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Hosteleros y clientes se alían para frenar el avance de la Covid

Los hosteleros recuerdan que ellos no son policías y que solo pueden dar pautas a la clientela, pero no obligarla a seguir las normas

Raúl Facciola toma nota del teléfono de uno de los comensales de un grupo que acude a su restaurante sin reserva. // Gustavo Santos

Un grupo de amigos llega a un conocido restaurante de la calle Real, en pleno corazón del casco histórico de Pontevedra. Les atiende el propietario, Raúl Facciola, que con el libro de reservas en mano toma nota del número de teléfono de uno de ellos pese a que ya hay una mesa libre para usar en la terraza y podrían sentarse de forma inmediata. Es una medida que el hostelero decidió incorporar en su negocio, la Creperie CreCotte, desde el pasado mes de junio por iniciativa propia. Lo hace para garantizar tanto la seguridad de sus clientes como la de los trabajadores del restaurante frente a la pandemia de la Covid-19.

No es el único. Salvo en contadas excepciones, los establecimientos de la ciudad extreman en prevención en la "nueva normalidad" y agudizan el ingenio porque, tal y como recuerdan, ellos no son policías ni tienen potestad para obligar a los clientes a cumplir las normas.

"Lo que buscas es la tranquilidad de la gente para que pueda seguir viniendo", explica Facciola mientras muestra el libro de reservas, que cada día actualiza con un contacto de al menos uno de los comensales de cada grupo.

"Esta es solo una manera de poder tener el tema controlado y la gente se lo toma muy bien porque saben que es por el bien de todos. Nunca ninguno de los clientes ha protestado ni ha puesto pegas. Al contrario, es algo que les da esa tranquilidad de saber que si pasa algo estarán informados", manifiesta. En todo caso, añade que, en general, "hay mucha conciencia entre la gente".

El restaurante ha habilitado una terraza en la calle paralela, Cousiño, para aquellos clientes que quieren comer o cenar en exterior.

En lo relativo al interior, al tratarse de un bajo sin ventanas, se ha reorganizado de modo que solo están disponibles algunas de las mesas. Se han anulado las que están más próximas entre sí para garantizar las distancias de seguridad entre comensales.

"En general la gente se porta muy bien. Es algo que podemos decir de la inmensa mayoría de los clientes", reconoce el propietario.

El tema de la mascarilla, indica, "ya está superado". Los problemas en este sentido se dieron en los meses de junio y julio, mientras que ahora todo el mundo acude con ella. "Como mucho, puede haber algún despiste cuando entran al baño, pero les avisas y van a por ella sin rechistar. Son conscientes de que es algo bueno para todos", afirma el propietario de la Creperie.

Es la terraza la que quizá genera más discordia y, en general, suele ser por los fumadores. "Es algo que les cuesta. En la mesa, en teoría, no pueden fumar", recuerda Raúl Facciola.

Sin embargo, insiste en que "nosotros tenemos que dar pautas y no somos policías ni nos sentimos así".

Con un ojo en la terraza

En la misma línea se manifiesta María Cal, dueña de la tapería Os Carballos, en una de las plazas más frecuentadas de la zona vieja, la de A Verdura.

"No queremos esa responsabilidad de tener que estar vigilando. Yo no puedo estar pendiente de cada mesa y de cada cliente y de la cocina a la vez. Esa no es nuestra labor", indica la propietaria, también cocinera.

Resume el comportamiento de la clientela habitual de la siguiente manera: "Los que fallan, fallan siempre, y los que lo hacen bien, lo hacen bien siempre".

Asimismo, confirma que actualmente los menos respetuosos son los fumadores, "que tenían la costumbre hasta ahora de fumar en cualquier circunstancia y les está costando respetar las nuevas normas al respecto".

La mayoría de la clientela de la tapería esta en la terraza y en interior lo más frecuentado es la barra.

También en la Taberna de Félix, en la calle Figueroa, la que une las plazas de A Ferrería y a Leña, la terraza es la protagonista.

Su dueño, Félix Caeiro, es directo: "lo de fumar es lo peor, el resto lo cumplen bastante bien".

"Nosotros les informamos y la verdad es que respetan bien todo. De lo que también tenemos que estar pendientes es de que no ocupen las mesas sin que se hayan limpiado previamente. Pero como todo el mundo tiene miedo, suelen preguntar antes de hacerlo", añade.

Pese a que este verano ha supuesto más trabajo en este sentido, Caeiro celebra que ha sido "un verano muy decentillo; hubo bastante gente tanto en julio como en agosto".

No sabe qué ocurrirá en otoño e invierno ni de qué manera puede afectar a su negocio, ya que la mayor parte de la caja la hace en la terraza. "Hay que pensar que los inviernos ya no son lo que eran y que aquí somos del norte y aguantamos bien en el exterior", dice divertido.

En su caso, fue un afortunado porque el primer mes del confinamiento el propietario del bajo no le cobró el alquiler. "No se lo tuve ni que preguntar, ya salió de él", agradece.

Mejor de lo esperado

Y si hay clientes menos responsables, también hay que destacar los que están muy preocupados con el contagio del coronavirus. "Hay de todo. Tenemos desde los que se sientan sin aguardar a que les des el visto bueno, hasta los que prefieren que les desinfectes la mesa delante suya", informa Ana Belén Cano, de la cafetería y restaurante Savoy, uno de los más emblemáticos de la Boa Vila.

"Antes teníamos cartelitos en las mesas para que la gente no se sentase sin avisarnos, pero como la mayoría no lo hacían, terminamos quitándolos", explica.

"En general los clientes cumplen bien, mucho mejor de lo que esperábamos. Quizá lo de fumar es lo que más está costando. Hoy por hoy es lo más difícil", indica.

El trabajo, en todo caso, se ha multiplicado para el sector, pendiente siempre de realizar las desinfecciones del mobiliario

También en el Savoy se muestran preocupados por el invierno, ya que el aforo en el interior del local es mucho menor. "No sabemos qué va a pasar ni cómo vamos a hacer", reconoce Ana Cano. De nuevo, como hasta ahora, la incertidumbre planea sobre los negocios de la hostelería pontevedresa, muy atenta a los rebrotes de la Covid.

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