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Cristina Olea: "En plena pandemia hay enfermos en EE UU que no van al hospital por miedo a la factura"

La periodista viguesa actualmente es corresponsal de Televisión Española en Washington | Su abuela de 96 años ha superado el Covid-19 en Vigo

Cristina Olea con la Casa Blanca detrás, durante una retransmisión en directo. // FdV

La periodista Cristina Olea (Vigo, 1982), ha recorrido el mundo como enviada especial. Actualmente es corresponsal de Televisión Española en Washington y allí cumple el confinamiento, lejos de su familia que se encuentra en la ciudad olívica, donde su abuela de 96 años ha superado el Covid-19. Buena conocedora de la situación en EEUU aborda la gestión de la pandemia en un país donde la curva de contagios sigue sin ser descendente aunque se reactivan ya los negocios. Un confinamiento que, apunta, ha sido más laxo que en España pues los ciudadanos han podido salir siempre a caminar y a correr.

- ¿Cómo viven los estadounidenses esta pandemia?

-Se han visto, tanto en España como en otros países del primer mundo y en EEUU, las mismas cosas: Cómo el coronavirus golpeaba a residencias de ancianos y colapsaba hospitales; que había médicos sin medios de protección a los que faltaban guantes y mascarillas y tampoco tenían mucho material sanitario, como respiradores. También a muchísima gente muy golpeada por los efectos económicos.

-Pero hay diferencias en cuanto a la forma de afrontarlo.

-Lo que hemos visto en EEUU que no hacen otros países de nuestro entorno es empezar a levantar restricciones cuando la pandemia todavía no parece estar muy controlada, cuando en muchos puntos del país la curva de contagios no baja. Hay mensajes contradictorios dentro del Gobierno. El presidente y el equipo económico proponen reanudar la actividad, y el equipo sanitario pide prudencia. Están abriendo bares, peluquerías o cines con aforo limitado. En Washington DC se ha prorrogado hasta el 8 de junio el confinamiento, pero esta semana se ha inaugurado un hosptial de campaña con 400 camas en el centro de convenciones.

-Ha sido un confinamiento muy desigual. ¿Se han tenido en cuenta criterios médicos?

- Trump hizo recomendaciones para mes y medio. Aquí las condiciones las han ido dictando los Estados y los Condados. No ha respondido a criterios médicos, sino al criterio de cada gobernador o de cada autoridad local. Se ha visto así la idiosincrasia de cada Estado al decidir los negocios esenciales que permanecían abiertos: en algunos las tiendas de venta de armas, en otros de marihuana. Incluso llegaron a cerrarse las clínicas de abortos y abrirse las iglesias, con gran polémica.

- ¿Podría pasarle factura a Trump la mala situación económica en las próximas elecciones?

-No se sabe. En otros momentos de grandes crisis en EEUU o de atentados, se ha fortalecido el patriotismo y la unidad de los estadounidenses entorno a su presidente. Pero esta es una crisis insólita, nunca se había vivido algo parecido y tenemos un presidente que polariza mucho a la sociedad. Es tan odiado como amado. Muchísimos ciudadanos le adoran y muchísimos lo rechazan, ambos grupos con mucho fervor.

-Pero la economía era uno de los pilares de Trump.

-Es cierto, antes de la pandemia repetía que teníamos una economía "como un tiro". El desempleo era un 3,5%, un récord a la baja en los últimos 50 años. La pandemia y el confinamiento lo han echado por tierra: 36 millones de personas se han apuntado al paro en siete semanas, es algo completamente insólito. Tiene que volver a encajar el mensaje económico. Asegura que va a ser capaz de devolver al país la mejor economía del mundo y que va a mejorar en el último trimestre del año. Dice que este año es el de "transición a la grandeza".

-Desde España cuesta entender que el presidente de EEUU aconseje tomar lejía contra el coronavirus y no pase nada...

-Con esta pandemia generó mucha confusión. Sus ganas de dar noticias o buscar soluciones contrarias a la realidad llevaron a promocionar unos medicamentos contra el coronavirus sin haberse probado su eficacia, o proponer inyectar desinfectante en el cuerpo de los enfermos. Esto provocó que muchísimo médicos saltaran a las redes a desmentirlo. Pero es un presidente que ya había roto las reglas no escritas de la comunicación y política tradicional. Hay muchísima gente que se identifica con él y repite sus mensajes de libertad individual, les gusta que no sea políticamente correcto; apuntan que es millonario y no necesitaba ser presidente y lo hace por amor al país. También hay otros a los que les horroriza. Lo consideran racista, sexista... Sus mensajes de twitter copan titulares, consigue todo el protagonismo y otras noticias con más importancia para la población pasan casi desapercibidas.

- ¿Se conoce el número real de fallecidos?

-Se cree que hay más muertos que los que recogen las cifras oficiales. El mayor experto en enfermedades infecciosas de la Casa Blanca, el doctor Fauci, ha reconocido que es probable que eso sea así, ya que hay muchas personas, por ejemplo en Nueva York durante el pico de la pandemia, que murieron en casa sin ir al hospital o sin estar diagnosticadas de Covid-19.

- ¿Cómo se afronta el problema de la falta de sanidad pública?

-En EEUU, hay unos 28 millones de personas sin seguro médico, además de 11 millones indocumentadas y otras muchas con seguros que no lo cubren todo y que ya antes de la pandemia vivían con miedo a enfermar, necesitar ir a un hospital y arruinarse. En este país mucha gente vive evitando ir al médico por miedo a la factura. Ahora se teme que muchas más personas se hayan quedado sin seguro, al perder su trabajo. A algunas que se han recuperado del Covid-19 le han llegado facturas de más de 30.000 dólares. El gobierno ha aprobado ayudas para el tratamiento, pero no llegan a todo el mundo. Para empezar, no cubren a los indocumentados. Al hablar con personas más vulnerables, con bajos recursos, muchas nos dicen que si enferman no quieren ir al hospital para no arruinarse.

- El mayor índice de letalidad por Covid-19 en EEUU es de afroamericanos, ¿cómo se explica?

-El impacto del coronavirus en las minorías es desproporcionado en este país. En Washington DC la población negra ya no es mayoría porque se han visto obligados a desplazarse a barrios de la periferia, pero constituyen el 80% de los fallecidos. Son personas que están en primera línea, cajeros, conductores de autobús, repartidores. Tiene que decidir si ir a trabajar para comer, o quedarse en casa y perder su salario. No pueden darse el lujo de teletrabajar.

- ¿Qué es lo que peor lleva en esta pandemia?

-Somos afortunados, porque mis padres y la familia de Vigo están bien. Mi marido, yo y mis dos hijos estamos bien también aquí. La distancia es lo peor en estos momentos de pandemia y que este año mis hijos no verán a sus abuelos. En el tema personal creo que cuando podamos volver a Vigo y pisar la arena de las playa será cuando yo piense que lo peor de esta pandemia ha pasado.

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