Andrea de Paula (Ourense, 21 años) descubrió su vocación en la infancia. La hija del expresidente de la delegación ourensana del Colegio de Arquitectos de Galicia soñaba con ser enfermera "desde los cinco o seis años". Todavía no ha terminado la carrera -está en cuarto y a su promoción le falta por entregar el Trabajo de Fin de Grado- pero ya experimenta cómo es la realidad asistencial, tras presentarse voluntaria a una lista de contratación impulsada por el Sergas para reforzar los puestos sanitarios durante esta época de respuesta en varios frentes contra la pandemia. Este pasado lunes, 20 de abril, empezó a trabajar en un centro de educación especial para personas con discapacidad de la ciudad de A Coruña. Otros dos universitarios de Enfermería se han incorporado a la misma institución. El contrato de estos estudiantes casi graduados es de "apoyo sanitario" bajo supervisión de una enfermera. Su relación laboral se prolongará mientras esté en vigor el estado de alarma y con un horizonte máximo inicial hasta el 19 de junio. "En este momento de crisis sanitaria todos debemos aportar nuestro granito de arena", reivindica Andrea.

La joven ourensana cursó sus tres primeros años del grado de Enfermería en la facultad de Santiago de Compostela y el último, en A Coruña, el área sanitaria en la que le gustaría ejercer. "Siempre había pensado en trabajar en el servicio de Pediatría, pero tras hacer las prácticas en Urgencias vi que también me gusta la atención a ese tipo de paciente o al que está crítico en Reanimación o la UCI, así que no descarto ninguna posibilidad".

La irrupción de la pandemia ha abierto para Andrea la posibilidad de ayudar sin dejar de adquirir conocimientos y experiencia en una realidad asistencial en la que distintos colectivos trabajan con denuedo para frenar el virus. "Me encanta la profesión que elegí. Nunca pensé que terminaría así la carrera, pero llegado el momento también ayuda a la formación, aunque por supuesto mejor que esto nunca hubiera pasado", explica.

Con "la mayor ilusión"

La vocación que mueve a los profesionales de la salud -también a los estudiantes- y el sentido de responsabilidad colectiva la impulsan. "Es una crisis sanitaria y todos los profesionales están soportando una carga elevada. Toda ayuda es buena y nosotros con la mayor ilusión del mundo también queremos ayudar", subraya Andrea. En el centro para personas con discapacidad en el que ha empezado a trabajar "nos han acogido con los brazos abiertos", agradece. "El ambiente con el personal de enfermería es muy bueno y en todo momento nos intentan ayudar". La universitaria destaca que "lo primero que hicieron cuando comenzamos fue darnos los EPIs [equipos de protección individual contra el riesgo de contagio] y nos enseñaron cómo ponerlos y quitarlos".

La emergencia sanitaria por el coronavirus demuestra el papel fundamental y admirable de los profesionales sanitarios, que se enfrentan en primera línea para curar, cuidar y proteger hasta el límite de lo imposible a los pacientes y colectivos vulnerables. "Ojalá que no se quede en un apoyo desde los balcones ni caiga en el olvido. Es una profesión totalmente necesaria y debe ser muy valorada, al igual que otros colectivos como los de limpieza o alimentación".