La importancia de saber cómo ayudar

Mientras que Igualdad insta al entorno de las víctimas a que sean “proactivos” en la denuncia de la violencia de género, voces expertas en la materia apuestan por destinar los recursos a la prevención, información y protección de las víctimas

“La sociedad ideal a la que debemos aspirar no es aquella que denuncia, sino aquella en la que no hay agresores machistas”, apuntan

Una de las marchas del pasado 25N, en Valencia.

Una de las marchas del pasado 25N, en Valencia. / Jorge Gil

M. González

M. González

El entorno de 22 víctimas mortales de la violencia de género en este 2023 conocía la situación de maltrato pero no lo denunció, lo que supone más de la mitad de los 42 casos en los que no constaban denuncias previas. De los 55 feminicidios en el ámbito de la pareja y la expareja perpetrados en lo que va de 2023, en 13 había denuncias por maltrato y en otros 42, no.

En este contexto, Igualdad prepara una campaña específica para que los entornos sean “proactivos” en la denuncia de la violencia de género: “No se puede cargar más a las mujeres, que además de vivir una situación terrible de terror diario tengan también que denunciar. Muchas veces no pueden, pero los entornos lo conocen, pueden denunciar, son esenciales en esa defensa”, asevera la Ministra de Igualdad, Ana Redondo.

“Es un mensaje sobre el que ya se insistió hace un par de años y creo que debemos tener cuidado de dónde ponemos el foco o la responsabilidad de la acción para la erradicación de la violencia de género”, advierte Cristina Louzán García, agente de igualdad y cofundadora de Prisma con Priscila Retamozo Ramos, junto a la que realiza proyectos y formación en igualdad de género. “No debemos dejarlo todo al sistema judicial, en el que la acción cae sobre la existencia de una denuncia, independientemente de si denuncian ellas o su entorno. Para mí, los focos más importantes son: prevención, educación, protección e información”, subraya.

“La sociedad ideal a la que debemos aspirar no es aquella que denuncia, sino aquella en la que no hay agresores machistas. Y la forma más eficaz que tenemos de prevenirlo es con educación y formación”, añade. “Obviamente, sin denuncia y juicio no se puede hacer nada con el agresor, pero sí con la víctima. Es importantísimo que las mujeres y su entorno sepan de los recursos y apoyo existentes que no requieren de haber interpuesto una denuncia. Precisamente porque se sabe que hay obstáculos que impiden esto y que no podemos esperar a que haya una denuncia para actuar. Y es necesario asegurarse de que esta información llega y, por ejemplo, que sepan que existe una acreditación administrativa de la situación de violencia de género sin necesidad de pasar por un proceso judicial o que también hay asociaciones, al margen del sistema oficial, que prestan ayuda y asesoramiento gratuito a víctimas”, expone. “También considero que un foco importante es del acompañamiento y apoyo, hacer sentir seguridad y comprensión, para evitar que se sientan juzgadas por sus decisiones. Y para esto, de nuevo, necesitamos mucha formación y sensibilización”.

“La campaña podría ser efectiva, pero para conseguirlo hay que tener varios factores en cuenta, principalmente la forma en la que se lleve a cabo”, analiza la pedagoga María Bello Fernández, especializada en el ámbito social y familiar. “Es crucial concienciar y sensibilizar a la sociedad sobre la importancia de denunciar los casos de violencia de género y para lograrlo se debe dar un mensaje muy claro, que no dé lugar a error o a malentendidos como ya ha pasado en muchas ocasiones con diversas campañas”.

