Con Luis García Berlanga se ha ido uno de los grandes del cine. Éste es el sentir de la comunidad gallega del cine, que ayer acogió con pesar el fallecimiento de un cineasta que supo retratar como pocos la Idiosincrasia de la sociedad española con un gran sentido del humor, y que muchos comparan con directores como Billy Wilder y Federico Fellini.

"Berlanga es, sin miedo a la hipérbole, uno de los grandes directores del mundo de la segunda mitad del siglo XX". Así define José Luis Losa, director del festival Cineuropa, que estos días se celebra en Santiago. En su opinión, el cineasta valenciano es quien mejor ha narrado la esencia del español "con los elementos de esperpento" que caracteriza su obra y que ya se ve en la que, para Losa, es el título cumbre de la cinematografía de Berlanga es "Plácido". "Quizá sea, junto con "El verdugo", su obra más subversiva. Es una burla social al nacional catolicismo que fue capaz de burlar la censura franquista por la maestría con la que empleó elementos enrevesados", explica.

Para el productor Pancho Casal la comedia social de Berlanga situó al cine español a la altura del que entonces rodaban directores como Billy Wilder en Estados Unidos o Fellini en Italia. En su opinión, Berlanga fue, además, el director de la mejor película del cine español, "El verdugo", título que compara por su peso a "El padrino". "Berlanga era un maestro de la comedia social, tan difícil de hacer, y de la que deberíamos estar orgullosos", manifiesta.

La directora y guionista Patricia Ferreira destaca del cine de Berlanga "la sensación de libertad" que transmite. "Lo que aprendí de él es que en el cine todo es posible, que no hay lenguajes estrictos", argumenta la realizadora, que destaca además la modernidad de sus películas. "Esa libertad controlada dio como resultado un cine muy moderno. Ves una película suya de los años cincuenta o sesenta y crees que se ha rodado ahora. Títulos como "Plácido", "El verdugo" y la saga "Nacional" ("La escopeta nacional", "Patrimonio nacional" y "Nacional III") ganan con el tiempo", confiesa. Para la directora de "Señora de" y "El alquimista impaciente", Berlanga era un maestro de la cámara. "Él me enseñó que hay otras formas de hacer cine, que se puede trabajar con libertad respetando el discurso narrativo", reconoce Ferreira.

La actriz Uxía Blanco se enteraba ayer en pleno rodaje del fallecimiento de Berlanga. Para la actriz gallega, el director valenciano deja "un legado impresionante". "Hizo un cine de libertad y desprejuiciado. Tenía una forma de contar las historias que, aunque fueran serias, te hacían sonreír", sostiene. Para la artista, Berlanga además destacó siempre por ser un hombre vitalista, cualidad que también se plasma en su forma de hacer películas: "Siempre le gustó ser un poco el enfant terrible del cine español, romper con todas las reglas". Para la protagonista de "Sempre Xonxa", el cineasta valenciano deja como legado "obras maestras" como "¡Bienvenido, Mister Marshall!", "Plácido" y "El verdugo".

Para Virginia Ramírez, directora de la Escuela Superior de Artes Cinematográficas de Galicia (EGACI), Berlanga era uno de los grandes del cine español. "Muchos directores, como Almodóvar, han bebido del cine de Berlanga", asevera la responsable de este centro, que añade que ella siempre invita a los alumnos de cine a estudiar con detenimiento su filmografía. "Probablemente el cine coral pertenezca a Berlanga. Además, tenía una forma muy peculiar de hacer cine, a través de las tertulias y las páginas de sucesos de los periódicos", señala. Además, destaca de Berlanga su capacidad de reflejar la idiosincrasia del español y pone como ejemplo la saga de "La escopeta nacional". "En esta serie de películas tocó el tema español universalizándolo, sin caer en los arquetipos, sino que narra realidades que existen como una manera de ser, no como un lastre", manifiesta.

Ramírez elogia también la vasta cultura del realizador fallecido y la maestría con la que supo reflejar a la sociedad española en distintas épocas en películas que en apariencia podían resultar superficiales, pero que tienen un gran contenido sociológico. "Berlanga no alardea de sufrir dirigiendo, sino que considera el cine como una diversión y lo que no rodó fue porque no le pareció divertido", recuerda.

Manane Rodríguez trabajó con Berlanga en "Moros y cristianos" (1987) como ayudante de vestuario cuando estudiaba dirección. La guionista y directora uruguaya, afincada en Galicia, lo define como un hombre minucioso y con una gran técnica. "Era un placer verle preparar los planos. Como le gustaba hacer planos secuencia, algunos días no se rodaba, solo se ensayaba. Los ensayos eran muy minuciosos, pero sin embargo siempre había un margen de libertad para los actores", recuerda. Para Rodríguez, "El verdugo" es una película que, sencillamente, la impresiona.