Además de denunciar el hecho, PETA indicó que la confiscación ha impedido llevar a cabo la campaña que tenía previsto desarrollar en algunas ciudades de Asia contra la firma de comida rápida, que según el grupo sacrifica a más de 850 millones de pollos al año para sus restaurantes.

PETA explicó que el que eligieran muñecas hinchables para la campaña pretendía demostrar al público que KFC trata a esos animales como "objetos", de ahí que estaba previsto que la denuncia fuera lanzada en importantes "barrios rojos" de Asia.

Las zonas en cuestión son Pat Pong, en Bangkok (Tailandia); King Cross, en Sydney (Australia); Kabukicho (Tailandia), y Ángeles, ciudad al norte de Manila donde hubo una base militar estadounidense, y en la actualidad uno de los mayores centros de la prostitución de Asia.

"KFC se beneficia de usar métodos crueles para matar (...) La compañía tiene una obligación internacional de detener sus torturas a los pollos que acaben en sus cubos", dijo en el comunicado Jason Baker, director de PETA.

De acuerdo con Baker, los pollos son maltratados por los trabajadores de los mataderos de PETA, quienes los patean o rocían sus ojos con tabaco antes de darles muerte.

"Llamamos a todo el mundo a boicotear a PETA hasta que la compañía mejore los niveles mínimos de bienestar de esos animales", dijo Baker en el comunicado.