De este modo, la pedagoga subraya que “el silencio del entorno, al igual que en el caso de las propias víctimas, puede tener diversas causas, como factores emocionales, miedo o la falta de información sobre lo que ocurrirá después”. E insiste en que “el proceso de denuncia, tanto para las personas cercanas a la víctima como para ella misma, requiere de mucha fuerza de voluntad”: “La violencia de género trae consigo muchos estigmas que acentúan aún más la reticencia a denunciar, a lo que hay que sumar cuestiones como el temor a la falta de apoyo, miedo a las represalias, hacia la víctima y/o hacia el entorno (como, por ejemplo, los hijos, en caso de haberlos), enfrentarse a un proceso largo en el que se expondrán muchos asuntos privados, generando sentimientos negativos como la vergüenza. Además, la figura del agresor juega un papel crucial, manipulando emocionalmente a la víctima para evitar que se rompa la relación y, por tanto, el ciclo de violencia. Todo esto crea una red compleja de obstáculos que contribuyen al silencio, destacando la necesidad de abordar no solo la violencia en sí misma, sino también los estigmas, la falta de información y el apoyo necesario para superar estos desafíos”.

Nadie mejor que Noelia Míguez entiende esa situación. Ella sufrió el horror de un maltrato que la llevó al hospital tras recibir ocho puñaladas del que, en aquel momento, era su pareja. Ha escrito un libro, con la coautoría de Patricia Calveiro, titulado “Ocho Señales, cuestión de vida o muerte” (Editorial Meraki), con el que confía en poder ayudar a otras mujeres. “Eu sempre digo nas charlas que dou nos institutos que a lingua está moi ben para morrear, pero non para criticar, que é o que facemos a sociedade: criticar todo o tempo”, indica. “A xente, eu incluída, deberiamos poñernos máis na pel da veciña e non criticala”, expone. “Non é fácil porque o agresor, si ela conta algo, vaina ameazar con matala a ela, ós fillos ou incluso ós seus pais. Se a descobre, o castigo é para ela”, advierte. En su caso, por ejemplo, nadie detectó el calvario que estaba viviendo. “Eu víao totalmente normal porque pensaba que Juan (nombre con el que menciona a su agresor en el libro) era o único home que me quería”, rememora. “A día de hoxe, a miña mellor amiga segue a pedirme perdón por non darse de conta”. Pero ella le quita toda responsabilidad. “As mulleres maltratadas non falan porque o castigo logo é para elas”, insiste.

Es necesario que sepan que existe una acreditación administrativa de la situación de violencia de género sin necesidad de pasar por un proceso judicial o que también hay asociaciones, al margen del sistema oficial, que prestan ayuda y asesoramiento gratuito a víctimas

Míguez considera que muchas veces el entorno no actúa porque considera que “non é a súa vida, non se quere meter”. “O típico: ‘Non me meto que despois veñen a por min’. Logo, se é alguén que coñece ben a historia e sabe o que está sufrindo, pode que non dea o paso por medo ó que lle poidan facer a esa muller”, advierte.

“Cando vou ós institutos sempre sae á luz un caso, dos ou tres... É alucinante e moi triste”, se lamenta. “Moitos mozos cren que eu non podo ser unha muller maltratada porque non son vella ou porque non teño fillos”, dice sobre los estereotipos y mitos que tienen asociados, incluso los más jóvenes, sobre el tema: “Oxalá eu tivera unha Noelia dando unha charla no meu instituto na miña época. Estou segurísima que me daría de conta que o de Juan non era normal”.

Ese silencio del entorno de las víctimas puede obedecer a muchos factores y “seguramente no haya una respuesta única, sino que es una situación en la que confluyen muchos factores”, dice Cristina Louzán García. “Aun así, se lleva tiempo contando, y recalco como nos lo recuerda la periodista Ana Bernal Triviño –referencia en el tratamiento de esta urgencia social–, es que no se hace porque existe miedo a que empeore la situación tras una denuncia; la dificultad de reconocerse víctima; posible dependencia económica de la víctima; ser migrante; ser una persona en exclusión social; que muchas veces no se denuncia solo a una pareja, sino a un padre; temor por ellas o por los hijos e hijas... Todos ellos son factores que pueden desalentarlas a ellas y también a su entorno. Por eso, se insiste en que ese no es el foco”, expone, al tiempo que destaca que “sería bueno saber qué pasa tras las denuncias, si se les da la respuesta que necesitan, si se meten o no en un laberinto burocrático...; creo que lo más importante es saber qué necesitan y cómo se les puede ayudar. Y, por supuesto, ofrecerles garantías de protección”.

