-Usted, en realidad, quería ser director de cine.

-Lo quería de muy joven.

-Hizo varios cortos y estudió dirección en la escuela oficial.

-No me gustó, vi que dirigir era muy difícil. Dirigir es terrible, al menos para ser alguien en el mundo de la dirección; me asusté y decidí cambiar.

-¿Qué fue lo que le asustó?

-Trabajé como ayudante de dirección en una película de Berlanga, “Novio a la vista”, y me di cuenta de lo difícil que era; me sentía incapaz de hacer aquello. Es una película muy olvidada de Berlanga pero una gran película.

-¿Y ser productor es fácil?

-¡Nooo, nada fácil!

-¿No es aún más complicado?

-Sí, pero tiene más agarraderas.

-¿Es el que más arriesga?

-A veces, pero no siempre.

-¿Usted ha ido a los directores, o buscado las películas, o los directores iban a usted? ¿Cómo funciona esto?

-No funciona con reglas fijas. Se puede elegir un director o puede que el director se ofrezca, hay de todo. Se me ofreció [Francisco] Regueira [director de “Padre nuestro”] y yo busqué a [José Luis] Cuerda para “El bosque animado”.

-¿Cómo nació ese proyecto?

-El proyecto era mío, absolutamente.

-¿Le gusta Wenceslao Fernández Flórez?

-No, no, no; sólo ese libro. En realidad, es un autor que no me gusta, pero “El bosque animado,” sí.

-¿Pensó que le iba a Cuerda?

-Había varias posibilidades, hablé con otros directores. Vi una película de Cuerda que me gustó, que era “Mala racha”, y también “Pares y nones”. Y me puse de acuerdo con él. El guión ya estaba escrito, era de Azcona. Cuerda llegó a mesa puesta: con guión, presupuesto y todo.

-¿Cómo llegó a ser el productor de Buñuel en “Tristana”?

-Es una historia complicadísima. Buñuel ya había hecho “Viridiana” en España y parecía fácil porque [José María] García Escudero [director general de Cinematografía] dijo que no había nada contra Buñuel y que podía volver a España cuando quisiera. Yo no estaba muy convencido pero a él le apetecía mucho porque España le volvía loco, y elegimos el tema pero después de decir que “bueno”, lo prohibió. En realidad, lo prohibió Fraga.

-¿Eso ocurrió en 1963?

-Sí, y no se pudo hacer “Tristana” hasta 1969.

-¿Por la censura de Fraga?

-Sí. Por el miedo.

-Volvió a dar el papel protagonista a Catherine Deneuve, con la cual había tenido malas relaciones en el rodaje de “Belle de jour”.

-Fatales, pero Catherine Deneuve, que no tiene un pelo de tonta, se dio cuenta de que se había equivocado. No quería hacer “Belle de jour,” no le gustaba nada, hubo una situación muy tirante, pero como luego fue un éxito mundial, le interesaba trabajar de nuevo con Buñuel.Yo hice un viaje a México para que Buñuel aceptase a Catherine Deneuve, porque era interesante para la coproducción y él dijo: ‘bueno, sí, pero sin maquillador, sin director de fotografía ni modelos de vestuario. Nada de nada, tiene que ser el equipo español”. Y ella lo aceptó todo.

-¿Ponía muchos requisitos?

-Todos los requisitos del mundo. Era exigente, como las divas.

-¿Fue usted quien dijo “Tristana” tiene que ser Deneuve?

-Había un acuerdo de coproducción hispano-franco-italiana por el temor de que la volvieran a prohibir. Podían prohibir una película española, pero no una francesa o italiana. Teníamos un amigo coproductor que decía, “si la prohiben en España, la rodaremos en Portugal”. Al final, a Buñuel le pareció tan absurdo, que aceptó que se pudiera en el contrato. Y, al final, casi, casi, tuvimos que rodar en Portugal.

-Tampoco le fue fácil rodar con Marco Ferreri.

-No, con Ferreri, no; será que yo no me entiendo con la gente. El problema es que él quería hacer su cine y a su manera.

-¿El guion no era suyo?

-No, era de Leonardo Martín y era un guion puramente neorrealista, y Ferreri quería hacer una película costumbrista de tipo negro, como hizo en “El pisito”, que es una película maravillosa, y en “El cochecito”, que menos buena pero también muy buena. Pero estaba sin trabajo y quería hacer algo. No había director para “Los chicos” y apareció Ferreri machacando, entonces la relación fue tirante. No lo hizo mal.

-¿Qué película le hubiera gustado producir?

-No lo sé, eran épocas difíciles.

-Tan difíciles que tuvo que dedicarse a la publicidad.

-Sí, porque la publicidad da de comer. Yo tenía a muchos amigos en la escuela, entre ellos los hermanos Moro, y cuando ellos establecieron sus estudios me llamaron y dije que sí.

-¿Hizo anuncios?

-Sí, hice miles de anuncios para el cine.

-Cuando dirigió cortos, se volcó en el documental, como “El mitin” [1978], que también tuvo problemas con la censura, ¿por qué?

-Pues porque que estábamos ya en la democracia pero seguía mandando el franquismo y, cuando nos lo autorizaron, ya no tenía vigencia.

-Produjo hasta películas de Los Bravos, una de ellas muy pop y con aires de psicodelia.

-Sí, tenía de interesante toda la parte de animación [¡Dame un poco de amoooor!]. Siempre me gustó mucho el dibujo animado. Yo era amigo de Francisco Macián, y se dio la conjunción ente su animación y la de los animadores de Estudios Moro, que son un poco de cómic. La película era mala pero tiene interés, y fue muy comercial. Antes había hecho con Los Bravos “Los chicos con las chicas”, también algo de animación; era mejor.

-¿Qué película de las que produjo le dio más dinero?

-”El bosque animado”.

-¿La última que produjo?

-”La Regenta”, una serie de TVE.

-Hablaba de los tiempos difíciles. ¿Qué supusieron las Conversaciones de Salamanca?

-Muchas ilusiones y nada más. Parecía que iba a cambiar todo y no cambió nada. Creíamos que íbamos a hundir a Franco (carcajadas). Hubo una cierta apertura auspiciada por García Escudero, que era un déspota “ilustrado” y prohibía más que autorizaba, aunque luego presumió mucho de su apertura; parecía que todo lo había hecho él, cuando era la gente joven que entonces llegaba al cine. Produje una película con esa generación, “Tiempo de amor”, de Julio Diamante.

-Antes no dijo con quién le gustaría haber trabajado.

-Con Rossellini o con De Sicca en “Ladrón de bicicletas”.

-¿Produciría una película de Víctor Erice? Es complicado

-Sí, es complicado pero es de lo mejor que hay. “El espíritu de la colmena” y “El sur” son preciosas.

-Le hizo un guión a Saura para una práctica de la escuela.

-Sí. Él quería hacer una cosa como policíaca y yo le convencí de que hiciera otra cosa: “La tarde del domingo”, una novelita corta e un amigo mío, Guillermo de Castro

-¿No volvieron a colaborar?

-No, él se fue con Querejeta.

-¿Querejeta era competencia para usted?

-No, Querejeta iba a su aire. Es muy buen productor, aunque todo lo que produce lleva su sello; son más películas de Querejeta que del director. Interviene mucho.

-¿Por qué eligió “La voz humana” para su práctica en la escuela?

-Porque me pareció un desafío hacer de un monólogo de Cocteau un tema de cine mudo.

-¿Suele ir al cine?

-Poco, pero voy. Del cine español, la última que vi fue “Pan negro” [de Agustí Villaronga]. Buenísima.