Los genes aportan el 60% en el proceso de envejecimiento. El otro 40% lo determinan los factores ambientales, en cuya mayoría puede intervenir el individuo. Una alimentación sana y la actividad física y mental son claves para llegar con salud a los cien años, una edad que ya han alcanzado más de 12.000 personas en España -1.187 solo en Galicia-, según datos de 2013 del Instituto Nacional de Estadística (INE), cifras que se prevén que se cuadripliquen en el año 2050.

Sin embargo, hay otros factores, más subjetivos, que también parecen ser determinantes en la longevidad, como el optimismo, las relaciones sociales, tener ilusiones y la propia forma de encarar la vejez. Diferentes estudios científicos relacionan el estado de ánimo con una mayor o menor longevidad e incluso desvelan que las personas depresivas sufren una tasa de mortalidad 1,5 veces superior a las de la población mentalmente sana, y que los individuos optimistas tienen también más posibilidades de sobrevivir a un infarto de miocardio y se recuperan con mayor rapidez a la enfermedad que quienes mantienen una postura negativa.

Otra investigación, realizada en Ohio (EE UU) entre 1975 y 2002, concluye que los individuos que tienen una visión más positiva del envejecimiento viven un promedio de siete años más que quienes no esperan nada bueno de la vejez. De todo esto, se podría deducir que para llevar a los cien años no solo hay que vivir sano, sino vivir "con alegría y optimismo".

Sin embargo, el presidente de la Sociedad Gallega de Gerontología y Geriatría, José Carlos Calenti, reconoce que es difícil determinar qué factores determinan la longevidad. "El envejecimiento de Galicia es similar al de Okinawa, Japón. Allí se atribuye a factores nutricionales, ya que su alimentación es rica en pescado y vegetales y tiene poca carne. Sin embargo, esto no lo podemos decir de Galicia, donde hasta hace poco la dieta era muy rica en grasas, carne de cerdo y alimentos conservados en salado", explica el catedrático de Geriatría, quien también matiza el papel de la conducta optimista en la longevidad.

"Los optimistas probablemente vivan más porque llegan en mejores condiciones a la vejez, pero esto puede depender también de las condiciones de vida que haya tenido", asegura el especialista, para quien los hábitos del propio individuo y las mejoras en el sistema de protección socio-sanitario explican la cada vez más alta esperanza de vida. "Una alimentación cada vez mejor, y el mayor acceso a la sanidad y la mejora en los diagnósticos y tratamientos frenan la enfermedad y por tanto, disminuyen la mortalidad. A principios del siglo XX la media de edad en nuestro país era de 37 años. Hoy es de 82,4", apunta.

Galicia es una de las regiones más longevas del mundo, equiparable solo a Japón. Precisamente esta misma semana, Galicia perdió a sus dos abuelos, Antonio Arenosa, de Ponteareas, y Salvador Domínguez, de Tui, ambos con 107 años. Entre los factores que podrían explicar esta longevidad -en la comunidad gallega residen más de 476.120 personas que sobrepasan los 70 años y que suponen casi el 10 por ciento del total nacional de ese grupo de edad, según datos del INE- los expertos destacan el tipo de alimentación y el estilo de vida, muy vinculado al rural. "Aunque vivir en un punto disperso puede ser un factor negativo porque contribuya a aumentar la soledad, también es cierto que las personas que viven en el campo desarrollan unas actividades que implican un mayor ejercicio físico que el que se tiene en las ciudades", opina la catedrática de Sociología de la Universidad de A Coruña (UDC), Amparo Almarcha, quien señala que más del diez por ciento de la población mayor de 70 años esté concentrada en Galicia.

La catedrática de Sociología matiza, sin embargo, que en sociología no se puede hablar de tendencias únicas generales. "A la hora de distinguir las claves tanto de la longevidad como de la dependencia hay que tener en cuenta la franja de edad en que se encuentren, incluso dentro de los más mayores, y también el sexo. Es más, el nivel de renta es otro factor que puede influir en la longevidad", explica esta experta en dependencia.

Almarcha coincide en que la forma en que la persona afronta esta etapa de la vejez influye en la longevidad, aunque matiza que esto depende a su vez de las políticas de apoyo, ya que una persona que no tiene cubiertas sus necesidades básicas no tiene la misma visión de la vida que otra que tiene los recursos necesarios para vivirla en plenitud. En similares términos se expresa José Carlos Millán Calenti, quien sostiene que el gran reto de la sociedad del siglo XXI es conseguir no solo que las personas vivan más, sino de forma independiente el máximo tiempo posible. "Para ello, el sistema sociosanitario tiene que adaptarse para poder dar respuesta a esta nueva realidad", asegura el geriatra.

Para ambos especialistas, la dependencia va a estar marcada por factores no solo sanitarios, sino también personales, como el aislamiento social e incluso el papel que la familia y la sociedad otorga al anciano. "La persona mayor vale en función de lo que produce", sentencia Almarcha, que añade que los mayores, y especialmente las mujeres, son las principales cuidadoras de las personas dependientes. "En Galicia, las mujeres de 70 años son quienes hoy están cuidando a las de 90", explica la catedrática. Para Almarcha, es importante que la familia y la sociedad valoren a las personas mayores, que son, recuerda, una valiosa fuente de experiencia.

En este sentido, el doctor Millán Calenti aboga por aprovechar el potencial que tienen los mayores y recuerda que desde el momento de la jubilación, la persona afronta otros 21 años de vida. "Las personas llegan con 65 años cada vez mejor, por lo que se está desaprovechando una gran fuente de sabiduría, aunque ya se están dando algunos pasos. Ya hay jubilados, personas con estudios universitarios o que han sido directivos de empresa, que ahora están asesorando a los jóvenes en la puesta en marcha de empresas", explica el experto, que añade que los propios mayores afrontan esta etapa de la vida de forma más activa y participativa que hace veinte años.

De la población gallega mayor de 80 años, el 64,4% son mujeres. "No sabemos qué va a pasar dentro de una década, cuando las mujeres que se incorporaron al mercado laboral lleguen a la Tercera Edad porque uno de los factores que explicaría por qué el hombre vive menos que la mujer, además del genético, es que está sometido a peores condiciones por el trabajo y hábitos como el tabaco y el alcohol, que ahora también practica la mujer", argumenta Almarcha. En este sentido, el doctor Milán Calenti añade que, aunque las féminas viven más, su percepción sobre su estado de salud no es tan bueno, debido, en gran medida a determinadas enfermedades que cursan dolor y que son más frecuentes en mujeres que en hombres, como la osteoporosis.

La soledad, muy común entre los mayores, también resta años y calidad de vida, y aquí la dispersión poblacional de Galicia podría ser un factor negativo. Sin embargo, la socióloga recuerda que los centenarios gallegos viven en el rural. "Por una parte, esto puede favorecer el aislamiento, pero por otra, las tareas del campo hacen que la persona mantenga una actividad que no tiene la que vive en ciudad", argumenta.