-Ha desarrollado casi toda su vida profesional como corresponsal internacional de RTVE. ¿Siempre tuvo vocación de periodista?
-No tenía una vocación clara en el Instituto. Siempre me ha gustado muchísimo escribir, contar historias y también viajar y conocer gente de cuantos más países mejor. De alguna manera mi trabajo ahora, que consiste en contar lo que pasa en otros países de mundo, me hace muy feliz.
-Ha sido enviada especial en varios países de Europa como Italia, Francia, Alemania o Reino Unido, pero también en países árabes caso de Egipto, Argelia y Omán. ¿Cuál ha sido su momento de mayor satisfacción profesional?
-Como periodista las historias de las que me siento más satisfecha y más útil, son aquellas a las que puedo poner una cara, unos ojos, personas de carne y hueso y contar sus historias. En agosto de 2013 me tocó cubrir los disturbios y las matanzas de manifestantes que protestaban contra el gobierno egipcio en El Cairo. Vimos muchos linchamientos, familias destrozadas... atrocidades. Creo que todos los periodistas extranjeros que estábamos allí éramos conscientes de que el hecho de estuviéramos contando lo que ocurría y se supiera y publicara fuera del país, fuera de Egipto, era fundamental porque sino la actuación del Gobierno hubiera sido mucho peor. Todos los periodistas nos sentíamos útiles.
-Y ahora Estados Unidos, lleva usted la corresponsalía de Televisión Española en Washington.
-Aquí, en Estados Unidos, el trabajo me da la oportunidad de poner voz a la gente que vive sin seguro médico, por ejemplo; con miedo de ir al médico o al hospital y arruinarse; o de gente que cruza la frontera huyendo de historias de violencia y miseria y que ahora empieza una nueva lucha en este país. Otra parte importante de mi trabajo es intentar explicar la gestión del Gobierno estadounidense y qué alcance tienen las decisiones que toma para los ciudadanos. Un corresponsal es ser los ojos y la voz de tu medio en otro país y eso para un periodista al que le gusta la información internacional es un privilegio.
