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GALLEGOS EN LA CIMA

"La vida es un partido: gana el que lucha"

La ingeniera rodeirense, exjugadora de balonmano y fútbol sala, es jefa de producción en el gran complejo termosolar que TSK, Acciona y Sener construyen en Marruecos

María Moreiras, con una bandera de Galicia, en la planta termosolar de Ouarzazate.

Medio centenar de operarios españoles y marroquíes trabajan a sus órdenes en una de las mayores plantas de energía termosolar del mundo. La ingeniera María Moreiras (Rodeiro, 1984) es la jefa de producción de toda la estructura metálica de este complejo de 160 megavatios que TSK, Acciona y Sener construyen en Ouarzazate, "la puerta del desierto". Su anterior proyecto fue una planta desaladora en Argelia, donde su presencia en obra también llamaba la atención: "Allí era más complicado porque el machismo es mayor, pero aquí son más abiertos. Al final, siempre acaban acostumbrándose a que formas parte del equipo y los trabajadores que se han ido marchando me han pedido hacernos fotos de recuerdo. Con respeto, no hay ningún problema".

Ingeniera técnica industrial y con un máster en Dirección de Proyectos por la Universidad de Santiago, recorrió España para Metaldeza y Abengoa antes de dar el salto al continente africano de la mano de esta última. Durante un año, residió en la base de vida habilitada dentro de la desaladora argelina de Ténès por la amenaza de Al Qaeda, que en enero de 2013 había atentado contra una planta de gas extranjera. "Estábamos vigilados por una empresa de seguridad y solo salíamos escoltados. Trabajaba 32 días seguidos y volvía durante 8 a casa. Pero nunca me sentí insegura", relata.

Aun así, "cansada" de estas duras condiciones, aceptó hace ahora un año la oferta de la compañía gijonense TSK para construir en Marruecos la planta Noor 1: "Estoy contenta porque es una oportunidad de hacer currículo y supone una nueva experiencia. Es uno de los mayores complejos termosolares del mundo".

Su calidad de vida también ha mejorado. "Aquí tengo mi propia casa y mi coche y veo los periódicos por internet y los canales españoles de televisión. También hay censura como en Argelia, pero menos. La serie "El Príncipe", por ejemplo, solo se puede ver el mismo día que la programan en España", revela.

Los vecinos de Ouarzazate ya se han acostumbrado a encontrársela corriendo por las mañanas: "Al principio se extrañaban y ahora el empleado de la gasolinera me pregunta qué me pasó si no me ve ese día. Se trata de convivir y hay gente muy buena, como en todas partes. Ellos también hacen esfuerzos y tú tienes que respetar sus fechas señaladas como el Ramadán y sus costumbres".

La localidad de 70.000 habitantes, que saltó infelizmente a los medios españoles por el fatal accidente de los tres espeleólogos, es punto de atracción para muchos deportistas, turistas que quieren admirar sus paisajes y productoras de cine. "Al sur ya empieza el desierto de Marruecos y Mauritania y aquí hay tres estudios. Los actores de 'Homeland' han estado de vacaciones", revela.

Las barbacoas entre los expatriados son habituales y María aprovecha sus visitas a Rodeiro para avituallarse. "En cuanto me descuido mi madre me mete comida en la bolsa. He llegado a traer dos maletas con 56 kilos de comida y, después de la matanza, no faltó el chorizo ni el solomillo", confiesa entre risas.

Tras dos años en países árabes, María estudia otra oferta para trabajar en Kuwait: "Me lo estoy pensando porque son destinos complicados y echas en falta a la familia, pero solo se vive una vez y hay que intentar hacerlo de la mejor manera y ser felices. Y nunca arrepentirse de nada, de las experiencias malas también se aprende".

La ingeniera rodeirense lleva aplicando esta filosofía desde muy joven, cuando dejó su casa y el Club Balonmano Lalín a los 16 años para fichar por el Porriño. "Mis padres siempre me inculcaron el deporte y lo he practicado desde pequeña. Es muy importante para la formación de un niño porque te enseña que la vida es como un partido. Para ganar hay que entrenar y luchar y nadie te regala nada", sostiene.

También surgen amistades para toda la vida como la de Lucía, su compañera de equipo en Porriño y cuya familia la acogió durante un año en su casa de Vigo: "Íbamos al instituto Coia 4 y allí me hice dura", bromea. " Ella es como mi hermana y sus padres, unos segundos padres para mí", reconoce emocionada.

Una lesión en el hombro le obligó a dejar el balonmano, pero entonces empezó a jugar como portera de fútbol sala en Rodeiro y después en el Ponte Ourense, con el que ascendió a división de honor. Las responsabilidades profesionales ya no le permitieron seguir practicando deportes de equipo pero hace running y bicicleta a pesar de los 1.200 metros de altura y el calor de Ouarzazate.

Cuando María estaba con las juveniles del Porriño, la capitana de la selección española, la viguesa Begoña Fernández, jugaba en el primer equipo. Y en las canchas de fútbol sala coincidió con Verónica Boquete. Ambas inspiran a las nuevas generaciones: "El deporte femenino tiene tanto valor como el masculino. Tiene que pasar lo mismo que en el ámbito laboral, donde hemos ido ganando posiciones y accediendo a más puestos de poder. El otro día me gustó mucho la imagen del marido de Merkel con las mujeres de los presidentes del G7. Estaba haciendo lo que tenía que hacer. Lo ideal es que algún día haya más hombres con él".

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