Comentaba en FARO Javier Escobar, director artístico de la Orquesta Xove Vigo 430, que la idea del proyecto es dar cobijo a una cantera gallega y que, curiosamente, "las dos grandes orquestas de Galicia apenas tienen instrumentistas gallegos en sus filas". Sin entrar en polémicas, la realidad es que un proyecto paralelo como la orquesta Xove 430, compuesta por músicos alumnos de entre catorce y veintiún años que cursan estudios de grado profesional o primeros años del superior, no viene sino a corroborar esas intenciones: crear cantera local para una orquesta sinfónica de calidad.

Y las cosas se consiguen pasito a pasito por difíciles que parezcan ante opciones tan consolidadas como la sinfónica de A Coruña o la Real Filharmonía de Compostela. Así que debemos aplaudir tanto a la orquesta viguesa "senior" como a los pequeños aprendices de sinfónicos. La Xove 430 nació en 2012 con un concierto en la iglesia de María Auxiliadora, y ayer inauguraron el curso desde el auditorio del conservatorio vigués.

Su programa consistió en la"Petite symphonie" de Gounod y la 1ª Sinfonía de Beethoven. Gounod centró su actividad compositiva en la ópera, con títulos como Safo (1851), Fausto (1859), Mireya (1864) y Romeo y Julieta (1867), y aunque también destacó en el campo de la música sacra (Misa de Santa Cecilia, de 1855) ahora tocó atender a una bella pieza que compuso para vientos. La elegancia y la inspiración de sus melodías hacen de sus obras de las más importantes del país vecino hasta la irrupción de los dos grandes nombres franceses: Bizet y Massenet. Y de Beethoven poco hay que decir que no se haya contado mil veces ¿el más grande compositor de todos los tiempos? En todo caso, dos nombres que son dos retos para una jovencísima orquesta.

Al final podría hablarse del buen hacer de los aprendices, de la pasión y concentración desbordada en el Martín Codax, y del calor recibido, pero no importa tanto la opinión crítica (positiva, es positiva) como la loa al proyecto en sí. La puesta de largo de ayer constata la voluntad de hacer música clásica en Vigo y por una orquesta de Vigo. Y de perpetuar dicha orquesta con nuevas aportaciones, que se maceran, sabiamente, en la Xove.

Finalmente hay que aplaudir la respuesta de los vigueses, que desbordaron el auditorio, lleno prácticamente media hora antes del comienzo de la gala y, al inicio de Gounod, con asistentes sentados por todas las esquinas. Así Vigo apoyó un proyecto que emana esfuerzo e ilusión. Que sea por muchos años.