Entrevista | Concha Monja Micharet Profesora e investigadora en robótica

“Programar robots genera una mente más preparada para resolver conflictos”

La experta hablará de los robots ‘inteligentes’ en dos charlas que impartirá a escolares y adultos en la Sede Afundación de Vigo

Concha Monje Micharet.

Concha Monje Micharet. / FdV

Concha Monje Micharet (Badajoz, 1977) edescubrió la robótica mientras realizaba su tesis doctoral en Ingeniería Industrial. Hoy, los trabajos en robótica blanda y control de sistemas de esta profesora e investigadora de la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M) son reconocidos en todo el mundo y han sido distinguidos con numerosos premios. Monje ha trabajado, además, como asesora científica de la película de ciencia ficción “Autómata”, producida y protagonizada por Antonio Banderas. Monje estará en la Sede Afundación de Vigo el miércoles para hablar de “Inteligencia artificial (IA) en robótica: retos y oportunidades” a escolares (11.00 horas) y adultos (19.00 h.).

–¿Qué es la robótica blanca?

–Es un tipo de robótica que se basa en robots físicos fabricados con materiales blandos, como la silicona. La ventaja de un robot blando es que se puede deformar, que lo tocas y se ablanda, que es achuchable, vamos a llamarlo así. Sus ventajas frente a un robot rígido son claras: se puede introducir en un entorno muy confinado, como una tubería, por ejemplo, sin que quede atascado. La robótica blanda, por supuesto, va de la mano de la ciencia de los materiales. Éstos dependerán de la aplicación del robot y del grado de flexibilidad del que queramos dotarlo. Otro factor importantísimo es que son robots más seguros porque sus materiales blandos absorben vibraciones, no son tan duros y no ejercen una fuerza tan grande como los rígidos, que pueden hacer bastante daño a las personas y al entorno.

–Unir el sustantivo robot al adjetivo humanoide detrás infunde bastante miedo, ¿por qué?

–En la robótica en general, no sólo en la humanoide, hay miedo porque hay mucho desconocimiento. Creo que en esto también tiene mucha responsabilidad el ‘boom’ de la IA, que ya se entiende como una inteligencia competitiva con la humana, por lo que se piensa que los robots que estén dotados de esta inteligencia van a poder superar al humano.

–¿Y es así?

–Estamos muy lejos de eso. Ahora mismo no podemos prescindir del humano para que los robots funcionen. La robótica puede ser una amenaza, pero también una herramienta maravillosa. Dependerá del uso que queramos darle. La luz que nos calienta en casa es la misma que permite fabricar bombas y arrasar ciudades. Más que temer a la IA y a la robótica, hay que temer a los humanos que en el desarrollo de estas tecnologías buscan fines dudosos.

–La velocidad con la que avanza también nos sobrecoge a veces.

–Hoy en día la tecnología tiene un grado de desarrollo que permite avanzar a un ritmo tal que en poco tiempo puedes ver grandes avances y no da tiempo a que se regulen. Tenemos que hacer un análisis muy crítico de cómo están estas tecnologías, hacia dónde van y a qué ritmo lo hacen, y tener unas herramientas legislativas y de regulación tan ágiles como lo es el desarrollo tecnológico. De lo contrario, sí hay un desbalance y ahí es cuando se pueden producir ciertos problemas, como nos está pasando ya con la IA, que ahora queremos regular teniendo en cuenta cosas que nadie pensó que pudieran pasar pero que ya están pasando.

"Más que temer a la robótica o a la IA hay que temer a los humanos que con su desarrollo buscan fines dudosos"

–O sea, que la cuestión está en poner límites.

Exacto. ¿Qué ocurre? El problema es que este tipo de desarrollos tecnológicos se han democratizado muchísimo. Es decir, tiene acceso toda la población en general. Entonces, ahí ya se complica porque es muy difícil concienciar a todo un planeta, cada uno con sus ideas, con su cultura, etcétera, de lo que está bien y de lo que está mal en el uso de estas tecnologías. La respuesta a este conflicto comienza en la educación que le damos a nuestras nuevas generaciones. Pero no hablo de una educación en la tecnología, hablo de una educación humanista y moral, en la responsabilidad de que tus actos tienen unas consecuencias y de que hay ciertas cosas que no se deben hacer. Esto es algo muy básico. Todos tenemos todos un cuchillo en casa y a la gran mayoría del planeta no se le ocurre cogerlo para apuñalar a alguien. ¿Y por qué no lo hacen? Porque moralmente no está bien y porque el asesinato está penalizado. Es decir, hay una serie de reglas éticas y morales que tenemos asumidas, que son inherentes, aunque podamos tener un trastorno y violemos ese tipo de reglas. Pues lo mismo sucede con la tecnología. Hay que educar en casa en que esa herramienta y que yo no la puedo usar para cambiarle o ponerle una cara a un cuerpo que no es de esa cara y comercializar o hacer una broma con eso, difundiendo toda esa información a las redes. Hay que intentar frenar y evitar a toda costa que esa persona haga ese uso de la tecnología. Lo que es innegable son las enormes posibilidades, que aún no podemos ni imaginar, que tiene tanto la robótica como la inteligencia artificial. 

–¿Cuánto le debe al cine la imagen que tenemos de los robots?

