En París ocurre lo mismo que en Londres: es más fácil encontrar trabajo que vivienda. "Para acceder a un piso, tienes que presentar un dossier muy amplio, y cobrar tres veces más de lo que te cuesta el piso". Gemma Rodríguez da Torre reside en un barrio próximo al centro y que es un crisol de culturas: tiene por vecinos a emigrantes chinos, árabes... "No cambiaría por nada mi barrio", asegura.

Antes de vivir en París, pasó una temporada corta en Londres. Recaló en la capital francesa "a modo de experiencia para un tiempo breve", pero ya van 11 años. Trabajó en el sector comercial y después haciendo análisis de llamadas, y ahora mismo lleva nueve años en la misma empresa. "Los primeros meses fueron un poco duros", admite, pero contó con la ayuda de unos conocidos que la ayudaron en cuestiones como encontrar casa. En cuanto a la lengua, había estado matriculada en la Escola de Idiomas tiempo atrás, así que sus conocimientos de francés se habían quedado aletargados.

Así que, para integrarse cuanto antes, procuró no reducir sus relaciones sociales a quedar con los emigrantes gallegos y españoles que iba conociendo. "Intenté no hacer piña, para forzarme a aprender el idioma", asegura. Y no era fácil, porque la capital francesa está plagada de emigrados portugueses de tercera generación, amén de gallegos y de otras partes de España.

Da Torre nació en Pontevedra, pero pasaba los fines de semana entre las parroquias trasdezanas de Breixa y Cortegada. Así que pasó de una ciudad pequeña a dos urbes, de las que afirma que "Londres es mucho más fácil que París, París es muy difícil para integrarse". Sí tiene claro que, a pesar de ser muy morriñenta, lleva demasiado tiempo junto al Sena como para volver a su tierra natal. "Quien desee volver, debería hacerlo a los tres ó cuatro años de emigrar".