-El Tratado Trasatlántico de Libre Comercio entre Estados Unidos y la Unión Europea apenas es conocido socialmente pese a su trascendencia. ¿En que consiste este acuerdo?

-Es raro que los temas de comercio internacional salgan en la prensa. Lo que pretende este tratado es eliminar todo tipo de normativas para que el negocio fluya, que es lo que interesa a las grandes corporaciones. Para ellas, muchos de las regulaciones ambientales y sanitarias que existen hoy en día en Europa son simples burocracias que obstaculizan la creación de beneficios. Hay algunos puntos de las negociaciones que se han filtrado o que conocemos porque son muy parecidas a las de otros acuerdos bilaterales que tiene EEUU con otros países que nos deberían preocupar y que son muy lesivos para la escasa Europa social que tenemos. En otros aspectos, sin embargo, sabemos que la Comisión Europea ya ha reculado.

-¿Como por ejemplo?

- Había un elemento sangrante como era el procedimiento de resolución de desacuerdos entre Gobiernos e inversores. Eso lo que permitía era que los inversores demandasen a los Estados en caso de que tomasen decisiones que fuesen contra sus intereses, pudiendo llevarlos a los tribunales. Esto, por lo que sabemos, parece que ha asustado a la Comisión Europea y ha reculado.

-Los defensores del acuerdo aseguran que supondrá un mayor crecimiento y creación de empleo, algo que hoy se persigue más que nunca.

-Los propios estudios que se han hecho desde instituciones nada críticas con el tratado están hablando de que el PIB se podría incrementar en los próximos 10 o 15 años en torno a un 0,5% el PIB. Esto no sirve para crear riqueza, si no para pasarla de unas manos a otras. Los grandes perdedores son la pequeña y mediana empresa, los agricultores, los pequeños comerciantes? Lo que se quiere implantar es una ley de la selva que beneficia siempre al gran poderoso. Cuando se habla de empleo, se estima que podrían crear 300.000 puestos de trabajo en Europa. Teniendo en cuenta que hay 25 millones de parados, queda claro que es algo anecdótico y que por aquí no va a venir ninguna solución. El problema es que, en el imaginario del ciudadano, que está con la moral muy baja porque ve que el sistema no es capaz de ofrecer empleo, cualquier caramelo que se ofrezca es aceptado. Lo que no se tiene en cuenta son los efectos sociales y medioambientales que tendría la firma de ese tratado, que son de una envergadura descomunal.

-Para concretar, ¿como afectaría esto al ciudadano?

- En el tema energético, por ejemplo, estamos hablando de dar vía libre a la fractura hidráulica, lo que se conoce como fracking, que en EEUU en los últimos 20 años ha dado un resultado terrible, con consecuencias sobre el medioambiente, terremotos, daños en la ganadería. A este respecto, en Europa se aplica el principio de precaución, conforme, pese a no estar probadas las consecuencias negativas de la actividad, por seguridad, se aparca. Eso es algo que se quieren cargar con el tratado.

-Los colectivos ecologistas también alertan de que se quiere importar el modelo de la gran agroindustria estadounidense a Europa. ¿Qué tendría eso de negativo?

-Pese a que nuestro país es de los pocos que ha dado luz verde a los transgénicos, en Alemania, Bélgica o Austria son algo completamente prohibido. El tratado tendría consecuencias en ese sentido, ya que las multinacionales de la agroindustria podrían denunciar por incumplimiento del acuerdo a aquellos gobiernos que quisiesen regular o prohibir este tipo de plantaciones. Se quieren tumbar las normativas que en Europa llevan varias décadas regulando la actividad productiva y que se han tomado de forma más o menos democrática. Tenemos que ser conscientes de que esto no es nada técnico, es un tema político, de relación de fuerzas.

-En un contexto geopolítico como el actual, con países como China, India, Rusia o Brasil con un mayor protagonismo, ¿tiene este tratado algún papel geoestratégico?

- El tratado beneficia a las grandes corporaciones pero está claro que también tiene un interés estratégico para EEUU. Ellos ven que están perdiendo la hegemonía del dólar a nivel internacional y están viendo que pueden perder su liderazgo como primera potencial comercial del mundo, en beneficio de los BRIC (Brasil, Rusia, India y China). La creación de un área de libre comercio en el mundo, con una cantidad de población tan grande y con un poder adquisitivo tan alto es un intento de frenar esa pérdida de la hegemonía y del peso del dólar.

-¿Por que se están celebrando estas negociaciones con tanta opacidad?

-Porque no interesa. Nosotros mismos nos enteramos de algunos temas de la negociación por filtraciones. Por eso queremos hacer, como mínimo, un trabajo informativo en la sociedad, para que la gente sepa que se está negociando algo muy importante a espaldas de todos. Creo que, a diferencia de otras, esta es una batalla que podremos ganar. Para que este tratado se apruebe, hace falta el apoyo del Parlamento europeo. De ahí la importancia de las elecciones del próximo 25 de mayo. Con una respuesta social fuerte a este tratado, su aprobación puede acabar impidiéndose.