dejó Curtis en 1906, con solo 13 años, y en el primer trabajo que tuvo dormía en un mostrador, con los brazos cruzados a modo de almohada. Era un hombre instruido, y a su primer jefe, en Argentina, le llamó la atención que ese gallego supiese escribir. Ya hacia 1930 se estableció en Uruguay. Montó un negocio llamado “El Hogar” en la avenida 18 de julio, la más importante de Montevideo. Era “una empresa de tejidos importante”, como recuerda su pariente gallego Ricardo Vázquez-Pena, cuyo padre era primo hermano del abuelo del “Vasco” Echavarren. “Lo conocí y era un hombre afable y muy leído. Venía casi todos los veranos después del año 40. Pasaba un mes en casa de su hermano Gerardo en Teixeiro (Curtis)”, recuerda Vázquez-Pena, que mantiene una memoria envidiable a sus 88 años.

“Los gallegos tuvieron un muy buen representante en la montaña”

Gustavo Zerbino - Superviviente de la tragedia

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Ricardo Vázquez García, al que en Uruguay apodaban “Vazquiño” por su baja estatura y sus orígenes gallegos, murió a los 79 años en julio de 1972, pocos meses antes del milagro de los Andes que sigue conmoviendo al mundo. Transmitió a sus descendientes su amor por Galicia y sus costumbres. “Cuando oigo el sonido de la gaita y de la muiñeira se me revuelve todo. Galicia está dentro de nuestras vivencias y de nuestros genes”, resalta Beatriz Echavarren.

J.A. Bayona dice que la historia del milagro de los Andes es infinita, que tiene incontables historias dentro, imposibles de contar en una película. Y una de esas historias es la de Rafael “Vasco” Echavarren. “Tengo el mejor de los recuerdos de Rafael Echavarren. Mando un abrazo grande para todos los gallegos, que tuvieron un muy buen representante en la montaña”, dice Gustavo Zerbino, y Daniel Fernández lo refrenda: “El ‘Vasco’ lo merece, merece que se cuente su historia”.

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