En este sentido, destaca que que “hay un problema de bulos y desinformación que desactiva mucha capacidad de reacción de la sociedad. Los medios de comunicación tienen una responsabilidad grandísima y también una gran capacidad de transformación: se debe ofrecer la información de forma rigurosa, objetiva y contrastada. Aunque ha habido grandes avances en ese sentido, queda camino por recorrer”, analiza. “Y además de poner el foco en lo social, también hacerlo en lo asistencial, fomentando la importancia de conocer a las víctimas para evaluar cómo ayudarlas. No todas tienen la misma situación, posibilidades ni las mismas condiciones. Es decir, saber detectar la violencia y saber encaminar la ayuda en las vías que la víctima considere más adecuadas para, llegado el momento, denunciar si es lo que desea”, subraya.

“La conciencia social con respecto a la violencia de género es algo en lo que se debe seguir trabajando. Considero que en muchos casos esta es una realidad que se ve ajena o lejana, lo que da lugar a cierta falta de comprensión y empatía hacia las víctimas, al no ser conscientes de la difícil realidad que están viviendo. Es importante educar, concienciar y sensibilizar a la sociedad al respecto, ya no solo en cuanto a las denuncias, sino en cuanto a apoyo y comprensión. Abordar el estigma asociado con la violencia de género es esencial para crear una sociedad más solidaria y compasiva”, añade María Bello.

Instar al entorno de la víctima a que denuncie “puede ser efectivo pero, en ocasiones, puede incluso ser lo contrario”, advierte Cristina Pereira, jurista, criminóloga y agente de Igualdad especializada en violencia de género. “Muchas víctimas, cuando un familiar o una amistad le dice que está siendo víctima de violencia de género, se sienten culpabilizadas”, advierte. “Por eso pienso que muchas veces puede ser favorable que el entorno actúe, porque quizá no se atrevan a hacerlo ellas mismas, pero otras víctimas puede que no estén preparadas para admitir lo que les pase y eso puede llevarlas a tratar de ocultar más a la figura del agresor”.

De este modo, aunque haya quienes entienden que se trata de un tema del ámbito privado de cada persona, Pereira indica “es algo en lo que todos tenemos que meternos y hacer todo lo posible para luchar contra la violencia de género, sobre todo si ves a alguien de tu entorno que lo vive, intentar que salga de ahí”. Pero, en este punto, propone que “lo ideal sería hablar primero con la víctima antes de poner la denuncia”, optando por dar ese paso “cuando hay un riesgo mayor”.

Las frases

“Deberiamos poñernos máis na pel da veciña e non criticala”

Noelia Míguez - Víctima de maltrato

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“No podemos esperar a que haya una denuncia para actuar”

Cristina Louzán - Agente de Igualdad

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“Abordar el estigma asociado con la violencia de género es esencial”

María Bello - Pedagoga

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“Lo ideal sería hablar primero con la víctima antes de poner la denuncia”

Cristina Pereira - Jurista y criminóloga

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“Ser parte activa é unha obriga de toda a cidadanía”

Rosa Fontaíña - Rede de mulleres veciñais contra os malos tratos

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El principal detonante para que las tasas de denuncias sean tan bajas, es según la jurista, que “se suele culpabilizar mucho la figura de la víctima”. “Muchas veces, el entorno, intentan hacerle abrir los ojos a la víctima de forma muy poco asertiva, muy agresiva, y eso puede provocar un alejamiento, en lugar de estar ahí para apoyarla, entenderla y entender su situación”, subraya: “Yo creo que esa es la principal lacra y es con lo que hay que luchar ahora, que es visibilizar que las víctimas no tienen la culpa”.

