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La otra primera línea contra el COVID

Rosa Antonio Aguilar, cocinando en el comedor social vigués.

Al poco de llegar de Venezuela, Rosa Antonia Aguilar, ahora con 66 años, enfrentaba uno de los momentos más difíciles de su vida: la reciente operación de su marido por un tumor y una precarísima situación económica que se agravó con la pandemia. Rosa ha conseguido mantenerse a flote gracias a la ayuda recibida de Benestar Social y colectivos como Cáritas, Cruz Roja y Vida Digna. “¿Sabes cuando uno cae fondo? Ahí, estaba yo, pero gracias a mucha gente y Vida Digna estoy levantando la moral”, explica la ahora cocinera del comedor social de esta ONG en Vigo. Cada fin de semana, da de comer a 230 personas.

Cada sábado y domingo, Rosa Antonia Aguilar y Aguilar y su marido se levantan a las seis de la mañana. Una hora después, ya están en el número 52 de Purificación Saavedra en el barrio vigués de Teis que llega hasta el mar y en el que el ruido de los astilleros ha trazado su cartografía vital.

Comienza su tarea: preparar comida para cerca de 230 personas. Sus comensales son gente como ellos, que necesita ayuda en uno de los momentos más delicados de la historia mundial: la era COVID.

“Mi marido me ayuda a hacer las bolsas y las otras chicas me ayudan de voluntarias. Me concentro en la cocina. Un fin de semana hacemos paella, otro canelones con carne o pescado, otro bacalao; o hamburguesa y arroz. La persona viene, recoge su comida y marcha. Llevan primer plato, segundo plato y postre. En la bolsa va fruta, leche, lo que haya. A las 11.30 horas o 12.00 abro la puerta. La cola es larguísima y como está haciendo frío ellos se apretan más. Como se forma mucha cola, abro temprano para que la gente no se ponga toda junta, para que intente guardar la distancia de dos metros por lo menos. La gente se desespera”, explica.

Zaira Da Cunha y una compañera atienden en Cáritas Tui-Vigo. | // CÁRITAS

Rosa reconoce bien esa alteración, la ha vivido. Antes de ser la chef del comedor, fue usuaria. Hoy en día, aún sigue precisando la ayuda de Vida Digna. “Con la operación de mi marido me dieron mucho apoyo moral. Además, nos daban ropa, zapatos, comida. En la pandemia, nos llevaban la comida a casa. Aún seguimos recibiendo comida de ellos”, explica.

Encontrar trabajo para esta mujer nacida en Maracay (Venezuela) que trabajó 23 años en enfermería en su país y diez en una residencia en Madrid para después retornar a su país de cuna y ahora volver a España no es fácil. Más difícil lo es para su marido, oriúndo de Tui, operado de un tumor en la boca que le ha privado de partes de su lengua.

“Rompen a llorar en la entrevista y no le puedes poner una mano en el hombro”

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La voz de Rosa irradia luz con sus palabras. Es como si la lira del cuadro “Hope” del victoriano George Frederick Watts en lugar de una sola cuerda a punto de romper tuviese dos robustas y tensadas. Para Aguilar, “uno tiene que ser positivo ante todo. La vida enseña a ser positivo. Yo aspiro a que todo esto se solucione”.

Mientras el mundo rota con incertidumbre, funcionarias, voluntarias y cooperantes ayudan desde el otro lado de la barrera con un coste emocional que también les pasa factura. “La sensación que tenemos en muchos momentos es de frustración total”, reconoce Zaira Da Cunha, de Cáritas Tui-Vigo.

Con “mucho miedo”

Zaira explica que, primero, fue “muy complicado” gestionar su trabajo y la atención a las personas vía telefónica. Crear empatía con esos medios no es fácil. “Las personas precisaban de más tiempo en las conversaciones y estas eran más intensas y dramáticas. La gente tenía y tiene mucho miedo, se siente sola, con sensación de incertidumbre”, señala.

Actualmente, la atención presencial tampoco es sencilla. Las medidas de seguridad impuestas para evitar contagios amenazan con romper la calidez. “Muchas veces la gente rompe a llorar en la entrevista y ni siquieras puedes ponerle una mano en el hombre para consolarla”, comenta con pesar la joven.

Desde el departamento de Benestar Social del Concello de Vigo, la jefa de servicio, Paz, con 35 años en trabajo en esta área, lo describe como “los trabajos de la cara oscura. Nadie viene a Servicios Sociales cuando le ha tocado la lotería”.

Zaira Da Cunha y una compañera atienden en Cáritas Tui-Vigo. // Cáritas

Reconoce que la pasada primavera “vivimos con mucha angustia.Como cualquier ciudadano esa situación que nadie esperaba, nos generaba miedo, ansiedad, temores... pero éramos servicios esenciales y teníamos que dar la talla para ayudar a salir adelante. Eso generó mucha carga emocional y estrés”.

