Una imagen tan poco habitual como cautivadora: el lecho de la ría de Pontevedra al desnudo. La conjunción del equinocio de primavera con la luna llena ha acrecentado las mareas: la alta es muy alta y la baja muy baja. Tanto que ha dejado prácticamente sin agua a los puentes de O Burgo, As Correntes y los Tirantes. La ría se asemejaba más a una rambla seca que a la desembocadura del Lérez.

La bajamar alcanzaba su momento álgido a las 10.10 horas. El agua se había retirado a su nivel mínimo para dejar al descubierto una piel de fango y roca, con pantalanes, barcos y boyas reposando sobre la tierra. Los pilares del puente de O Burgo mostraban sus "pies", hundiéndose en un fondo que hoy cambiaba el color azul por el marrón.

Horas después, la estampa era todo lo contrario. A las 16.21 horas la pleamar alcanzó su cota más elevada, alcanzando los cuatro metros. El mar recuperó territorio e hizo flotar de nuevo a las embarcaciones y pasarelas de la ría, devolviéndolas a su medio natural.

La rampa de As Corbaceiras, esta tarde. // G. Santos

Esta subida de marea por encima de lo habitual cogió por sorpresa a quienes estacionaron sus vehículos en la rampa de As Corbaceiras. Si bien a primera hora del día parecía un lugar idóneo para dejar el coche, conforme avanzaron las horas y subió el nivel del agua, esta llegó a los bajos de los turismos allí aparcados. Una estampa que suele darse cuando se producen las pleamares más fuertes.