E.G. y F.F. / VIGO

Fue una boda que tuvo esa elegancia de lo sencillo y bien proporcionado. En Tui, en donde no había un alojamiento libre por efectos de la boda, ante unos 350 invitados y muchos curiosos que llenaban la iglesia y esperaban afuera, Sisi Sánchez Varela y Alejandro Fernández Oliveiran se dieron el tradicional "sí quiero". Ella, periodista, hija de Casilda Varela y Paco de Lucía, que hacía de padrino; él, abogado, hijo de la profesora Malores de Oliveira, que hizo de madrina, y del urólogo Alejandro Fernández Larrañaga. Fue ante la Capilla Mayor de la nobiliaria catedral de Tui, en ese espacio de transición del románico al gótico en que también hicieron la suya de solteros a casados, entre hermosas bóvedas de arista y crucería.

Si a las siete y media comenzó una ceremonia que ofició Ricardo García, el canónigo de la catedral, en la que dio el pulso un cuarteto de cuerda del Conservatorio de Vigo y Nuria Peláez ante el hermoso órgano barroco, una hora y media más tarde los novios salían a la plaza donde ante invitados y una multitud curiosa les esperaba la música de gaita de Os Alegres de Pontevedra. Y a eso de las nueve y media todos comenzaban a llegar a la finca de A Lagarteira, tan amada por quien, en el ánimo de muchos de los presentes, era objeto de recuerdo y añoranza: el escultor Juan Oliveira, del que el novio era el nieto mayor y en vida más cercano (como lo es de Merchi Malvar, que les regaló el viaje a ambos).

Fue a eso de las siete y cuarto cuando Massiel, acompañada por Josemi Sieiro y Jesús Mariñas, rompió brecha al llegar a la plaza anteeclesial despertando aplausos encendidos entre los muchos curiosos y casi eclipsando la salida de otros novios que en ese momento surgían ya casados de la iglesia. Aplausos también cálidos cuando entró el genial guitarrista Paco de Lucía del brazo de la novia. Teresa Rivero, hermana de Paquirri, Pepe de Lucía, tío de la novia y padre de la cantante Malú, Paola Santoni, hija de Espartaco, Capi, representante de Alejandro Sanz... constituían algunos de los invitados más conocidos.

Fue, en cualquier caso, una boda que se nutrió casi exclusivamente de amigos íntimos de ambas familias porque para nada quiso ser de famoseo: profesionales de la medicina como Francisco Hernández, José Ramón Fernández Larrañaga, José Carlos Barros, Ramón Guitián o Javier Táboas, armadores como José Enrique Pereira, abogados como Rodolfo Hinrichs, arquitectos como César Vidal... o, en la parte femenina, nombres como Ana Ortiz, Diana García, Conchi Vidal, por no hablar de la siempre alegre comitiva de tías del novio, Chis, Ana, Marta o Blanca Oliveira. Y, eso sí, mucha gente joven, amiga de los contrayentes, cuya presencia empezó a notarse especialmente a medida que pasaban las horas de la noche.

La cena y baile quiso ser un recuerdo al escultor Oliveira, y esa finca A Lagarteira que constituía su refugio tudense sirvió de escenario al posterior encuentro. Esa finca sita en Pazos de Reis en la que se esparcieron una parte de sus cenizas y que, si estaba cerrada desde su fallecimimiento, aparecía ayer limpia de maleza, con carpas de suelo de madera y una iluminación que le daba un aire espectacular. Allí empezó la fiesta, cuyo fin se sugería largo y alegremente incitante.