Entrevista | Carlos Núñez Músico

“Hay que buscar el consenso y no ver el mundo dividido en partidos”

“Mi nuevo disco está cocinado entre la Bretaña francesa y Vigo (...) Es como una BSO para sonar en los barcos de Brittany Ferries entre Reino Unido, Francia y España”

Carlos Núñez tocará en Vigo los próximos  22 y 23 de diciembre.

Carlos Núñez tocará en Vigo los próximos 22 y 23 de diciembre.

Mar Mato

Mar Mato

Cuando años atrás en Rennes –noroeste francés– pregunté en la FNAC por un disco de música celta bretona, el dependiente posó en mis manos varios discos de Carlos Núñez. Recuerdo mi perplejidad así como la medio mueca, medio sonrisa que me regaló cuando le recordé que Carlos Núñez era gallego, no bretón. La anécdota ayuda a entender la magnitud de un músico internacional pero también el punto de partida de su nuevo disco, “Celtic Sea”, que estrena hoy en tiendas y plataformas y con el que llegará a Vigo el 22 y 23 de diciembre.

El álbum es una sinfonía que, como mínimo, escucharán tres millones de personas cada año: los pasajeros de los barcos de los Brittany Ferries que comunican Reino Unido con Francia y el Cantábrico español.

–Parece increíble. Una macroempresa de barcos bretona encarga un disco y una sinfonía a un gallego para poner en sus ferris...

–El año pasado nos invitaron a dar un concierto porque acababan de cumplir 50 años. Fue tan mágico, la atmósfera, el público... que el presidente de Brittany Ferries, Cristophe Mathieu, se me acercó y me soltó la bomba de que quería un himno celta para la empresa y el Atlántico. Así que nos fuimos calentando y la cosa desembocó en una sinfonía de 40 minutos y un disco.

–En lugares del Estado español puede no sonar, pero esa compañía es un emblema del transporte marítimo europeo.

–Sí y tiene su historia. Es una empresa de la Bretaña francesa, fundada por los agricultores bretones hace 50 años para vender productos del campo a los ingleses. Al final, acabaron montando una naviera que une puertos de Irlanda, Escocia, Bretaña, Gales, Santander y Bilbao. No llega a Galicia. Por eso, ellos querían que el Atlántico estuviese en este proyecto y querían vincularlo a la cultura. Brittany Ferries continúa las navegaciones de la Prehistoria y me pidieron una sinfonía que pasara por todos sus puertos y, aunque no incluyen Galicia, al ser yo de aquí no podía faltar en el disco.

–¿El Atlántico está de moda?

–Tenemos la imagen típica de que todo lo relacionado con el Mediterráneo es mejor. Con el cambio climático, el Atlántico tiene un tiempo increíble. Los parisinos ya no van al sur, ahora la moda es ir a la Bretaña. El Atlántico está despegando como un destino muy apetecible, con conexiones que vienen desde la Prehistoria, desde hace miles de años.

–El disco arranca con el tema “Mare Brittanicum”, que ofrece una intro pero también una marcha.

–Es el nombre con el que se conocía al mar Celta, que llega hasta Galicia, en la Edad Media, que abarcarían el Gran Sol, mar de Irlanda y el Cantábrico. Este himno tiene una clave celta épica. Para inspirarme, pedí que me dejasen viajar hasta Irlanda, Cornualles... en sus barcos para sentir la aventura, ver las ballenas, el amanecer, la puesta de sol. Tuve una sensación de amplios horizontes que inspiró para este tema junto al “Alalá do Pindo” [relativo al Monte Pindo de la Costa da Morte, un lugar sagrado para los primeros moradores]. El primer barco en el que me subí tenía el nombre de “Galicia”.

–Le pidieron un himno pero realmente suena a banda sonora.

–Sí, es como una banda sonora, pensada para sonar en los barcos así como en el disco. En los ferris viajan tres millones de pasajeros todos los años; la mayor parte, ingleses, pero también hay muchos franceses, alemanes, españoles...

–¿Y no podrían bajar estos barcos hasta el noroeste?

–Yo les pregunté si podíamos soñar con tener una línea desde Galicia hasta Bretaña. ¿Sabes cuántas horas hay desde Vigo a la Bretaña? Doce. Desde allí a Irlanda, hay menos.

–Aún siendo menos, son varias horas por lo que la música tiene que ser siempre agradable, tenue.

–Es cierto. Compuse la sinfonía utilizando sistemas de composición propios de las músicas celtas que tenían los antiguos bardos y que dejaron transcritos en el manuscrito “Ap huw”. Son patrones de acordes como los que utilizaban los antiguos bardos, que pasaron de las antiguas liras a las arpas y a las gaitas. La sinfonía se basa en esos patrones y se presenta en el bagpipe rythm, el ritmo de la gaita, que existe desde el norte de las Islas Británicas, Irlanda, Bretaña, Galicia pero que cada zona entiende de manera distinta...

–¿Qué historia hay detrás del tema “Ar Mor. The sea invocation”?

–Es una invocación de las Isla de Man donde el mar tiene carácter de divinidad como en las cantigas de Martín Códax.

–También hay canciones dedicadas a lugares de Galicia, la bahía de Vizcaya, Asturias y León con el Camino de Santiago.

–Me pidieron que incluyese en la música León y la Ruta jacobea. En “Le voyage. O castro”, dedicada a Galicia, se pueden escuchar conchas, pandeiro y pandeireta. Invité a Wenceslao Cabezas Polo [profesor mítico de música y baile tradicional en Vigo] en los días en los que cumplía 80 años. Grabó magistralmente; volví a llorar al verlo tocar con emoción la pandereta. De Asturias, toco “Xana”, una de las canciones más emblemáticas de su música. Del País Vasco, escuchamos las txalapartas...

–¿Cómo grabaron?

–Grabamos con músicos de todos los países celtas, llevábamos los equipos en los barcos para grabarlos. Intentamos por el espíritu intercéltico que todo el mundo tocase de todo: en las melodías de Galicia tocaron británicos; en las de la Isla de Man, tocó Pancho Álvarez, gallego, con una lira...

–¿Teme a la IA?

–Es algo imparable. En la vida como en la música se van superponiendo diversas tecnologías pero ninguna acaba de matar al sistema anterior.Este disco está grabado de manera acústica con todos los músicos tocando juntos como se hacía en los 90, en la cúspide de la industria musical. Fue un lujo. Este disco está cocinado entre la Bretaña y Vigo.

–¿Y la situación política?

–Mi padre fue concejal en Vigo en las primeras elecciones democráticas cuando nadie tenía mayoría suficiente para gobernar. Me contaba que hacían el sano esfuerzo de integrar a todo el mundo en un equipo. Como músico me parece el camino correcto: buscar el consenso, intentar sumar por el bien común y no ver el mundo dividido en partidos políticos.

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