“África no es una mina que explotar ni una tierra que saquear”, afirma el Pontífice

Condena el “colonialismo económico” de países ricos que ha “ensangrentado” los diamantes

El papa Francisco, ayer, a su llegada al aeropuerto de Kinsasa.   | // EFE/VATICAN MEDIA

El papa Francisco, ayer, a su llegada al aeropuerto de Kinsasa. | // EFE/VATICAN MEDIA / Agencias

Agencias

El Papa condenó ayer el “colonialismo económico” de los países ricos que ha “ensangrentado” los diamantes de República Democrática del Congo y, en su primer discurso en el país donde permanecerá cuatro días antes de trasladarse a Sudán del Sur, también defendió que “África no es una mina que explotar ni una tierra que saquear”.

“Tras el colonialismo político, se ha desatado un colonialismo económico igualmente esclavizador. Así, este país, abundantemente depredado, no es capaz de beneficiarse suficientemente de sus inmensos recursos: se ha llegado a la paradoja de que los frutos de su propia tierra lo conviertan en “extranjero” para sus habitantes”, señaló el Pontífice.

Francisco llegó a las 14.38 (hora local) al aeropuerto internacional de N’djili, en Kinsasa, donde fue recibido por el primer ministro del país, Anatole Collinet Makosso. Después se trasladó en coche al Palacio de la Nación –a 29 kilómetros del aeropuerto– donde se reunió en privado con el presidente, Félix Antoine Tshisekedi Tshilombo. Una vez en el jardín, el Papa pronunció su discurso a las autoridades, en el que señaló que “el veneno de la avaricia ha ensangrentado sus diamantes”.

“Es un drama ante el cual el mundo económicamente más avanzado suele cerrar los ojos, los oídos y la boca”, denunció el Papa, que instó a respetar al país y ha reservarle espacio y atención en la agenda internacional. “No toquen la República Democrática del Congo, no toquen África. Dejen de asfixiarla, porque África no es una mina que explotar ni una tierra que saquear”, exclamó.

Francisco aseguró, durante su vuelo a Kinsasa, que le “tocó” mucho la foto de los tres nigerianos que viajaron durante 11 días en el hueco del timón de un petrolero hasta las islas Canarias y espera que puedan quedarse en España.