Sus jornadas laborales fueron alteradas para hacer frente a un incremento del 30% de la demanda de ayuda. “Trabajamos mañana, tarde y noche, sábados y domingos más festivos incluidos. En Semana Santa hicimos guardia todas las trabajadoras sociales del Concello de Vigo porque si surgía un imprevisto había que responder”, rememora.

Pero esa penitencia interior no puede ni debe exteriorizarse, aunque reconoce que no siempre es fácil hacer ver a una persona el lado positivo: “A veces, hay que enseñar que cuando uno está muy mal hay que aferrarse a algo positivo para salir adelante. Hay que aceptar la situación,sí; pero no puedo estar todo el día llorando y bloqueándome porque así no se emplea el tiempo en buscar una solución”.

Frustración y ansiedad

Zaira Da Cunha, de Cáritas Tui-Vigo, reconoce que “nos enfrentamos a situaciones complicadas porque las personas se encuentran en situaciones vulnerables que se tornan insostenibles. Es complicado gestionar tanta ansiedad y frustración ante una situación que para nosotras también es impredecible”.

Añade que no es fácil “trasladar positivismo” pero tampoco hay que “comunicar un tremendismo absoluto”. ¿Cómo convencer que ese consejo no solo es teoría? Da Cunha enumera varios elementos: objetividad de la situación, cercanía y “haciendo saber que estamos ahí y que no están solos”.

Por su parte, la funcionaria viguesa Paz añade que “se puede llorar un ratito pero después hay que buscar soluciones. La mente es muy importante y que se pueda agarrar a algo positivo te da energías para afrontar lo que se te presente en la vida en un momento determinado. Saldrás peor o mejor pero la actitud positiva te va a ayudar”.

 Ahora mismo, confían en que lo peor haya acabado. No obstante, aconseja “no dar nada por supuesto”. “Sabíamos desde agosto que nos viene un problema muy grande y tenemos que apoyar a esas familias hasta que mejore la situación. Hay ERTE pero cuando acaben es posible que sean despidos. Eso supone una gran carga psicológica para la familia, además de la económica. Lo que nos viene, lo que ya tenemos encima, lo sabemos. Ojalá no empeore. Tenemos muchas familias que van a necesitar apoyo durante meses hasta que esto se recupere económicamente. Dependen de la protección social pública. La situación es complicada pero quiero ser optimista”, explica Paz.

Hacer frente a la pandemia, las ha obligado a “saltarse todos los procedimientos ordinarios” para “en un mismo día dar apoyo a la gente que tenía necesidad”.Imagínense a ustedes escuchando a una persona que no tiene dinero para comer o para pagar el alquiler, una familia entera. “Eran y son familias normales y corrientes”, recalca “que normalmente no acudían ni necesitaban nuestra ayuda”. Lo positivo que recuerda de las peores semanas fue la coordinación con los diferentes organismos del ayuntamiento, con las distintas ONG y la decisión desde Alcaldía: “Nos dijeron: ‘Lo que necesitéis’”.

El camino de este año y el próximo no será fácil. “La crisis social aún va a perdurar en el tiempo”, señala la concejala de Benestar Social, Yolanda Aguiar. No obstante, el propio alcalde apunta para esta información que “en Vigo, la política social es una de las prioridades: recursos ilimitados y buen servicio”. 

“La crisis social aún va a perdurar en el tiempo”

Yolanda Aguiar - Concelleira de Benestar Social

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“Muchas familias van a necesitar apoyo durante meses”

“La gente viene muy quemada, con tristeza en el corazón”

Sara Misa - Educadora social en Vida Digna

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Sara Misa

“Somos la parte silenciosa, hacemos un trabajo menos visible que el de los sanitarios, pero aquí estamos”, subraya desde el primer segundo de la conversación Yolanda Aguiar, concelleira de Benestar Social en el Concello de Vigo.

“Fue una etapa dura y nos obligó a reinventarnos para atajar una crisis que fue sanitaria pero también social sin precedentes. Tuvimos que poner servicios nuevos en funcionamiento, duplicar esfuerzos, trabajar todos los días de la semana pero creo que conseguimos el ofrecer un colchón a las familias vulnerables y no vulnerables”, explica.

La concejala subraya que el incremento de usuarios de estos servicios fue principalmente de gente con un perfil distinto al de las personas que anteriormente acudían a este área. “Llegaron familias plenamente normalizadas como tú y como yo”, añade la edil viguesa.

La concejala agrega que “siempre nos situamos en el escenario de que puede ir empeorando. Por eso, las partidas de los presupuestos de este año se incrementaron notablemente para las ayudas de emergencia, las becas de comedor...”.

Sobre estas últimas defiende su necesidad ya que en que “en algunos casos, esa es la única comida caliente que hacen los niños al día”.

Y si la situación empeorase por encima de las expectativas, Aguiar apunta que “tenemos el compromiso del alcalde de que las partidas para ayudas sociales serán ilimitadas llegando a tirar de remanentes de tesorería para el gasto social”.  

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