Raquel Panadeiros, encargada de los velatorios de As Burgas, en Seixalbo, explica como ejemplo de este cambio cultural que se ha producido la normativa impuesta y el miedo al contagio, que este lunes primer día lectivo con la cuarentena en vigor "teníamos seis salas de velatorio ocupadas con otros tantos difuntos y en el parking del tanatorio había solo 12 vehículos aparcados; eso es algo excepcional".

En este rito de despedida de los muertos, tan enraizado y social en Galicia, hay ahora un punto y aparte. "Todos estamos colaborando, desde las funerarias, poniendo medios preventivos para evitar cualquier tipo de contagios, como la propia Iglesia, que está trabajando codo con codo y cumpliendo las normativas, y oficiarán las misas funeral cuando esto pase. De hecho es raro tener que advertir a alguien. La gente que viene respeta la norma".