Ágatha de Santos / VIGO

Rafael Úbeda (Pontevedra, 1932) es un trabajador incansable. "Necesito pintar", confiesa, algo que una dolencia le ha impedido hacer estos últimos cinco meses. Ahora, casi restablecido, el artista pontevedrés tiene la mente fija en el lienzo, pensando ya en darle forma y color a la música, su otra pasión. "En este oficio tienes que trabajar y trabajar porque si paras se nota", dice.

Éste era uno de los consejos que daba siempre a sus alumnos de Bellas Artes en Madrid y en Pontevedra, a quienes recomendaba también ser modestos. "No hay que vestirse de pintor", afirma Úbeda, que ayer inauguró en el Centro Social Caixanova de Vigo "Expresiones y arpegios", una muestra que recorre la trayectoria artística más reciente de este muralista, grabador y dibujante desde 1997 a 2005, y que podrá visitarse hasta el 4 de junio.

Humildes eran, recuerda, Van der Burgt y Karel Appel, del grupo de grabadores Zebra, del que el artista pontevedrés formó parte durante su estancia en Amsterdam. "Hoy los artistas presumimos de todo cuando sólo hacemos lo que podemos", manifiesta quien ganó el Gran Premio de Pintura de Roma en 1965.

Y le chisporrotean los ojos cuando recuerda cómo el anciano portero de la casa donde vivía en Roma subió corriendo hasta su habitación para decirle que había sido seleccionado para participar en el mural de la basílica de la Anunciación, en Nazaret, un fresco de 162 metros cuadrados en el que invirtió siete meses de trabajo.

"No iba a presentarme porque me parecía dificilísimo. ¿Sabe además cuánto pagaban? Pero me animaron y presenté la maqueta en Milán. No me entraba en el coche", recuerda.

La investigación es otra constante en este artista que desde hace años persigue "la máxima esencia" en una obra figurativa en la que busca la interrelación entre música y color -sobre este tema hizo su tesis doctoral- y es que la música está muy ligada a su obra y a su vida porque Úbeda toca, entre otros instrumentos, el violín. Por eso sus colores parecen notas musicales que quisieran salirse del lienzo. "Soy así, muy pasional en todo, un loco...", confiesa. Sólo lamenta una cosa este creador, gozar de un mayor reconocimiento fuera que dentro de su tierra.