¿Estamos preparados para la vejez que viene?

De izquierda a derecha: Melchor Fernández (profesor universitario), Marina Troncoso (universitaria senior), Miguel Ángel Vázquez (médico) y Xaime Fandiño (profesor universitario retirado)

De izquierda a derecha: Melchor Fernández (profesor universitario), Marina Troncoso (universitaria senior), Miguel Ángel Vázquez (médico) y Xaime Fandiño (profesor universitario retirado) / Óscar Corral | Marta G. Brea

El envejecimiento de la población en las sociedades occidentales es un hecho palpable ya en el presente y con previsión de acentuarse en las próximas décadas. Galicia, donde un 25,6% de la población es mayor de 65 años, se presenta como el modelo demográfico de lo que será Europa en 2050. La población no solo es más longeva, sino que envejece con mayor calidad de vida y una formación superior a la de generaciones pasadas.

Las personas mayores de hoy poco se parecen a las de hace un par de décadas. Demandan nuevos servicios adaptados a sus intereses y diferentes a las alternativas que se ofrecen hasta ahora tanto a nivel habitacional -en residencias geriátricas o viviendas comunitarias-, como de ocio -en los viajes y actividades que ofrece el Imserso o los programas universitarios para alumnos séniores-.

La respuesta es negativa según representantes de este colectivo poblacional y expertos en gerontología y economía consultados. Las soluciones pasan por la educación en el envejecimiento, las prácticas intergeneracionales y una modificación socioeconómica que no aparte a los ciudadanos senior activos del sistema.

“La jubilación te aparca y rompe esa intergeneracionalidad que habías vivido durante tu etapa laboral. Entras en un gueto cronológico en el que te discriminan por la edad, diciéndote a qué viajes tienes que ir y cómo tienes que vivir”, comenta el periodista y profesor de Comunicación de la Universidad de Santiago jubilado Xaime Fandiño, quien también fue realizador de la TVG y decano de la Facultad de Publicidad de la Universidad de Vigo.

“Hay que crear ciudades intergeneracionales, sin guetos cronológicos”

Xaime Fandiño

— Catedrático jubilado

Marina Troncoso preside laConfederación de Asociacionesde Alumnos UniversitariosMayores.   | // ÓSCAR CORRAL

Xaime Fandiño, integrante del grupo musical Deteriorados / Óscar Corral

A sus 69 años, Fandiño se queja de la homogeneidad con que tratan a ese grupo poblacional, que es heterogéneo. “A mí no me interesan los programas del Imserso pensados para gente de la generación de mi madre, porque ya he viajado y si quiero hacerlo me busco por internet mis opciones”, pone como ejemplo. Rechaza también soluciones habitacionales como el cohousing, las viviendas comunitarias y las residencias y aboga por la intergeneracionalidad y la educación como medidas para afrontar la nueva realidad demográfica. “Las ciudades deben de ser intergeneracionales, de manera que en un edificio haya porcentajes determinados de personas de diferentes tramos de edad y en el barrio unos estén pendientes y se ocupen de los otros”, dice.

“Hay que aprender a envejecer desde niños porque no hay duda de que vas a llegar a esa etapa de tu vida, ya que la otra opción es peor. Tiene que ser una asignatura, no sé si reglada, que se dé tanto en el ámbito familiar como social”, explica. Aunque reconoce que trabaja para que futuras generaciones de viejos lo disfruten -”yo ya no lo veré”, dice- , este catedrático retirado cuyo trabajo final del máster en Filosofía que realizó ya jubilado se titula “El gueto cronológico” , desarrolla el proyecto de innovación social “Vulnerables” con el grupo musical Deteriorados, donde dos componentes son jubilados que trabajan como voluntarios para la Universidad de Santiago y tres son personas en edad laboral activa.

En sus conciertos explican con música y palabras el modelo social que conciben, tratando además de alentar a los mayores a realizar un plan vital ilusionante integrado en la sociedad, “sin edadismos ni estigmas etarios”.

