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Las conferencias del Club FARO

Sanz: "Nunca nadie adelantó tanto dinero como el banquero Centurión a los Austrias"

"La historia no se repite, comparando la crisis de los Austrias en el siglo XVII con la actual: lo que no cambia es la condición humana, que confía en la emisión de deuda pública", dice

Carmen Sanz. // José Lores

"Nunca nadie, ni antes ni después, fue capaz de hacer un adelanto de dinero tan importante como el que protagonizó en 1602 Octavio Centurión, el gran banquero de los reyes Felipe III y Felipe IV", dijo ayer en el Club FARO Carmen Sanz Ayán, catedrática de Historia Contemporánea y Premio Nacional de Historia 2014. Presentada por la médico y diplomada en Historia María Teresa Cendón, habló de ese tiempo, en plena Edad Moderna, en que la Corona Hispánica se enfrentó a una situación económica compleja y los banqueros genoveses se convirtieron en protagonistas relevantes de su surpervivencia.

Autora en La Esfera de los Libros de "Un banquero en el Siglo de Oro", Sanz habló de un tiempo en que la Hacienda Pública tenía que recurrir a los asientos -créditos-, aumentando así la deuda soberana. "Solo en la mitad del siglo XVII -dice- se decretaron dos suspensiones de pagos. La Banda adquirió entonces un papel relevante". Difícil evitar con esta afirmación que en el coloquio su misma presentadora le preguntara si la historia se repite aludiendo a la crisis actual. Y ella respondió con la pulcritud de una historiadora. "No se repiten -dijo- , hay situaciones similares. Los Estados siempre han tenido problemas de financiación y lo que no cambia es la condición humana: siempre hay personas que confían en la emisión de deuda pública y en aquel tiempo fueron los genoveses quienes mejor sabían gestionarla; ellos dicen que fueron inventores del sistema".

Octavo Centurión (1578-1653) fue, según contó, el financiero más influyente de la primera mitad del siglo XVII en el contexto de la Monarquía Hispánica, cuando aquel complejo entramado político era todavía la primera potencia hegemónica de Europa. "Nuestro protagonista vivió su niñez y adolescencia durante el reinado de Felipe II, su primera juventud y el asalto en primera persona al mundo de la alta finanzas en el de Felipe III y su madurez y consolidación social en el de Felipe IV. "

Fue en ese largo lapso de tiempo, según la historiadora, en que nunca nadie, ni antes ni después, fue capaz de hacer un adelanto de dinero tan importante como el que él protagonizó en 1602. "Nada menos que 10 millones de ducados en tres contratos, uno de los cuales ascendía por sí solo a más de siete millones. Ese único asiento, que con ese nombre se conocía a estos acuerdos de financiación, equivalía al presupuesto completo que requería Felipe III para todo el funcionamiento de la Monarquía durante un año completo, en un periodo de guerra abierta en Flandes".

Con razón fue conocido como el "asiento grande", dijo. Ese gesto justificó la fama de Octavo Centurión entre sus coetáneos y el que su nombre resultara conocido tanto en los círculos cortesanos como en los populares.

Un nombre, dijo, que no procedía de los reinos Ibéricos sino de Génova, una República colaboradora de la Monarquía Española desde que en 1528 Andrés Doria decidiera dar un giro a su política de conexión con la Corona francesa y pusiera su escuadra de galeras al servicio de Carlos V.

"Es innegable -afirmó- que Octavio Centurión, o si se quiere, Ottavio Centurione, como figura en las fuentes genovesas y como él mismo firmaba durante las dos primeras décadas del siglo XVII en los documentos oficiales, fue uno de los máximos exponentes de ese poder genovés. Por esta razón al elaborar su biografía, ha resultado imprescindible aludir a su tierra natal, al origen de su familia y de sus negocios; en definitiva a las gentes y a las circunstancias de su entorno originario. Incluso cuando Octavio estuvo firmemente asentado en Castilla décadas después, nunca dejó de ser genovés y, de hecho, actuó como embajador oficial de la Signoria en algunos periodos. Sin embargo ello no fue obstáculo para que, al mismo tiempo, lograra ser exponente ejemplar de una nueva nobleza de origen financiero dedicada al servicio de la Monarquía Hispánica como súbdito, por tanto, del rey Católico".

"Mientras Octavio -dijo- gestionaba o prestaba ingentes cantidades de dinero a demanda de la Monarquía, se convirtió en caballero de Santiago primero, más tarde en caballero de la orden de Alcántara y desde 1632 en marqués de Monesterio; es decir, en un noble titulado castellano. También ocupó de forma simultánea plazas de consejero, sirvió en altos puestos cortesanos".

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