Después de nosotros entra en los territorios siempre inhóspitos de la pareja rota, de los sueños que una vez fueron comunes y ahora son cascotes de una convivencia desmoronada. El cineasta belga Lafosse se rodea de un reparto excelente (Bérenice Bejó y Cédric Khan sobre todo) para recluirse en un escenario que llega a ser agobiante y allí mostrar una autopsia sentimental sin contemplaciones, un poco a la manera desgarradora de Woody Allen en la estremecedora Maridos y mujeres.

La historia arranca en el momento en el que, tras 15 años de matrimonio, la pareja inicia los papeles de la separación, que implica también a los hijos. Atrapados en un callejón sin salida (la crisis económica les obliga a compartir techo aunque entre ellos ya solo hay rencores y cuentas por ajustar), los antiguos esposos son esclavos de una situación indeseable en la que salen a la luz sus sombras más tóxicas, soltándose verdades como puñetazos y, sin llegar a la virulencia de La guerra de los Rose, lanzando andanadas demoledoras en todas direcciones sin que ninguno de los personajes tenga ventaja en cuanto a la simpatía que puedan despertar.