Precisamente antes de la pandemia, este comunicador trabajaba con la universidad compostelana en el proyecto piloto “Compostela Interxe”, consistente en involucrar a la población del barrio de Castiñeiro en dedicar dos horas al mes a experiencias intergeneracionales. “No se trata de atender a la dependencia ni eso de adoptar un abuelo, sino de pillar a un colega mayor. Hay gente joven que me puede contar cosas que no le dice a su padre y yo le puedo dar códigos”, explica.

“Nos ofrecemos a la sociedad para devolverle gratis lo que hemos aprendido”

Marina Troncoso

— Universitaria senior

Xaime Fandiño, integrantedel grupo musicalDeteriorados.  | // MARTA BREA

Xaime Fandiño, integrantedel grupo musicalDeteriorados. / Marta G. Brea

Como presidenta de la Confederación de Asociaciones de Alumnos Universitarios Mayores de España cargo que ocupa en la entidad similar de la Universidad de Vigo, Marina Troncoso comenta que los programas universitarios para este colectivo poblacional ya no responden a la realidad actual. “Comenzaron como una oferta social para jubilados que no tenían estudios universitarios, peo actualmente el 90% de los alumnos que nos matriculamos en estos programas ya somos licenciados que buscamos una oferta de excelencia académica porque queremos aumentar nuestros conocimientos de una manera provechosa para nosotros y para la sociedad, a la que nos ofrecemos de manera voluntaria y gratuita para devolverle lo que hemos aprendido y seguimos aprendiendo”, explica.

Como ejemplos de iniciativas de voluntariado de personas mayores, Troncoso pone el de guías que se ofrecen para museos, ahora paralizado por la pandemia. No se trata de entrar en competencia desleal ni dumping con profesionales en activo, según indica esta representante del colectivo de mayores universitarios. “Nunca se interfiere en el trabajo de los que cobran, se colabora con ellos y se ofrece lo que el mayor puede dar de conocimiento y experiencia”. Otras maneras de colaborar activamente en el ámbito académico serían que los alumnos senior guíen a los jóvenes en la elaboración de una tesis o realizar tutorías en másteres.

Integrante en el Consejo Estatal de Personas Mayores, Marina Troncoso indica que esa y otras demandas han sido presentadas a distintos ministros de educación y asuntos sociales así como a directores del Imserso, sin que de momento les hayan hecho caso. “Queremos una oferta para un envejecimiento activo, positivo y sobre todo participativo con retorno a la sociedad. Eso no lo hay. Los viajes del Imserso fueron una solución magnífica para la hostelería en temporada baja pero ya ha pasado su momento. Ahora tienen que ir acompañados de un oferta cultural”.

Dejando aparte la dependencia, que según Troncoso afecta a un 30% del colectivo de mayores, esta representante de ciudadanos “madurescentes” se queja también de la imagen que proyectan los medios de comunicación sobre la vejez. “No todos vamos con bastón por la calle, ni estamos en sillas de ruedas, ni tenemos canas todos, tampoco somos yayos, sino personas activas que queremos participar en la sociedad, sabemos lo que queremos y las instituciones están obligadas a atendernos”.

“Una sociedad no puede vivir al margen del 25% de su población”

Miguel Ángel Vázquez

— Geriatra

Miguel Ángel Vázquez, presidente de la SociedadeGalega de Xerontoloxíae Xeriatría.

Miguel Ángel Vázquez, presidente de la Sociedade Galega de Xerontoloxíae Xeriatría / Ana Rodríguez

Partiendo de la base de que la vejez es heterogénea y depende diversos factores sociales, educativos y del entorno de cada individuo, Miguel Ángel Vázquez, presidente de la Sociedade Galega de Xeriatría y Xerontoloxía advierte del riesgo de generar diferencias sociales por estructuras etarias. “Si te empeñas en que todos los mayores de 65 son iguales estás negando la diversidad”, indica. Aun así señala que las sociedades actuales apartan a las personas mayores y no están pensadas para ese grupo poblacional a ningún nivel, lo que genera desigualdad social e injusticia. “Una sociedad no puede permitirse el lujo de vivir al margen del 25% de sus individuos, hay que generar espacios de participación para esa gente con mucho tiempo libre y sin obligaciones laborales”, comenta.