En contra de lo que pueda parecer, Pereira no cree que la situación esté empeorando, “lo que ocurre es que se está visibilizando cada vez más”: “Está disminuyendo muchísimo la cifra negra, cosa que antes el 90% de las víctimas estaban dentro de la cifra negra, nadie sabía que eran víctimas de violencia de género. ¿Qué ocurre? Que, obviamente, al hacer de esta realidad algo tan transparente, la gente que tiene unos pensamientos más machistas sale a decir que esto no es así. No es que haya más gente que crea eso, simplemente no tenían que decirlo porque antes no se visibilizaba. No creo que lo estemos haciendo mal ni que estemos yendo para atrás, sino que algunos discursos negacionistas en cuanto a la violencia de género son una reacción al avance que estamos teniendo”, analiza.

“Lo más urgente es centrarnos en la educación. No vamos a poder cambiar la realidad que ya existe si la gente no se educa en ello”, advierte. “Es un proceso muy lento. Llevamos siglos viviendo en una sociedad patriarcal y es totalmente imposible que en 30 años todo cambie. Por desgracia, nosotros no viviremos en una sociedad en la que no haya violencia de género, pero debemos trabajar para que nuestros nietos vivan en una sociedad en la que esto no exista”.

La importancia de los vecinos

Una de las voces más críticas con esta campaña que anuncia el Gobierno es la de Rosa Fontaíña, coordinadora de la Rede de Mulleres Veciñais contra os Malos Tratos de Vigo. “A xente ten que comprometerse, implicarse, e todos temos unha obriga de axudar a que remate a violencia contra as mulleres, pero a veciñanza non pode denunciar. O que ten que facer é non mirar para o outro lado, pero facelo de xeito que a muller sexa a que decida”, apunta. “O que temos que facer cando sintamos que existe algún caso é poñelo en coñecemento das autoridades, das forzas de seguridade”, explica.

“Hai moita xente que ás veces escoita que hai gritos ou golpes e non fai absolutamente nada. Iso si que me parece moi mal”, recalca Fontaíña. “O que hai que facer é chamar á Policía, que ten que levantar un atestado sobre o que está a pasar nesa vivenda”.

“O primeiro que hai que saber é como está esa muller e se hai unha persoa que poida achegarse a ela e convencela de que denuncie, e apoiala, porque eses apoios son necesarios. E estamos de acordo con iso. Co que non estamos de acordo é que, sen coñecer á persoa nin as súas circunstancias, alguén poña unha denuncia no seu nome”, puntualiza.

“Ser parte activa é unha obriga de toda a cidadanía. Niso temos que mellorar a sociedade, en xeral, porque o máis dramático que temos en España neste momento son os atentados contra a vida das mulleres, asasinándoas, maltratándoas, pero o que nunca facemos cunha muller que acude á Rede é dicirlle que denuncie. Primeiro vemos como está e que é o que quere. Ela é a que ten que decidir porque é ela a que se ten que enfrontrar a todo o que se lle ven enriba, que é moito. O Servizos Sociais e o traballo dos psicólogos deben ir por diante das denuncias sempre”.

“Hai moitas maneiras de facer ese apoio as mulleres e moitas maneiras de implicarse na loita contra a violencia de xénero, pero non é precisamente poñendo unha denuncia no nome de alguén que está capacitada para facelo. Ademais, unha denuncia así podería incluso empeorar a situación desta muller. Ó mellor non estaba en risco alto e acaba asasinada. Hai que ter moito coidado con iso”, advierte. “A única que pode contar o que está pasando na súa casa é esa muller. Non podemos falar por ela. Podemos apoiala, podemos traballar para a causa. Podemos facer moito, que a cidadanía no está a facer practicamente nada, pero o que non podemos é poñer unha denuncia sen o consentimento desa muller”.

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