Los 33 mineros atrapados a 700 metros de profundidad en el norte de Chile se despidieron la pasada noche con una emotiva "velatón" (vigilia con velas encendidas) del lugar donde han permanecido desde el pasado 5 de agosto y se preparan para volver a enfrentarse al mundo real. Con cerillas que les hicieron llegar los equipos de rescate, los trabajadores pudieron encender unas velas con las que dijeron adiós para siempre a lo que ha sido su hogar durante los 68 días que ha durado el encierro bajo tierra.

"Tienen que despedirse, es bueno, porque ellos están diciendo hasta luego, esto llegó hasta aquí, ahora empieza otra etapa", señaló a los periodistas Alberto Iturra, el psicólogo que ha acompañado a los mineros desde que el pasado 22 de agosto se supo que estaban vivos.

"Despedirse es una buena forma de liberarse, que la nostalgia no les amarre el alma para después", añadió el especialista.

Ante el inminente rescate, los mineros ya hicieron las "maletas" y enviaron a la superficie, en unos frascos de plástico, todo lo que quieren llevarse de su experiencia bajo tierra. Entre el equipaje se cuentan aparatos mp3, ropa, biblias, revistas y camisetas de equipos de fútbol, entre otros regalos que les llegaron de diferentes partes del país y del mundo y que los trabajadores quieren guardar de recuerdo.

Los mineros también recibieron por videoconferencia su última clase de oratoria para enfrentarse a la horda de periodistas que les esperan en la superficie, pertenecientes a 130 medios internacionales y 50 nacionales que se han acreditado.

Tras ingerir el último menú bajo tierra, que a sugerencia de la NASA tuvo un alto contenido en glucosa, proteína, fosfato, potasio y magnesio, llegó finalmente el momento de dar portazo a su encierro para dar la bienvenida a un mundo que tiene todos los ojos puestos en ellos y que les espera con celebraciones, viajes y asados.

A unos 45 kilómetros de la mina, la ciudad de Copiapó, a cuyo hospital serán conducidos nada más salir, se ha teñido de los colores de las decenas de banderas que ya ondean en casas y edificios y de las guirnaldas que permanecerán encendidas durante las dos noches que los trabajadores permanecerán en el hospital.

Las autoridades chilenas señalaron que el rescate de los 33 tardará unas 48 horas, a partir de la noche de ayer.

Al entregar detalles de la operación, el ministro de Minería, Laurence Golborne, indicó algunos cambios en el procedimiento respecto de lo que se había informado hasta ahora, como por ejemplo, que se usará para evacuar a los mineros la cápsula "Fénix 2", y no la "Fénix 1", que el lunes fue probada con éxito. La número dos "está más preparada para el rescate", dijo Golborne, que además indicó que son tres y no cuatro los socorristas que descenderán al fondo de la mina para apoyar a los mineros.

Así será el rescate

Transcurridas catorce horas, bajarán otros dos socorristas para completar la tarea. Los obreros serán sacados por un conducto de 622 metros de extensión en un recorrido que durará unos quince minutos, a través de un mecanismo de polea de 250 caballos de fuerza, a una velocidad promedio cercana a un metro por segundo. A esto se deben agregar otros diez minutos para preparar e instalar a cada minero y unos 20 para que la cápsula vuelva a descender.

Un total 1.800 metros de cable se desplegarán a través de "palomas" para mantener la comunicación entre los trabajadores y la superficie.

Después de una prueba con la cápsula vacía, el primero en bajar será un socorrista minero, que informará sobre el estado del conducto, para después iniciar el ascenso del primer minero. En seguida bajará un enfermero con medicamentos para tratar desde dolores de cabeza hasta infartos cardiacos, según los encargados de la tarea.

Las autoridades aún no confirmaron el orden en que los mineros serán rescatados, aunque según los familiares, el primero será el capataz Florencio Ávalos y el último el jefe de turno, Luis Urzúa.