–El cine más tecnológico y de ciencia ficción muestra en mayor medida, porque es un recurso más efectivo para que el espectador se enganche, una cara negativa y peligrosa de las tecnologías. Evidentemente, si la relación que tienes con éstas es a través del cine y lo que te muestra es que los robots aniquilan, al final crees que la robótica es eso. En cualquier caso, yo soy muy fan del cine y creo que están muy bien las películas que nos ponen ante situaciones que, aunque no puedan pasar o haya pocas probabilidades de que pasen, nos llevan a confrontarnos a nosotros mismos.

–Fue asesora en la película “Autómata”. ¿Cómo fue la experiencia?

–Fantástica. Tuve la suerte de trabajar con el director Gabe Ibáñez en la elaboración del guion, proponiendo también ciertas ideas sobre cómo podían transcurrir las escenas donde los robots están involucrados y fue bonito verlas reflejadas en una película que retrata un momento en el que los humanos comienzan a ser conscientes de que los robots pueden desplazar al humano de su trono. Plantea un debate interesante.

"La tecnología es una herramienta poderosísima para cambiar la vida de las personas"

–¿Qué nota le pone al abordaje de la robótica en las aulas?

–La robótica es una herramienta valiosísima para aprender otras disciplinas jugando. Más allá de que seamos capaces de que un robot haga una cosa u otra, programar nos permite, a través del entendimiento de ese lenguaje de programación, generar una capacidad de análisis crítico y desarrollar una mente mucho más preparada para evaluar los conflictos e intentar resolverlos desde lo pequeño, paso a paso, organizando y estructurando el pensamiento.

–¿Qué papel puede jugar España en la revolución industrial 4.0?

–La industria 4.0 ha demostrado ser muy solvente en España y estamos en puestos relevantes en la automatización inteligente de los procesos de fabricación de la industria en general. Debemos seguir estando en ese tren e intentar, además, ser líderes, porque en este campo hemos demostrado mucha solvencia y tener conocimientos punteros. Luego, evidentemente, hay otras áreas donde quizás vamos un poquito más retrasados. La robótica y la IA son herramientas muy potentes para posicionarnos en el mundo de la forma en que queramos posicionarnos. Creo que deberíamos reflexionar sobre por qué tipo de robótica o de usos de la IA vamos a apostar porque los campos de aplicación son infinitos. Hay países que apuestan por invertir en temas bélicos y de seguridad. Otros, como nosotros, apostamos por la robótica asistencial: robots que impactan en nuestra salud directamente y en nuestro sistema sanitario, con robots quirúrgicos, y en la robótica asistencial que nos asiste en casa, con exoesqueletos.

“Hay que visibilizar todos los beneficios de las ingenierías y acabar con eso de que son difíciles y para unos pocos”

–Usted estudió Ingeniería Industrial. ¿Ya pensaba en ese momento dedicarse a la robótica?

No, no. Eso vino mucho después. Yo lo que sí que tenía muy claro era que me gustaba mucho la tecnología en general, me gustaban todo tipo de cacharros que tuvieran botones. Siempre me gustó. En casa he tenido el referente de mi padre, que ha sido toda su vida profesor de formación profesional en electrónica y que aparte se dedicaba a reparar equipos de televisión y de sonido. De alguna manera, tenía más o menos claro que mi camino iba a ir por ahí, pero en aquellos momentos tampoco eres capaz de vislumbrar dónde te puede llevar eso. Mientras hacía la tesis doctoral, tuve la oportunidad de aplicar algunos de mis desarrollos a un robot flexible y eso me abrió la puerta a la robótica y a partir de ahí ya todos mis caminos han confluido en el área de la robótica.  

–La tecnología es uno de los campos donde la brecha de género es mayor. ¿Cómo podemos despertar el talento femenino?

–Evidentemente hay brecha de género y ahí creo que hay una responsabilidad también por parte de quienes nos dedicamos a estas disciplinas de mostrar lo que hacemos. Creo que es la manera más clara, llana y sencilla de llegar a la gente. Hay muchos factores que han generado esta brecha. No vamos a entrar ahora en que históricamente el papel de la mujer era diferente al del hombre y precisamente muy alejado de lo que es una formación y una vida profesional. Pero ahora que hemos dado pasos para que la mujer pueda decidir qué quiere hacer sigue habiendo ese desequilibrio. Las ramas tecnológicas han estado siempre barnizadas de una serie de adjetivos que no las han beneficiado, como algo difícil, abstracto, que no se sabe para qué sirve, para lo que se necesita ser muy inteligente, muchísimo sacrificio, y todo esto ha repelido no sólo a las mujeres, incluso a los hombres. Podemos decir que ahora mismo hay una necesidad de personas especializadas en ciertas tecnologías que nos las vamos a ver y desear para cubrir ciertos puestos de trabajo.

–¿Qué hay que hacer para ganar vocaciones tecnológicas?

–Hay que visibilizar las ingenierías con todos los beneficios y todo el atractivo que tienen, y evitar caer en la rueda otra vez de lo difícil, de lo abstracto, de que esto es sólo para unos pocos. Ahí tenemos esa labor de visibilizar y de divulgar. La tecnología es una herramienta poderosísima para cambiar la vida de las personas. Es importante entender que cuando estudias esas disciplinas vas a tener las herramientas y los conocimientos para poder aportar soluciones que cambian la vida de las personas desde muchos prismas. Creo que cada vez son más las mujeres que se unen al barco de lo tecnológico, porque ven la aplicación y el impacto directo que puede tener ese conocimiento en la sociedad.

Suscríbete para seguir leyendo