Los pocos datos que conocemos sobre la vida de Francisco Javier Rodríguez Gil, fueron recogidos por el insigne catedrático e investigador de la historia y la cultura gallega Armando Cotarelo Valladar, publicados en 1941, en un artículo en la Revista de la Universidad de Madrid, titulado Filólogos gallegos: Rodríguez Gil, datos obtenidos en los archivos compostelanos y entre los familiares de Bermés. En la actualidad, quien mejor ha estudiado y más ha escrito sobre su paisano y lejano pariente, es el periodista e investigador Armando Vázquez Crespo, que publicó varios trabajos en los que habla de este filólogo y que han servido de fuente de información para este trabajo: en el año 2002, en Descubrindo Deza; en 2008, en Memoria do tempo en Deza. Xentes, feitos, retrincos, en 2013, O filólogo de Bermés en FARO DE VIGO y en 2017, en el libro Unha historia de Bermés.

El filólogo Francisco Javier Rodríguez Gil nació en la parroquia de Santa María de Bermés, en el lugar de Bermés do Fondo, ayuntamiento de Lalín el 17 de abril de 1797. Era hijo de Manuel Rodríguez González y de Juana Gil, y fue bautizado el mismo día de su nacimiento. Fueron padrinos Benito Gil, presbítero, vecino de Plamou y Gestrudis Gil, vecina de Bermés. Su padre era el hermano mayor del gran matemático y astrónomo José Rodríguez González, más conocido como O Matemático de Bermés.

Carecemos de información sobre la infancia y primera adolescencia de Rodríguez Gil, lo más normal es que aprendiera a leer y escribir en la escuela de Bermés, apoyado y asesorado en sus estudios por sus tíos curas, que influirían para que fuera al Seminario. Cursó la carrera eclesiástica probablemente en Santiago y se ordenó sacerdote en la catedral de Lugo en 1822; ya ordenado sacerdote convivió en Santiago de Compostela con su tío O Matemático, que influyó en su talante liberal y su empeño en dignificar la lengua gallega, que más adelante le llevó hacer un diccionario gallego-castellano. Por las cartas que su tío, que estaba viajando por Europa, escribió a su amigo, Julián Suárez Freire, sabemos que siempre se preocupó por su sobrino, vigilando la marcha de sus estudios, encargando que tuviera dinero para vestido y alojamiento, transmitiéndole buenos consejos y enviándole libros, en 1821, le envió una caja de libros con seis ejemplares de la Constitución de 1812.

En Santiago, estudió Matemáticas, Filología y Jurisprudencia, obteniendo el título de Bachiller en Cánones, en 1825. En 1833 era miembro destacado y bibliotecario de la Sociedad Económica de Amigos del País de Santiago de Compostela, que trataba de aplicar en Galicia las ideas progresistas de la Ilustración y del pensamiento liberal y que le permitió entrar en contacto con la intelectualidad compostelana de la época, como los señores Ramón Rodil, Felipe Sobrino, Varela de Montes, Pablo Morillo y otros profesionales de distintas ramas. Desde 1846 fue bibliotecario segundo de la Universidad, con un sueldo de 5.000 reales.

Falleció el 19 de julio de 1857, en su casa de la Rúa Nueva, numero 25, de Santiago de Compostela y fue sepultado en el cementerio de la Orden Tercera. Hizo testamento a favor de su sobrina, Carmen Rodríguez, casada en Bermés.

En los últimos años de su vida, a partir de 1850, cuando tenía 53 años, fue cuando se dedicó a recopilar el vocabulario gallego para elaborar un diccionario gallego-castellano, siguiendo muy de cerca las sugerencias que habían apuntado los escritores benedictinos de la Ilustración, Martín Sarmiento y Juan Sobreira. Publicó varias entregas del diccionario en la revista Galicia. Revista Universal de este Reino editada en A Coruña, por los hermanos De la Iglesia. En la citada revista publicó, asimismo, varios artículos sobre noticias y documentos referentes al Arzobispado de Santiago. Armando Cotarelo dice que también había trabajado en la elaboración de una Gramática Gallega, pero que sus originales se han perdido.

Cuando le sorprendió la muerte, tenía el diccionario prácticamente concluido, incluso redactada la introducción, dice:"llegué a reunir, más de cuatro mil y trescientas voces, y eso sin salir de Santiago, pues si me fuera posible hacer un viaje detenido por Galicia, es de creer se aumentaría aquel y mayor número". Su amigo, el escritor y editor Antonio de la Iglesia González, recopiló sus notas y el material dejado por Rodríguez Gil, con lo que publicó el Diccionario gallego-castellano, en el año 1863. En el libro figuran 3.257 voces, incluyendo sus distintas acepciones, que son menos de las que dice haber reunido el autor. El diccionario vio la luz en A Coruña cinco años después de la muerte de su autor, con esta portada:

En la introducción al diccionario, escribe el editor, Antonio de la Iglesia: "nos ha dado en la presente obra la base para que sobre ella edifiquen en los sucesivo los estudiosos el monumento que el trataba de levantar a nuestra literatura, con aquel santo entusiasmo que también había heredado el autor de su inolvidable tío el gran matemático D. José Rodríguez". Sirvió de fundamento a diccionarios publicados después por Juan Cuveiro Piñol (Barcelona, 1876), Marcial Valladares Núñez (Santiago, 1884) y fue utilizado por Carré Alvarellos (A Coruña, 1928).

El filólogo José Luis Pensado Tomé, catedrático de Filología Galaico-Portuguesa en la Universidad de Salamanca, al diccionario de Rodríguez Gil, le dedicó un volumen de 414 páginas, en el que hace un estudio exhaustivo y profundo, publicado con el título: "Contribución a la crítica de la lexicografía gallega. Tomo I: El Diccionario Gallego-Castellano de F. J: Rodríguez y su repercusión en la lexicografía gallega publicado por la Universidad de Salamanca, en 1976. No duda en calificar el diccionario de Rodríguez, como de "fuente y base de toda la lexicografía gallega posterior". Los apuntes manuscritos del diccionario se conservan en la Real Academia Gallega.