Según este experto, es la sociedad la que tiene que exigir a las personas mayores un compromiso para aportar servicios, primando fiscalmente a las personas que participan activamente en actividades sociales. “Hay que buscar fórmulas para articular vidas muy ociosas, no con jornadas de ocho horas pero si a lo mejor con compromisos de varias horas semanales. Se trata de que los mayores sean útiles, si que al levantarse lo único que tenga que hacer en todo el día es ir a un centro de jubilados. Otra opción es flexibilizar la edad de jubilación, que no creo que vaya en contra de la generación de empleo, sino que crea más riqueza. En Galicia tenemos la fortuna de que en el rural los mayores siguen siendo activos, cultivan sus huertas y surten a los hijos con los bienes que producen”, explica.

Ese cambio de enfoque que estigmatiza a un colectivo poblacional por su edad ha de pasar por preparar a las personas para una etapa de su vida que dura un promedio de 23 años, teniendo en cuenta la esperanza media de vida. “Al igual que la sociedad te prepara para la vida laboral, merece la pena dedicar tiempo a planificar esos años tras la jubilación que no serán igual que los anteriores, sino que probablemente tendrás más condicionantes biológicos y psicofísicos y menos condicionantes económicos”, sostiene. En este sentido, aboga por poner en marcha la silver economy (economía plateada) poniendo dentro del sistema los recursos de que disponen las personas mayores. “El 89% son propietarios de sus viviendas en España (en Galicia probablemente el 92%) y ese patrimonio les pertenece, tienen derecho a gestionarlo cómo les parezca, aunque los hijos piensen que tiene derecho a heredarlo”.

“Los mayores demandarán nuevos bienes y servicios ”

Melchor Fernández

— Profesor universitario de economía

Melchor Fernández, profesor de Economíaen la Universidad de Santiago.

Melchor Fernández, profesor de Economía en la Universidad de Santiago. / Óscar Corral

El cambio en la estructura demográfica por edades generará transformaciones a todos los niveles, uno de ellos en las necesidades de bienes y servicios. A nivel público, “se va a demandar menos educación en los años iniciales y veremos un fuerte incremento en la demanda de servicios sociosanitarios”, según apunta el profesor de Economía de la Universidad de Santiago, Melchor Fernández. En el ámbito privado también se notará esa transformación.

“Las personas mayores de dentro de unos años no demandarán los bienes que demandan los mayores del presente, no actuarán ni de forma parecida, su nivel de educación es superior, al igual que lo será su capacidad adquisitiva”

Las oportunidades de negocio que ya se están observando en la actualidad tienen que ver con el ocio, con una oferta diferente a la que existe actualmente. Ese aumento en la esperanza y calidad de vida ha de venir acompañado de la prevención y la educación para el ocio, que corresponde a la esfera pública.

“Se ha constado que el estado de salud percibido por las personas mayores cuando se jubilan empeora. Hay que empezar desde la infancia a educar para el ocio mediante hábitos saludables”, indica Melchor Fernández. “Va a haber un cambio muy fuerte en la distribución de la renta por tramos de edad.O cambian mucho las cosas y conseguimos que la gente joven empiece a tener unos sueldos mejores que actualmente o veremos lo que ya vemos últimamente, que las pensiones medias son superiores a los sueldos de entrada al mercado laboral”, sostiene este economista.

Por eso señala como reto importante conseguir un nuevo pacto intergeneracional. Respecto a si una sociedad puede ser productiva con el 25% de su población retirada del mercado laboral, Fernández considera que hay que formularse varias preguntas, tales como ¿necesitamos seguir creciendo al ritmo que veníamos haciendo? o ¿se puede decrecer mejorando el nivel de bienestar y renta?. “Esa posibilidad existe, se nos plantean muchos retos vinculados a los límites de la energía fósil. En otros momentos de la historia moderna sí se prescindió del 25% de la población porque mucha gente joven no trabajaba en los países desarrollados. Ahora nos pesa más la parte de arriba de la pirámide de edad, pero con una distribución de la renta diferente. En términos de producción los cambios no son tan exagerados como se presentan y además en estados como el nuestro tenemos la posibilidad de abrir fronteras para que entren los trabajadores que pueden hacer falta”, comenta.

Suscríbete para seguir leyendo