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Investigan el fallecimiento de un sanitario de 26 años que pasó el COVID en noviembre

Pablo Riesgo, en una foto tomada en el paseo del Muro de Gijón, ciudad en la que residía.

Investigan el fallecimiento, por causas que por ahora se desconocen con exactitud, de un joven sanitario que el pasado mes de noviembre había pasado el COVID, enfermedad que le mantuvo ingresado 12 días. El auxiliar de enfermería Pablo Riesgo Rivero, de 26 años, se había recuperado del coronavirus e incluso se había reincorporado a su puesto en el servicio de Urgencias del hospital gijonés de Jove. Sin embargo, hace unos días volvió a encontrarse mal y lo ingresaron primero en Jove y, más tarde, en la UCI del HUCA, donde falleció a primera hora de la mañana de ayer.

Según ha podido saber este grupo, a priori el joven presentaba un cuadro hematológico no relacionado con la infección por coronavirus que había sufrido meses atrás. No obstante, el desconocimiento que aún existe en torno a las secuelas tardías del COVID imposibilita que se pueda rechazar la vinculación entre el deceso del joven sanitario y el coronavirus. Existe así una duda similar a la que planteó la muerte, el pasado 31 de diciembre, de un niño gijonés de 12 años que nunca llegó a dar positivo en las pruebas PCR que se le practicaron, pero en el que la sospecha de COVID era alta. Por ese motivo, se ha decidido realizar una autopsia al ahora fallecido, igual que se le practicó al niño gijonés.

El fallecimiento, con tan solo 26 años, de Pablo Riesgo ha golpeado a sus compañeros de Jove así como a todo el mundo sanitario. Había pasado el COVID tras contraerlo durante la segunda ola. El sanitario estuvo en noviembre 12 días ingresado a causa de una neumonía bilateral originada por el coronavirus, por la que requirió aportes de oxígeno. Sin embargo, y aunque sufría alguna secuela de su lucha contra el virus, hace semanas que ya le habían dado el alta por la enfermedad. De hecho, se llegó a reincorporar a su puesto de auxiliar de enfermería en el servicio de Urgencias del Hospital de Jove. Pero a principios de la pasada semana empezó a encontrarse mal y tuvo que ser ingresado en el mismo centro en el que trabajaba.

Más tarde, dada su gravedad, fue derivado al HUCA, en Oviedo, donde ingresó en la UCI sin un diagnóstico claro y con el cuadro hematológico antes citado. Su empeoramiento fue muy rápido y a primera hora de la mañana de ayer se confirmaba la peor de las noticias con su fallecimiento, toda una losa por lo inesperado del desenlace.

Los compañeros de Pablo Riesgo en el hospital de Jove se concentrarán hoy en su memoria a las 14.30 horas en el aparcamiento de la puerta principal del centro hospitalario gijonés. Una amiga del trabajo le recuerda como “un chaval sonriente y muy educado, nos deja a todos trastocados y con mal cuerpo. Es una pena tremenda. Y más por ser tan joven y no tener muy claro lo que le pasó”. Marcos Bernardo, presidente del comité de empresa del hospital de Jove, confiesa que “estamos todos un poco alucinados porque no tenemos ni idea de qué ocurrió. No acabamos de entender lo que sucedió. Es algo impensable”. Por su parte, la gerente del hospital gijonés, Laura García, califica los sucedido como “una tragedia, una fatalidad”. Y añade: “Estamos todos en estado de shock. Es horrible. Está todo el hospital afectado por su muerte”. Alberto Riera, también miembro del comité de empresa del centro hospitalario, se expresa en el mismo sentido: “La gente está muy conmocionada. Había sospechas diagnósticas, debió ser un fallo multiorgánico, pero no se sabe nada con seguridad. Fue tan fulminante y rápido que nadie se lo esperaba”.

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