Tocaban diana a las 7 de la mañana, formaban en filas incluso para ir a pasear. Horas de estudio, horas de silencio, horas de echar de menos la comida y los besos de mamá. Deporte, música y amistad. La vida en los internados de los años 60 estaba marcada por una férrea disciplina. Los que vivieron aquella educación no pueden siquiera imaginar cómo habría sido la reacción de sus profesores ante los móviles en clase, los insultos al profesor, los besos apasionados en los recreos o los piercing que lucen muchos alumnos actuales.

Un programa de telerrealidad, "Curso del 63" (Antena 3) ha tratado de enfrentar estas dos maneras tan distintas de concebir la educación y han saltado chispas. El espacio –que acaba de terminar su primera edición– reunió a 20 jóvenes de hoy (mayores de edad) en un centro en el que conviven bajo los valores culturales y normas educacionales propias de los años 60. El docu reality fue el estreno más visto en lo que va de temporada y ha provocado un debate social sobre el actual sistema educativo y la actitud que muestra la juventud en todos los ámbitos de la vida.

Siete gallegos que vivieron la experiencia sin cámaras de por medio recuperan ahora sus recuerdos. Algunos confiesan haber quedado marcados –"aunque no traumatizados", como apunta Alberto Núñez Feijóo– en algunos aspectos de su vida por esta severa educación. A pesar de eso, la mayoría comparte magníficos recuerdos de esta etapa y a esa educación y esos profesores agradecen lo que son hoy.

Sin embargo, ninguno de los entrevistados en este reportaje ha llevado a sus propios hijos a un internado. "Los tiempos han cambiado; antes era para muchos la única oportunidad de estudiar, porque en muchos pueblos no había instituto", justifica el editor Bieito Ledo.

"La educación allí era muy buena, pero yo no me habría separado nunca de mis hijos", coinciden las dos mujeres entrevistadas, Aurora Conde y Chelo Delgado.

Los internados fueron también caldo de cultivo del nacionalismo y el comunismo. "El choque te hacía ser contestatario y mi conciencia social del gallego nació entre los muros del seminario", confiesa el periodista Alfonso Eiré, al que durante cuatro años interno le negaron usar su idioma.