La alegría no es lo único que se ha dejado escapar en estos días inciertos por las ventanas y terrazas de A Estrada. Desde estas atalayas se ha lanzado también sobre los viandantes la frustración y la ira contenida de quien no parece llevar bien el hecho de estar obligado a quedarse en casa. Sin embargo, en algunos de estos casos este enfado se ha cebado con las personas que menos lo merecen. Algunas de estas voces se erigieron en juez y parte, acusando a voluntarios, empleados municipales y ciudadanos en situaciones complicadas de estar paseando por la calle en un momento en el que se pide a la gente que se quede en casa.

Sin embargo, la prudencia aconseja a informarse antes de hablar, en especial cuando se grita desde una ventana valorando un comportamiento que a uno le es del todo ajeno. Algunas de las personas que recibieron gritos e improperios estos días eran ciudadanos que estaban realizando compras para gente mayor, buscando que no tengan que salir a la calle para reducir su riesgo de contagio. Otros procuraban prestar ayuda acudiendo a la farmacia para gente que, además de ser mayor, vive sola. Además, según indicaron a esta Redacción, incluso una ciudadana fue juzgada a voz en grito desde las ventanas por caminar por la calle. Eso sí, lo hacía de regreso del entierro de su abuela.