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Contra las cuerdas de la ley y la medicina

La Asociación de Afectadas de Essure en Galicia denuncia la negativa a crear una unidad para atender a las mujeres a las que el Sergas colocó el anticonceptivo | La entidad espera para este otoño los primeros juicios en la región por los efectos secundarios

El ciclo sexual de las mujeres puede alterar los tratamientos médicos. José Lores

Hace cuatro años que existe nuestra asociación. Estamos cansadas de llamadas telefónicas, de mails, de peticiones en sedes electrónicas, acudimos en enero de este año al Fiscal de Galicia solicitando que crearan una unidad de atención para las mujeres afectadas por el Essure. Al Sergas no le interesa”, critica la presidenta de la Asociación de Afectadas por Essure en Galicia, la viguesa María Sabela Landín Estévez.

Su demanda urge a que en al menos en un hospital de la comunidad gallega haya un equipo sanitario con ginecólogos, urólogos, digestivos, internistas para tratar a estas mujeres, que pueden superar las 1.600 solo en Galicia, y que sufren desde hace años dolores, incapacitación, mareos, sangrados excesivos y otras dolencias que achacan a una reacción adversa al níquel u otros materiales del anticonceptivo que en su día le colocaron en el Sergas o a una mala praxis en su colocación.

“Nuestros cuerpos están envenenados”, subraya Landín quien informa de que se esperan para este otoño los primeros juicios en Galicia por el Essure.

Esta mujer participará el viernes en las jornadas del Consello da Cultura Galega en Xinzo (Ourense) “Invisibilizadas para a Medicina”. Tanto en este encuentro como en el habido ayer en Compostela, también organizado por el CCG, “Dereitos e discriminación na ‘nova normalidade’: unha mirada iusfeminista” se pretende reflexionar si existe discriminación de la mujer por el hecho de ser mujeres en las leyes y la Medicina.

Diversas expertas y afectadas dan respuesta afirmativa a estas preguntas al tiempo que dan un tirón de orejas al Ministerio de Sanidad, Sergas y autoridades judiciales.

Desde el Consello da Cultura Galega, rescatan la conclusión de Sonia Villapol –neurocientífica gallega que trabaja en el Texas Medical Center– señalando que el ciclo sexual y hormonal de las mujeres altera la eficacia de los tratamientos médicos.

Es decir, dependiendo del momento del ciclo en el que nos encontremos los efectos y eficacia de una medicina o vacuna pueden variar respecto a otras mujeres y respecto a los varones.

Sin embargo, en los ensayos de medicamentos, hasta ahora, siempre ha sido mayoría la presencia masculina.

La falta de informes sobre posibles reacciones adversas se ha dado incluso con productos dirigidos solo para mujeres, como el anticonceptivo Essure.

En Estados Unidos, el elevado número de demandas contra Bayer hizo que la farmacéutica de Essure acordase pagar 1.600 millones de dólares para resolver reclamaciones pero sin admitir irregularidades o responsabilidad por su parte.

El anticonceptivo apareció 20 años atrás como la gran alternativa a la ligadura de trompas para evitar embarazos. En el Sergas, a las mujeres en lista de espera para la ligadura se les propuso esta posibilidad sin ofrecer casi información, según denuncia la Asociación de Afectadas de Essure.

Un muelle de níquel, titanio y fibras de polímero PET fue colocado en el interior de sus trompas de falopio. Ya en 2003 comenzaron a aparecer los primeros estudios que recogían los posibles efectos secundarios como náuseas, dolor pélvico, sangrados leves, para ir ampliándose estos a picores, asma y urticaria en relación con la hipersensibilidad o alergia al níquel.

Sin embargo, autoridades médicas y farmacéuticas siguen sin admitir que esa sintomatología esté conectada con el Essure. A la presidenta de afectadas gallegas se lo acabaron colocando en 2012 después de varios años en lista de espera para la ligadura de trompas.

“Es un tema terrorífico, que está ocultado. ¿Por qué los médicos se empeñaron en que se pusiera este dispositivo? Hubo comunidades autónomas como Aragón donde no se le implantó a nadie. Las autoridades consideraron que no era adecuado para las mujeres. Ahora, si vas con problemas, te dicen que se debe a la menopausia y que no tienen que ver con el Essure. ¿Las mujeres somos de segunda categoría? Es dificilísimo vivir con dolor y con el rechazo de un sistema de salud que niega tu problema. Lo que menos te esperas es que un médico te diga que lo que tienes te lo estás imaginando. Fuimos envenenadas por nuestro sistema de salud a cambio de que alguien ganase mucho dinero. Bayer indemnizó en Estados Unidos pero aquí no, ¿por qué?, ¿somos de segunda?”, critica Landín Estévez.

Por su parte, la jurista y opositora Sara González, cuyo estudio sobre el amianto y la perspectiva de género fue premiado, hablará en las jornadas del viernes del Consello da Cultura cómo las mujeres fueron “invisibilizadas” en la investigación del amianto. “Al ser viudas o trabajadoras domésticas, no estaban protegidas como sus maridos al no estar reconocidas como trabajadoras por la Seguridad Social por lo que su enfermedad no se podía considerar enfermedad profesional”, indicó.

En el caso del amianto, estas se enfermaron por lavar la ropa de los maridos –la mayoría, obreros del naval– o los sacos que estaban en contacto con este material. “Se vieron afectadas de asbestosis y algunas murieron incluso antes que sus maridos por hacer una tarea que debería haber hecho la empresa”, apuntó González quien denunció que “la mujer está invisibilizada en el propio ámbito legislativo” del amianto.

Barrère: “Cantidad de normas del sistema jurídico responden a estereotipos de género”

La catedrática y profesora de Filosofía del Derecho en la Universidad del País Vasco Maggy Barrère señaló ayer en Compostela en unas jornadas del Consello da Cultura que “cantidad de normas del sistema jurídido responden a estereotipos” entre los que destacó el identificar a las mujeres como cuidadoras. En su intervención, se presentó como iufeminista por la que reivindica una revisión del Derecho que tenga en cuentan la realidad de la mujer.

A su juicio, el Derecho se ha construído históricamente sobre los intereses y necesidades del hombre favoreciendo al patriarcado. Este lo definió como los “elementos sistémicos que hacen que funcionen estereotipos, ideologías, mitos... que construyen una teoría para que las mujeres ocupen un estatus subordinado en la sociedad”. “Es por el patriarcado por el que ellas son las que cobran menos por el mismo trabajo, las que tienen más trabajo parcial, las que sufren más agresiones, las que se dedican a trabajos domésticos y de cuidado....”, señaló la jurista y profesora para dejar claro que “las mujeres tenemos que hacernos un hueco en el Derecho”, en un derecho laboral “pensado para un trabajador varón”.

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