El anteproyecto de la nueva Lei de Pesca Continental de Galicia aprobado ayer por el Consello da Xunta pretende "impulsar la pesca sin muerte" bajo la pretensión de que "aumente progresivamente su implantación y que se consiga un equilibrio entre esta modalidad y la tradicional", según detalló ayer el presidente de la Xunta Alberto Núñez Feijóo. Pero lo cierto es que queda mucho por hacer. Las cifras de pescadores de salmón que ayer acudieron al río así lo atestiguan. Era el segundo día de la temporada de pesca del pez rey pero, al ser jueves, solo podía practicarse la pesca sin muerte. El experto en pesca Salva Ortega, de As Orillas do Ulla, estimó que ni media docena de los 42 permisos diarios de los seis cotos salmoneros del Ulla estaban cubiertos.

No era una excepción. De hecho, tras haber estudiado al detalle el número de permisos ofertados y vendidos el pasado año, estimó que solo se vendieron el 3% de los ofertados para la pesca sin muerte, en tanto que el porcentaje de permisos reservados para la práctica deportiva con muerte se disparaba a un 95%.

De esos escasos deportistas que ayer acudieron al río, cinco estaban en el coto de Ximonde. Dos de ellos -Julio Blázquez y Jesús Fernando Arribas- procedían de Ávila y son pescadores sin muerte, incondicionales de los cotos del Ulla, especialmente de Ximonde. Arribas lleva casi 20 años viniendo a pescar al Ulla y Blázquez, más de 5. Como la amplia mayoría de los pescadores eligen Ximonde, un "coto precioso". "Nos encanta el paisaje", aseguraba ayer Blázquez, considerando que, además, Ximonde es en materia de pesca "uno de los mejores cotos de España"y, sin duda, "el mejor de Galicia".

Ayer, los dos permanecieron a pie de río desde primera hora de la mañana, intentando tentar al pez rey, como también hicieron otros tres deportistas pontevedreses en Ximonde. Pero el campanu les fue esquivo.

Hoy los pescadores volverán a probar suerte en el segundo día de pesca con muerte de la temporada. El primero -el miércoles- deportistas que habían acudido al río hallaron sumergidos aparejos que atribuyen a furtivos de aguas arriba que habría arrastrado la corriente. Se los entregaron al Servizo de Patrimonio Natural, que ahora investiga su origen.