Los percebeiros gallegos son los protagonistas de un reportaje publicado ayer en el diario "The New York Times", que distribuye más de un millón de ejemplares y es uno de los más influyentes de Estados Unidos. El artículo de Suzanne Daley lleva por título "Raspando por el manjar del mar y por una vida escasa" ('Scraping for sea delicacy and a meager living') y en él relaciona los riesgos de esta profesión con la crisis económica en España.

El reportaje se acompaña en la página web del periódico con un vídeo de tres minutos en el que aparecen protagonistas del relato, como las hermanas González, percebeiras de Baiona, un furtivo confeso, o la conselleira de Mar, Rosa Quintana.

La corresponsal del "New York Times" desplazada a Galicia se entrevistó con percebeiros y otros profesionales del sector. La periodista considera que este trabajo "siempre fue peligroso" aunque compensaba realizarlo porque estaba "muy bien pagado antes de la crisis económica". Sin embargo "en estos días, los hombres y mujeres que hacen esto para ganarse la vida dicen que es difícil llegar a fin de mes".

Daley atribuye la bajada de rendimiento de la extracción de percebes a que "cada vez hay menos europeos dispuestos a pagar costosas golosinas". Culpa además al furtivismo, que "obliga a los recolectores con licencia a trabajar en zonas más difíciles".

Según el rotativo neoyorkino, los percebeiros podían ganar más de 800 dólares con un par de horas de trabajo "en los vertiginosos días antes de la crisis económica de España", mientras que actualmente si consiguen cuatro o cinco kilos de crustáceo, "obtienen 135 o menos".

Por ello, sostiene el reportaje, esta profesión se ha hecho más peligrosa. Ahora incluso con mar turbulento, los percebeiros salen a faenar: "No pueden permitirse el lujo de dejar pasar la oportunidad", apunta la periodista.

Según Susana Daley,debido a la elevada tasa de desempleo en Galicia "cada vez más personas no capacitadas" se arriesgan a capturar percebe, "de vez en cuando pagando con sus vidas".

También se entrevista con un vigilante de costas de Baiona, quien le comenta que ha sufrido ataques por parte de furtivos.

La reportera concluye, con la percebeira Susana González, que a pesar de los reducidos beneficios que ahora les depara, esta profesión "al amanecer en el mar, sin un jefe" puede llegar a ser "una forma de vida atractiva".