Javier Urra es doctor en Psicología, psicólogo forense del Tribunal Superior de Justicia en excedencia y presidente de la Asociación Iberoamericana de Psicología Jurídica. El martes pisó por primera vez la Academia Galega de Seguridade Pública (Agasp) para hablar claro. En España, en menores, la "delincuencia común está bajando" pero, sin embargo, está aumentando gravemente la violencia" de índole "sexual".

Es un grave problema que atribuye a que "en la red"en vez de "educarse en el amor" -"darse al otro con generosidad"- los chicos ven maneras de "poseer", de "prostituir" . Hay "manadas" en las que "grupos de chavales cometen hechos terribles" bajo los efectos del alcohol, de la potenciación de unos en otros" y, "además, los graban" , banalizando la huella de su violencia sexual contra la víctima. Hay una "pérdida de la conciencia personal", de la "responsabilidad" y de "anticipar el daño que puedes ocasionar a otro". Algunas víctimas sufren estrés postraumático pero logran volver "a mirar la vida de frente". Otras, simplemente, "se rompen" y nunca lo superarán.

Urra sabe de lo que habla. Fue el primer Defensor del Menor de España entre 1996 y 2001. Fueron "5 años gozosos", de "trabajar 20 horas al día todos los días del año"... que desembocaron en un infarto. Se replanteó su ritmo de vida pero no sus convicciones. Con toda una vida consagrada al estudio de los menores y 52 libros sobre la materia a sus espaldas, tiene claro que "a la infancia se la defiende desde la salud mental" y la "autoridad".

La familia no es una entidad democrática, afirma. De hecho, cree que la violencia filoparental -"los hijos que se vuelven contra sus padres"-es un grave "problema"que "en un porcentaje importante" se debe a "no saber educar en el no". Los "límites" son importantes. Los padres tienen que ponerlos al educar y proporcionarle habilidades sociales a los niños. buscar la "austeridad" y el "punto de equilibrio" junto con profesorado y sociedad. Porque "el ser humano es un ser social": "nace humano" pero "para ser persona" tiene que "ser educado". Aprender perdón, comprensión, compasión, solidaridad y "sentirse concernido". "Es importantísimo que la persona se eduque con las demás" pero también "educarle en la capacidad crítica" y en el sentido de su "propia responsabilidad" para que su criterio sea hacer lo que está bien y no "hacer lo que todos" solo por eso.

Ahí, la educación tiene mucho que decir. Urra defiende que "el pacto educativo es el gran reto de los políticos". Estuvo a punto de firmarse cuando su amigo Ángel Gabilondo era ministro de Educación y Cospedal llevaba esas áreas Tiene la impresión de que "por no sacar una foto conjunta no salió". Sin embargo, alcanzar ese pacto es "una obligación de los políticos", abarcándolo "todo" para "preparar a nuestros niños" para el mundo que viene. "Hay que enseñarles a competir pero también a cooperar, a trabajar en el silencio, a saber lo que es la paciencia", la "demora" y la "ruptura".

"Hay que fortalecerles para la vida", indica, consciente de que tras el aumento del número de suicidios en jóvenes subyace que "le piden a la vida más de lo que puede dar". "Pesimista" en cuanto a la violencia de género, indica que la "igualdad" está costando "sangre" como costaron otros derechos ganados poco a poco. Hay que enseñar a "ponerse en el lugar del otro". Evitaría el "acoso escolar", por ejemplo. Hay niños que desde la "desresponsabilidad" -el no tener que hacerse cargo" de sus dichos o hechos-"machacan a otros". Quien lo causa "se siente bien porque, aunque no es querido, sí es respetado, temido". Y acosa sin "calcular el daño, la soledad, el sufrimiento, la pérdida del otro". Es una de las facetas de los menores que Urra llama "odiadores" desde muy corta edad. A veces se debe a lo que ven en la red. De esta nace otro grave problema: la ludopatía, que "está enganchando a bastantes chavales".

Pero, en otras ocasiones, las causas de que haya menores "víctimas" hay que buscarlas en su entorno más próximo. En España hay 42.000 personas que por sentencia firme por abusos sexuales no pueden estar en contacto con niños. Son padres, padrastros, abuelos, educadores... También las separaciones mal llevadas hacen que haya menores que "sufren muchísimo" -hay "psicópatas" que incluso matan a sus hijos para dañar a su expareja- y otras situaciones familiares que victimizan a los niños. Algunos quedan en situación de riesgo o desamparo. Otros están poco atendidos. También los hay que no se sienten queridos" -no se les traslada un te quiero o un eres esencial- y otros que sufren "violencia grave física continuada, vejaciones y ridiculización. "Decir no vales para nada hunde el carácter de un niño", afirma. Y conductas de laxitud sexual de sus padres, con constantes cambios de pareja, pueden "desnortar" a los hijos.

Y en la adolescencia, el alcohol de muchos grados, en una ingesta muy compulsiva en poco tiempo, genera problemas de conducta, secuelas en riñón e hígado y si se combinan con otras drogas, patologías derivadas del choque en el cerebro de un depresor y un excitante.

También cree que hay que plantearse lo que sentirán los niños fruto de la maternidad subrogada en una sociedad con distintos tipos de familia. Las instituciones deben apoyar a la familia para que haya más niños. Es vital para la "Seguridad Social" y la economíapero también "para la alegría". "Una sociedad solo de viejos" será "triste y preocupante". Es una "emergencia nacional".