asuntos propios

“A mí se me puede llevar a cualquier sitio”

“Ni en el Sutton me dejaron entrar. Soy una famosa de mierda”

Susi Caramelo, cómica.
 // José Luis Roca

Susi Caramelo, cómica. // José Luis Roca / nÚRIA NAVARRO

NÚRIA NAVARRO

Empezábamos a cogerle gusto a sus descaradas entradas en casas de famosos como enviada especial de “Cuentos chinos”, el programa de Jorge Javier Vázquez, cuando, zas, va Mediaset y lo cancela por baja audiencia. Un suspiro duró. Pero no pasaron 24 horas que Susi Cabero Jaén (L’Hospitalet, 1980) ya tenía ofertas de tele sobre la mesa. Su comicidad asilvestrada y sin filtros, y su descaro –a recuperar sus imitaciones en “Tu cara me suena”–, son un caramelo en medio de las batallas por la audiencia.

–¿Se recupera rápido de los chascos?

–La gente confunde estar en paro y estar parado. Yo no he parado de trabajar desde 2019. Para mí el lujo no es un bolso, es no tener horarios, despertarme a la hora que me sale de las narices, estar con mi perro, Pablo, y con mi pareja. Así que ahora tengo la posibilidad de parar y pensar qué quiero.

–¿Qué quiere?

–Un proyecto hecho a mi medida. He tenido programas propios en Movistar y los he gestionado yo. Te hago el guion, te superviso la edición, te pongo la cara. Soy una tía muy válida, y ya me tocaría.

–¿Dónde está su mayor gracia?

–¿En pantalla? Porque en la vida personal tengo bastante mala hostia. Debería tener mejor genio. Me gustaría ser un poco más zen.

–Sincera es.

–Pero en pantalla creo que conecto porque disfruto mucho y tengo muchas tablas. La gente me conoce desde hace cuatro años, pero empecé en la comedia a los 20 y pasé una década trabajando de lunes a domingo en empleos precarios –teleoperadora, camarera, azafata– para poder escribir y hacer stand up gratis, para aprender. Hay un montón de gente sin talento que hace cuatro mierdas por redes y se está forrando, así se lo digo.

–¿El descaro le venía de serie?

–Hasta los 14 años tenía una timidez enfermiza. Hacía que mis amigas dieran la vuelta entera a la plaza para no pasar por delante de los chicos. Pero en el instituto me convertí en una gamberra, en L’Hospitalet se hace mucha calle –cosa que jugó a mi favor– y me ha ayudado la familia que tengo.

–¿Cómo son los Cabero Jaén?

–Una familia humilde. Mi abuelo paterno era peruano, vino por trabajo, conoció a mi abuela, que era vasca, y se fueron a Perú. Se quedó viuda pronto y tuvo que regresar con siete hijos. Y mi abuela materna, de Murcia, también enviudó y vino a Barcelona. Era tremenda la abuela, y mi madre es muy graciosa. Nunca me han puesto impedimentos, aunque tampoco pedí jamás permiso. En el sentido del espectáculo, siempre he creído en mí. En otras partes de mi vida no tanto.

–Cuesta creer.

–A los 27 años tuve una crisis muy gorda. Dejé de estudiar, estaba haciendo teatro sin acabar de gustarme y entré en una depresión bastante jodida. Me enamoré de un chico de Madrid y mi madre me dijo: “Vete, es lo mejor que puedes hacer”. Pasé un primer año y pico de mierda: sin dinero, sin amigos y el novio no resultó ser lo que pensaba.

–De ahí a comentarista de alfombras rojas. Penélope Cruz, Banderas, Almodóvar...

–Haciendo esos reportajes es cuando me conoció la gente, en octubre de 2019, sí, pero yo estaba con la mente agitada. Mi padre enfermó y moriría en diciembre. La familia no lo vivió de una forma tan festiva. Y vino la pandemia. ¡Con lo que me había costado llegar!

–Ahora los famosos le tienen miedo. No saben por dónde les saldrá.

–Soy bastante buena, ¿eh? Cuando me junto a escribir guiones con Luis Álvaro, lo que dejamos fuera es lo bueno, bueno. Pero sabemos en los tiempos que vivimos. Yo voy muy al límite, pero sin llegar a faltar al respeto. Solo me pasé un poquito con Omar Montes, con algo que tenía que ver con Chabelita, y estuve una semana comiéndome la cabeza.

–¿Hay alguien con menos sentido del ridículo que usted?

–¡Leticia Sabater! La tía te saca un hit cada Navidad y te lo defiende en biquini. “Con la vergüenza ni se come ni se almuerza”, dicen las madres, y es verdad. Es la parte infantil que no deberíamos perder nunca.

–Puede dar la impresión de que está zumbada.

–A mí se me puede llevar a cualquier sitio. Sé muy bien qué es el entretenimiento, pero hay una Susi controlada, sensata, muy educada. Aunque, la verdad, nunca me ha preocupado la impresión que doy. A golpe de talonario, sería capaz hasta de raparme al cero.

–Ahora ya no tiene fatigas económicas.

–Este junio dejé el piso de 20m². Ahora me toca amueblar el nuevo, pero como no tengo un perfil livestyle y solo tengo medio millón de seguidores, no me hacen colaboraciones. Aunque cuando he intentado hacer algo por la cara me sale mal, me muero de vergüenza. Ni en el Sutton me dejaron entrar. Soy una famosa de mierda.